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Amenaza de manifestación de los empleados seglares del Vaticano

Juan Arias

Los empleados seglares del Vaticano han amenazado ayer con una manifestación pública de protesta, realizando una marcha pacífica dentro de los palacios vaticanos, si el Papa no recibe a los representantes de su asociación para plantearles todos sus problemas, a los que los prelados de los diversos departamentos vaticanos hacen oídos sordos. La decisión fue tomada durante una asamblea muy tensa que duró más de tres horas. Se celebró en el comedor interino del Vaticano, que es la sala, que el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, ha concedido a la nueva asociación de los Empleados Laicos Vaticanos durante este pontificado.La asociación nació después. de las duras protestas de los empleados al papa Juan Pablo II. Durante esta manifestación, el caso más protestado fue el de una joven, que trabaja en el almacén de tejidos y denunció públicamente que la han amenazado con echarla si se casa, como ella piensa hacerlo, basándose en que lo prohíbe el reglamento. Uno de los empleados se levantó gritando: «No estamos ya en la Edad Media, esto es intolerable y hay que resolverlo». Lo más curioso es que este almacén no depende directamente del Vaticano porque lo tiene en concesión otra empresa, que se aprovecha del reglamento vaticano para impedir que se casen sus empleadas.

En realidad, la revuelta ha sido contra los jefes históricos de la nueva asociación, acusados por la base más radical de ser demasiado blando y de no representarles lo suficiente. Junto con las reivindicaciones económicas, estos trabajadores que durante años habían sido considerados a mitad entre los monseñores y los verdaderos trabajadores en el bien y en el mal, en los privilegios y en la falta de libertad sindical, piden sobre todo que desaparezcan ciertos viejos reglamentos absurdos.

Pero, como ha dicho a EL PAIS un prelado vaticano, la cosa no es fácil porque no existe un reglamento único. Cada sector tiene sus reglas, que a veces ni están escritas. Depende de la rigidez del responsable del sector el que ciertas reglas se cumplan o no. Por ejemplo, hemos podido saber que, mientras a una divorciada se la ha amenazado con el despido si viviera con otro hombre, a una joven que se había quedado encinta se le permitió continuar en su puesto.

El más a favor de esta nueva asociación, en realidad, es el mismo papa Wojtyla, su fundador. De hecho, pide siempre al cardenal Casaroli que trate con sus «representantes».

Los más contrarios son los prelados encargados de las finanzas, los cuales aseguran que, si esta asociación acabara convirtiéndose en un sindicato, ni el Papa mismo se imagina los problemas que podrían surgir en el Vaticano.

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