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Alfonso Guerra, opuesto al ingreso del PSOE en el Consejo de Seguridad Nuclear

El vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, anunció ayer su firme voluntad de oponerse a que el partido socialista entre a formar parte del Consejo de Seguridad Nuclear, durante el discurso que pronunció en el acto de apertura de las Primeras Jornadas Socialistas de Ecología y Medio Ambiente, que serán clausuradas hoy en Madrid.El dirigente socialista considera que el tema de la energía nuclear -el gran caballo de batalla de los ecologistas- está siendo manipulado desde el poder, presentándolo como una fuente energética puente entre los combustibles tradicionales y las fuentes alternativas, cuando en realidad el Gobierno y la gran industria no hacen nada por desarrollar esas alternativas. «No soy antinuclear radical, en el sentido de los que adoptan esta postura por un sentimiento meramente pasional, sino que he llegado a la conclusión de que la aplicación de la tecnología nuclear para la obtención de energía, que indudablemente es un avance de la humanidad, tiene más aspectos negativos que positivos y, por tanto, no interesa. Desde este punto de vista me considero antinuclear», declaró Alfonso Guerra a EL PAÍS una vez finalizado su discurso, que dejó sorprendidos a los numerosos ecologistas invitados al acto, al hacerse eco y asumir para el socialismo la mayoría de los postulados que propugna el ecologismo.

«Ecologismo y socialismo son las dos caras de una misma moneda», añadió Guerra, «ya que no pueden alcanzarse los objetivos ecologistas sin un nuevo modelo de sociedad, y el socialismo no puede desarrollarse sin tener en cuenta los postulados ecológicos». El apoliticismo de algunos grupos medio ambientales fue criticado por el vicesecretario general del PSOE, quien considera que no pueden separarse los problemas ecológicos de los problemas sociales.

En este sentido, Alfonso Guerra señaló que hay que superar determinadas dificultades, como que los partidos de izquierda se encuentren a veces con sectores ecologistas que les acusan de desinterés cuando no se ocupan del tema, y de pretender instrumentalizarlo, cuando se ocupan. Sin embargo, también reconoció que en los ambientes políticos se piensa a veces que el ecologismo es «una moda y una chaladura», o que «es bonito pero utópico», mientras que pocas personas tienen una idea real del alcance del pensamiento ecologista.

A título de ejemplo citó a los miembros de la ponencia que redactaron la Constitución, que mostraban una total ignorancia en el tema, o a algunos miembros de la comisión que dictaminó sobre el anteproyecto de ley del Parque Nacional de Doñana, que ante el enfrentamiento de dos posturas totalmente opuestas, le llegaron a proponer tirar una moneda al aire para decidirse por una de las dos.

Alfonso Guerra criticó a la Administración y al Gobierno, acusándoles de preocuparse únicamente de las reivindicaciones ecológicas cuando alcanzan el grado de problema de orden público, mientras se resisten a desarrollar los artículos de la Constitución que determinan una legislación sectorial en estos temas, e indicó que «en este terreno se está practicando un verdadero terrorismo histórico, en el sentido de que se está comprometiendo nuestro futuro, que hay que combatir».

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