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Entrevista:

Enrique Mugica: "En mi entrevista con Armada no se mencionó el nombre de ningún militar como jefe de Gobierno"

El dirigente socialista Enrique Múgica, cuya entrevista de noviembre pasado con el general Armada ha sido criticada por algunos sectores políticos niega en estas declaraciones que en aquel encuentro se mencionara el nombre de algún militar como posible jefe de Gobierno. Además de sostener que las Fuerzas Armadas no son un obstáculo para el acceso del PSOE al poder, Múgica se pregunta si la actual situación no será la consecuencia de la «frivolidad e imprevisión» del Gobierno de UCD.

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Los contactos militares del Partido Socialista

Pregunta. ¿Cuál fue el motivo de sus contactos con el general Armada?Respuesta. En el otoño pasado nos encontrábamos en plena campaña de elecciones sindicales y los miembros de la ejecutiva federal del PSOE acordamos repartirnos los viajes que ibamos a hacer en apoyo e UGT. A mí me correspondió Cataluña, que recorrí en compañía del primer secretario del Partido Socialista de Cataluña, Joan Reventós. Al llegar a Lérida, y teniendo en cuenta mi interés por mantener contactos con miembros de las Fuerzas Armadas -no en vano soy responsable de dichas conexiones en el partido-, el alcalde, Antonio Ciurana, que es compañero nuestro, organizó una comida con el gobernador militar y jefe de la División Urgel, general Armada.

Armada era un hombre importante y con prestigio en el Ejército, que había sido secretario general de la Casa del Rey. EI Planteó la preocupación existente en las Fuerzas Armadas por la propuesta de amnistía a los miembros de la UMD, a lo que yo le contesté comentándole la benignidad de la sentencia por la operación Galaxia, en relación con los hechos probados; y él contestó que aquello no había pasado de ser una conspiración, mientras que la UMD se había constituido en organización dentro del Ejército, lo cual no podía tolerarse.

También se mostró profundamente preocupado por las autonomías y el terrorismo, así como por el crecimiento del desempleo y la falta de inversión. El pensaba que la situación podía empeorar si no se establecía un cambio de clima político, y para ello propuso que todos arrimaran el hombro: en concreto, se refirió a un Gobierno UCD-PSOE presidido por un independiente.

P. ¿Mencionó algún nombre?

R. Bueno, tengo que decir que en ningún momento se postuló él mismo como presidente de ese Gobierno, y que en su planteamiento no entraba la posibilidad de que la formación de ese Gabinete se hiciera al margen de los procedimientos constitucionales.

P. ¿Es o no cierto que se manejó el nombre de Antonio Hernández Gil como candidato idóneo?

(Múgica se pone serio, piensa, medita: rebusca sus papeles, consulta notas y después contesta.)

R. No recuerdo si hubo nombres de independientes en aquella conversación. De lo que estoy absolutamente seguro es de que no surgió ningún nombre militar.

P. Desde su punto de vista, ¿cuáles son las razones del malestar que se observa en las Fuerzas Armadas respecto a la situación política?

R. Yo creo que tiene dos motivos: uno ilegítimo, que es la descarada manipulación que los grupos ultras hacen de ciertos temas, y otro, más explicable, que es la propia sensibilidad militar sobre dos temas, claves, que son, por este orden, autonomías y terrorismo.

El terrorismo más preocupante es el que surge vinculado a una comunidad autónoma, en este caso Euskadi. Un sector importante de las Fuerzas Armadas considera que las autonomías conducen al menoscabo de España y a la destrucción de su unidad, y nosotros no podemos tolerar que nadie nos gane en el amor a España, que es la patria común e indivisible de todos nosotros, como dice la Constitución.

Lo que ocurre es que, para nosotros, esa patria común e indivisible está basada en el reconocimiento de su pluralidad, mientras que los militares han sido educados en la idea de un Estado férreamente centralista y unitario, que es una verdadera deformación jacobina del pensamiento reaccionario francés, y que no puede decirse que sea un concepto tradicional, por que la concepción plural de España era, precisamente, el pensa miento tradicional español.

Tenemos otro problema, y es que los partidos nacionalistas no nos ayudan. Nuestro más profundo valor operativo en la construcción de las autonomías, es la solidaridad; pero nos encontramos con partidos nacionalistas que no son solidarios, algunos de forma desgarrada y traumática, como los separatistas vascos, y otros de manera pacífica. Cuando se quita a una plaza el nombre de España, de Cervantes o de Ramón y Cajal, algo se está quebrando de la cultura española, lo mismoque cuando se exige a empleados municipales un conocimiento amplio de la lengua propia de la comunidad o cuando se discrimina en la educación.

En alguna medida, también UCD ha contribuido a extender esa preocupación: nosotros nos planteábamos el proceso autonómico desde las nacionalidades históricas, pero el Gobierno suscitó expectativas en todas las regiones e incluso financió operaciones como las del PSA, que provocaron tensiones centrífugas allí donde no las había.

¿Y ahora qué hacemos? Yo no quiero hablar de frenazo, pero sí de una mayor comprensión solidaria, y eso exige que el Gobierno de España gobierne, y se deje de comprar apoyos parlamentarios por medio de ciertas cesiones. Y no se diga ahora que eso demuestra que los militares tienen razón: la tienen todos los españoles, vistan uniforme militar o traje civil, que queremos una España democrática, seria y firme.

P. Algunos sectores políticos sostienen que el ingreso de España en la OTAN ayudaría a frenar tentaciones involucionistas. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

R. La historia demuestra que eso no es así. Desde el punto de vista militar, la protección del Pacto dejó desguarnecido el Mediterráneo oriental durante las luchas internas en Grecia y Turquía, países en los que la OTAN no fue obstáculo para la interrupción de la normalidad democrática. El Portugal de Oliveira Salazar estuvo también en la Alianza Atlántica durante muchos años. Incluso hay quien sospecha que algunos servicios de la OTAN tuvieron algo que ver con el golpismo de los coroneles en Grecia.

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