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La extraña historia de los GRAPO

Dotados de una extraordinaria movilidad y capacidad de acción, sometidos aún hoy a una metódica duda sobre la naturaleza y oportunidad de sus acciones, los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO) han venido disputando a ETA, en los últimos cinco años, el protagonismo del terrorismo español.Primero «sección técnica» y luego brazo armado del Partido Comunista Reconstituido (PCEr), grupo surgido en los primeros años setenta de otro pequeño partido, Organización Marxista Leninista de España (OMLE), los GRAPO se dieron a conocer a la opinión pública el 1 de octubre de 1975, cuando en acción sincronizada dieron muerte a cuatro policías nacionales en Madrid.

En su haber están los asesinatos de militares, de miembros de las Fuerzas de Orden Público, del magistrado Miguel Cruz Cuenca, del director general de Instituciones Penitenciarias Jesús Haddad, el atentado contra la cafetería California 47, los secuestros de Antonio María de Oriol y del teniente general Villaescusa, además de numerosos robos, tiroteos y fugas espectaculares.

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Sus primeras acciones causaron perplejidad. Nadie sabía de dónde venían ni la dirección política de sus acciones, dado que parecían actuar como contrapunto de la evolución política iniciada en España. A pesar de la anterior militancia izquierdista de algunos de sus miembros, la izquierda aseguraba no reconocerlos. La policía carecía de pistas y casi de antecedentes.

Aceptada su naturaleza izquierdista, las más variadas teorías empezaron a ser manejadas. Se trataba de un grupo reducido y, por tanto, susceptible de ser infiltrado con eficacia. Sin embargo, supuestos militantes de estas siglas han sido detenidos a centenares. Sus conexiones exteriores no han podido ser demostradas y su material operativo parece ser producto exclusivo de sus robos.

Cada vez que una redada importante parece haber desmantelado a los GRAPO, éstos resurgen de nuevo. Cambian de máximo responsable con facilidad, y cuando uno de ellos cae, la solución de recambio parece estar preparada de antemano. Primero figuró Manuel Pérez Martínez, como secretario general de los GRAPO, y Enrique Cerdán, como máximo responsable. Tras su detención, le sustituyó Francisco Brotons Beneyto, detenido en octubre de 1977. Después ocupó el puesto Juan García Martín, detenido en agosto de 1978; la máxima dirección pasó entonces a José María Sánchez Casas, detenido en octubre de 1979, y que había sido también detenido en octubre de 1975, acusado de haber participado en el asesinato de un policía armado.

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Sorprende la repetición de los nombres de miembros de los GRAPO buscados por la policía. Cuando en julio de 1979 el Ministerio del Interior ofreció recompensas por la captura de ciertos elementos de los GRAPO, se pudo comprobar que algunos de esos nombres habían figurado anteriormente en las relaciones de detenidos.

El año 1979 pareció un año decisivo para el Fin de la organización. La detención, el 14 de octubre, de veinte supuestos miembros de los GRAPO completó una intensa labor policial iniciada en julio. Más de cincuenta supuestos miembros de estos grupos fueron detenidos, y de las once cabezas a las que puso precio el Ministerio del Interior sólo uno, Fernando Vilaboa, no pudo ser capturado.

De abril a octubre de 1979, seis presuntos miembros de los GRAPO resultaron muertos. El pasado 19 de diciembre, cinco de los miembros más importantes de los GRAPO detenidos por la policía protagonizaron una insólita fuga de la prisión provincial de Zamora. Entre los fugados figuraban Enrique Cerdán Calixto, Fernando Hierro Chomón y Abelardo Collazo Araújo. Este último resultó muerto por la policía el pasado 29 de agosto.

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