_
_
_
_

La designación del general Torrelio para la Presidencia de Bolivia, fruto de un acuerdo militar

El general Celso Torrelio, de 48 años, comandante en jefe del Ejército boliviano, tomó posesión ayer de la presidencia de la República de Bolivia, tras un acuerdo entre las fuerzas armadas de su país, que en las últimas semanas exigían la sustitución de la Junta militar que regía el país desde el pasado 4 de agosto. El nuevo presidente ocupó la jefatura de la Academia Militar de La Paz, y tras el golpe de García Meza, en julio de 1980, que zanjó el proceso democrático boliviano, desempeñó altos cargos castrenses, fue nombrado ministro del Interior en febrero de 1981 y, posteriormente, comandante en jefe del Ejército y miembro de la Junta militar que sustituyó a García Meza.

La designación de Torrelio, 56º presidente de Bolivia, fue precedida por una turbulenta fase de desacuerdos entre el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina, que postulaban candidatos distintos para cubrir la Presidencia. Al mismo tiempo, mantenían criterios enfrentados sobre el papel realizado por la Junta militar que sustituyó al general García Meza al frente del ejecutivo boliviano a principios del mes pasado.

El general Waldo Bernal, hombre fuerte de la Junta anterior, anunció la designación de Torrelio poco después de que la Fuerza Aérea retirara la candidatura del general retirado Julio Sanjinez, cuyo nombramiento, según portavoces de este sector castrense, satisfaría al Gobierno norteamericano.

El aislamiento internacional de Bolivia y la inestabilidad permanente de la política y de la economía del país, que atraviesa la peor crisis en los últimos veinte años, ha determinado el acuerdo que ha permitido a Torrelio acceder al poder, con el propósito de " mantener la unidad de las fuerzas armadas bolivianas con el pueblo" y lograr el bienestar de los ciudadanos mediante la estabilidad política", según sus propias palabras.

Sin embargo, en medios civiles bolivianos la elección de Torrelio no ha provocado sorpresas espectaculares, pues su designación se interpreta orientada más bien hacia la consecución de una fórmula de compromiso que mitigue los enconamientos entre la jerarquía militar, cuyos mandos rivalizan obstinadamente por el poder, en una lucha más personal que política, o dirigida a hacer salir al país de la postración en la que se encuentra.

En 156 años de índependencia, Bolivia ha tenido 56 presidentes, 32 de ellos militares de alta graduación, y los golpes de Estado y los pronunciamientos se han producido a un ritmo vertiginoso. El golpe de García Meza, el pasado año, suprimió las libertades democráticas.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_