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ANDALUCIA

Plan para salvar de la ruina los corrales sevillanos

El ministro de Obras Públicas y Urbanismo, Luis Ortiz, tiene en sus manos la posibilidad de que el corral de vecinos de la calle Cristo del Buen Viaje, de Sevilla, sea rehabilitado y trasladado desde la ruina a la habitabilidad. Así podría comenzar, tal vez, la salvación de lo poco que todavía es salvable en la saqueada arquitectura popular de esta ciudad.

La especulación sin freno y lo que algunos llaman piadosamente «necesidades de la vida moderna» han ido liquidando en los últimos años los corrales de vecinos de Sevilla, que si bien eran producto del hacinamiento y la miseria, generaron a lo largo de los siglos una cierta forma de vida colectivizada y ajena al hermetismo individualista de los actuales bloques de cemento. En el corral, las vivencias de cada familia las eran de todo el vecindario, y las fiestas -es el entorno perfecto para las cruces de mayo-, los días de dolor, las riñas.Luis Montoto describía un patio de vecindad en estos términos: «El corral de vecinos es de ordinario un edificio de construcción antiquísima... Un patio, más o menos amplio, en cuyo centro se alza una fuente o se hunde un pozo; fuente o pozo que están al servicio de los vecinos, los cuales utilizan las aguas para todos los usos de la vida.... cuatro corredores que circunscriben el cuadrado del patio, y en ellos tantas puertas como habitaciones componen la planta baja, amén de un rincón destinado a depósito de inmundicias y de un patinillo dedicado a lavaderos. La parte alta del edificio corresponde exactamente a la baja».

En el número 18 de la calle del Cristo del Buen Viaje, en el barrio de San Esteban, sobrevive uno de estos corrales, de propiedad municipal. Lo habitan dieciséis familias, cuyo sueño más o menos imposible es continuar viviendo allí donde lo han hecho durante generaciones. Esta inquietud ha encontrado cauce en la asociación de vecinos La Morería y apoyo moral y técnico en un grupo de arquitectos sevillanos dirigido por Antonio Barrionuevo. Entre todos han puesto en pie el proyecto de rehabilitación del corral y llevan año y medio haciendo gestiones para pasarlo de los planos a la práctica.

Vida corralera

Se trata de no dejar perder lo genuino de la vida corralera (lo colectivo, lo solidario), evitando, al mismo tiempo, las estrecheces e insalubridades de unas viviendas concebidas como almacenes para pobres en una sociedad subdesarrollada y piojosa. Y dar satisfacción, de esta manera, a esas Encarna, Luisa e Isabel que escriben con mano indecisa: «A los pisos lejos no nos podemos ir porque somos pensionistas y no podemos pagar esas rentas tan elevadas, y además tampoco queremos salir del barrio; queremos continuar viviendo en la casa y seguir manteniendo la unión entre los vecinos».El proyecto contempla una serie de obras dirigidas a construir cuarenta viviendas familiares para otras tantas familias (la doble tendría 45 metros cuadrados, y la , sencilla, veintiuno), dotadas todas ellas de cocina, servicio higiénico, salón-dormitorio indivuales, pero manteniendo el patio común, las galerías y los lavaderos. Las rentas a pagar serían de 3.500 pesetas mensuales para abajo, lo que las haría especialmente recomendables para familias económicamente deprimidas que no pueden acceder ni siquiera a las viviendas de protección oficial.

Barrionuevo explicó a EL PAÍS que la rehabilitación propuesta puede considerarse una operación piloto de conservación dinámica que permitiría comprobar si en las condiciones de la Sevilla de hoy es posible la vida de una comunidad popular en torno a un patio. Lo importante es que si el experimento tiene éxito, puede servir de base para remozar otras partes de la ciudad histórica y conservar en sus barrios populares la cultura que les es tradicional.

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El ministro se interesa

Lógicamente, la reforma y el cobro de rentas tan bajas exigen ayuda oficial. Desde un punto de vista legal -¿o leguleyo?-, el MOPU necesita que el corral sea clasificado como vivienda de protección oficial para acceder a la solicitada subvención, próxima a los treinta millones de pesetas. Los vecinos han intentado, pues, otra vía, y el 8 de abril de 1981 escribieron al ministro, Luis Ortiz, en este tono: «Desearíamos que le dedicase el mayor cariño a esta idea. Estamos empeñados en rescatar una cultura, una manera de ser y de vivir de una parte de nuestra Sevilla, a la que tan profundamente está usted ligado». El ministro contestó que acogía la iniciativa «con todo afecto y simpatía». Y así está el tema.

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