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Varsovia vuelve a vivir en absoluto estado de sitio

Tranquilidad, teléfonos cortados y toque de queda en Varsovia y principales provincias del país eran las notas más llamativas ayer en Varsovia, un día después de los tumultos y manifestaciones, que duraron varias horas hasta la madrugada del lunes al martes. La capital polaca recobró la calma y ayer habían desaparecido prácticamente las patrullas de policía de la ciudad. Las manifestaciones del 3 de mayo, con motivo del aniversario de la Constitución de 1791, que se iniciaron en la ciudad vieja, se desparramaron luego por toda la ciudad. Grupúsculos aislados de manifestantes interrumpieron el tráfico y libraron duros enfrentamientos con la policía.

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Al lado de la protesta contra el estado de guerra y contra el régimen hubo también en las manifestaciones del lunes grupos de chicos muy jóvenes, en los que se mezclaba el sentimiento de oposición con los deseos de pelea y gamberrismo.En la medianoche del lunes al martes, en la ciudad vieja de Varsovia, el ambiente era todavía irrespirable y los gases lacrimógenos todavía cumplían su efecto, porque era imposible pasar por la zona sin llorar. Patrullas de la policía controlaban la documentación y aseguraban a los transeúntes, que había sido declarado el toque de queda.

En el curso de una conferencia de Prensa en la Dieta (Parlamento), el viceprimer ministro, Mieczyslaw Rakowski, respondió a una pregunta de este periódico sobre la posibilidad de endurecer de nuevo las medidas del estado de guerra con la frase "El Gobierno no reacciona tan rápidamente".

Rakowski se equivocó, porque minutos más tarde quedaron cortados los teléfonos en toda Varsovia, una situación similar a los días más duros del estado de guerra.

En la calle céntrica de Varsovia había reunido un curioso grupo de personas que esperaban en vano la llegada de un autobús para regresar a sus casas. Una vieja gritaba en medio de la noche que "las arañas rojas le habían robado un anillo" y unos muchachos jóvenes insultaban a cada coche policial que pasaba. La vieja gritaba como enloquecida a los policías: "Rusos malditos", e insistía en que un policía la había robado su anillo de oro.

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Uno de los jóvenes tuvo la idea de arrancar una bandera roja de las que engalanan Varsovia con motivo del Primero de Mayo, y después de pisotearla se pusieron a prenderla fuego.

Al poco rato ardían ya varias banderas en los mástiles y los jovenes empezaron a cantar a canción de los "boy scouts" polacos, que dice: "Arde la hoguera en el bosque y susurran las selvas".

El jefe está entre nosotros, nos cuenta historias de tiempos remotos y resucita la historia heroica".

Ocurrió lo inevitable y llegó una patrulla de soldados, que pidieron la documentación a todos los presentes. Mientras el jefe controlaba los pasaportes, las chicas se acercaron a uno de los soldados y le acariciaban el puñal, y le decían: "Qué bonito es. Un soldado tan guapo como tú no nos puede hacer nada". La vieja decía: "El Ejército polaco no nos puede hacer daño". Otro más realista comentaba: "Me parece que esta noche no vamos a necesitar taxi para ir a casa".

Las banderas rojas ardían en los mástiles y la escena tenía aspectos completamente irreales.

Poco antes de la una de la madrugada llegaron seis coches de la policía, que rodearon a todos y empezaron a meterlos en los coches. Uno de los policías gritaba: "Merecen que les hagamos correr a palos alrededor de la estatua de Segismundo a todos estos hijos de puta".

Policías y detenidos entraron a duras penas en los coches y se marcharon, mientras la calle quedaba desierta y todavía con un tufo a gas lacrimógeno.

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