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Las corrientes marinas del estrecho de Gibraltar pueden generar 250.000 millones de kilowatios/hora anuales

Un adecuado aprovechamiento del potencial energético de las dos corrientes del Estrecho de Gibraltar, la atlántica y la mediterránea, podría generar una energía equivalente a 250.000 millones de kilovatios/hora anuales (unas 2,4 veces el total de la energía, de todos los orígenes, producida en España actualmente), según se desprende de un proyecto elaborado par el ingeniero de Minas Félix Cañada Guerrero. En el proyecto se plantea el aprovechamiento del potencial energético de las corrientes del Estrecho -tras los necesarios estudios de viabilidad- mediante la construcción de grandes diques. Se trata de colocar entre grandes pilares unas turbinas que son movidas por la corriente. La suma de los caudales de estas corrientes, superpuestas e inversas, se estima en unos 2,4 millones de metros cúbicos por segundo, lo que equivale a unas treinta veces el caudal del rio Amazonas.

Sólo una pequeña parte de la energía del agua en movimiento es aprovechada. Son conocidos los numerosos ensayos para aprovechar las corrientes de marea, que hasta el momento sólo ha permitido aplicaciones industriales en casos muy singulares. Pero resulta paradójico que nunca se haya intentado utilizar la grande y constante energía de las corrientes marinas y de los grandes ríos, cuando en sus cauces no se dan desniveles importantes.La corriente del golfo, por ejemplo, tiene un flujo de veintiséis millones de metros cúbicos por segundo, a una velocidad de tres a seis nudos. Partiendo de que E= 1/2 m v2, la energía de esta masa equivaldría a una potencia de 500.000 millones de kilovatios/ hora anuales (casi cinco veces la consumida en España durante todo el año), aunque su aprovechamiento parece prácticamente inviable.

En este sentido, asegura el proyecto que las corrientes del Estrecho de Gibraltar son únicas. La corriente atlántica, entrante y superficial (más caliente y de menor densidad), y la mediterránea saliente, más profunda, fría y más densa. Las dos son el efecto de un gradiente de presión horizontal; entre ellas existe una interfase de separación, en la que se mezclan y se pierde en turbulencias una gran parte de la energía, cuya profundidad se encuentra por término medio a 150 metros. La corriente atlántica tiene una salinidad próxima al 36,2%0 y una temperatura superior a los 130 grados centígrados. La salinidad de la mediterránea es de 37,9%0, con una tem peratura de 13 grados.

Las velocidades de corrientes medidas varían entre 0,5 y 6 nudos para las corrientes atlánticas; las velocidades mediterráneas se conocen peor, pero se sabe que son intensas y constantes.

Como se trata de corrientes de poca velocidad, el proyecto pretende aumentarla, haciéndolas pasar por cauces distintos y de menor sección. Ello se conseguiría con la construcción de grandes diques que canalicen estas corrientes y eviten su dispersión a lo ancho del Estrecho. La corriente mediterránea seguiría circulando por la parte central, más profunda; la atlántica penetraría en el Mediterráneo por un cauce abierto en zonas menos profundas, hacia la zona marroquí. Y esos diques propiciarían un aumento de las velocidades del agua.

¿Cómo se explican estas dos corrientes superpuestas e inversas del Estrecho de Gibraltar? La mecánica es bastante simple. Hay dos causas que la producen: de una parte, la cuenca del Mediterráneo no aporta el agua que se pierde por evaporación, ni siquiera la recibida por el Bósforo. Tiene que entrar agua atlántica para compensar esta pérdida por evaporación, que se cifra en unos 100.000 metros cúbicos por segundo.

El agua mediterránea es más densa que la atlántica, pues su salinidad es mayor. El agua atlántica, que compensa la evaporación, es salada y al evaporarse a su vez aumenta constantemente el contenido en sal del Mediterráneo. Este exceso de salinidad, permanente y renovado, es el que provoca la sobrepresión que determina la corriente de aguas densas que sale del Mediterráneo hacia el Atlántico por la parte más profunda del Estrecho.

Y como el caudal de agua mediterránea que sale para compensar esas diferencias de salinidad es muy grande, otros caudales de agua atlántica deben penetrar para compensar esta salida. Hay, pues, una relación de dependencia entre ambas corrientes, de modo que la variación de la una lleva consigo la inmediata variación de la otra. El proyecto deja bien claro -una vez más- que serían necesarios profundos estudios del Estrecho para poder predecir qué es lo que va a suceder si se alteran los cauces construyendo diques e interponiendo turbinas.

El proyecto dedica un apartado al estudio de estos diques, cuya máxima profundidad sería de 350 metros, correspondiendo esta zona profunda a un área relativamente plana. La longitud del dique desde la costa española sería de 13,5 kilómetros y 10 desde la marroquí. La empresa debería acometerse por estos dos países, puesto que la zona se encuentra en sus aguas jurisdiccionales, y como un subproduelo permitiría la construcción de amplias vías de comunicación entre Europa y Africa, amén de grandes puertos a su abrigo.

Especifica el proyecto que los materiales para la construcción de los diques abundan, tanto en la parte española como en la marroquí. Las mayores dificultades para la construcción de estos diques vienen determinadas por las grandes corrientes inversas y los grandes fondos. Este es sin duda el capítulo más costoso de todo el proyecto, por el enorme volumen de materiales a mover. El tipo de construcción de los diques podrá ser mixto: en determinadas zonas, de escollera, y en otras de hormigón (en las más profundas).

Los pilares constituirían el mayor problema de ingeniería de la obra. Deberían ser construidos entre fuertes corrientes cuyo empuje atentará permanentemente contra su estabilidad. Las turbinas, dada la poca energía de las corrientes, deberán ser de gran diámetro (más de veinte metros) y su número tendría que ser probablemente superior a quinientos.

Según unos primeros cálculos económicos estimativos realizados por el señor Cañada, las inversiones totales a realizar en este proyecto ascendería a 2,3 billones de pesetas, lo que supondría unos 1.500 dólares de inversión por kilovatio instalado.

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