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Los militares uruguayos identifican el voto "no" con el terrorismo y la subversión

Tres días antes de que los uruguayos acudan a las urnas para votar la Constitución elaborada por los militares, un alto mando castrense ha introducido en la campaña la sombra de un compló izquierdista dirigido por los Tupamaros desde la cárcel Libertad. Más de quinientas personas, algunas de ellas residentes fuera de Uruguay, estarían involucradas en esta conspiración desbaratada, según reveló ayer el general Julio César Rapela, comandante en jefe de la Segunda División del Ejército.

La campaña por el no ha sido promovida desde el interior de la prisión, con el propósito, siempre según la versión del general, de crear un foco de oposición que debilite al Gobierno hasta el punto de generar un clima revolucionario que haga posible una invasión desde el exterior. Las órdenes para poner en marcha esta estrategia habrían salido de la prisión a través de los familiares que acudían a visitar a los presos.Aunque a lo largo de toda la campaña ha sido frecuente la utilización electoral del terrorismo y la anarquía, que según la teoría oficial aparecen detrás del no a la Constitución, es esta la primera vez que se afirma tan tajantemente que todos los detractores de la Constitución están en última instancia movidos por un movimiento terrorista.

«Quienes acepten como reales y valederas mis palabras y se mantengan aferrados al rechazo del proyecto constitucional cometen un acto de absoluta irresponsabilidad. Quienes no crean en lo dicho y entiendan que no son de recibo las consideraciones realizadas, evidentemente no están capacitados para dirigir los destinos de la nación», afirmó el general Rapela.

Esta frontal acusación a los defensores del no es interpretada como un síntoma más de que los militares no están tan seguros de que el pueblo uruguayo -1.900.000 electores- vaya a refrendar el Próximo domingo defensores del no rechazan, por su parte, cualquier solución con los grupos terroristas y prefieren la confrontación política abierta sobre el contenido de la Constitución, huyendo de la dialéctica gubernamental.

Hay determinados indicios que hablan de nerviosismo en los círculos militares. Aparte de acusaciones frontales a los opositores, corno la del general Rapela, está la prohibición de cualquier acto público después del plebiscito. Algunos analistas creen que un decreto de estas características carecería de sentido si el Gobierno estuviera absolutamente convencido de su triunfo.

En este capítulo, debe incluirse también el anuncio hecho por Gallun de que no dará a conocer su última encuesta porque el número de indecisos sigue siendo todavía demasiado alto, cerca del 40%. Por último, el Gobierno insiste en señalar que, cualquiera que sea el resultado del plebiscito, no se trata de un voto sobre la labor de gobierno realizada en estos siete años.

Los partidos tradicionales (blancos y colorados) se han definido mayoritariamente por el no, pero tampoco en esto existe unanimidad. Ambos partidos, funcionan más de acuerdo a los esquemas partidistas norteamericanos, por buscar un ejemplo, y no resulta extraño que determinadas corrientes de un mismo partido se pronuncien por el voto afirmativo, mientras otras lo hacen por la posición contraria.Amnistía InternacionaI denunció anoche que la nueva Constitución uruguaya institucionalizará un sistema militar caracterizado por la represión y la tortura, en abierta violación de los derechos, informa Efe.

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