Ha muerto el crítico y ensayista francés Roland Barthes
Ayer falleció en París Roland Barthes, escritor y filósofo francés, de 64 años de edad, a consecuencia de las heridas sufridas en un accidente de tráfico el pasado 25 de febrero.
El creador del estructuralismo literario nació en Cherburgo el 12 de noviembre de 1915. Se licenció en la Soborna en Letras Clásicas y fue profesor en Biarritz y en París. A partir de 1947 comenzó a publicar una serie de crónicas literarias en el periódico Combat. En 1960 entró en la Escuela Práctica de Altos Estudios. Con la publicación de Le Degré Zero de Vecriture (1953) inicia una nueva crítica literaria en que se valoran las superestructuras, el símbolo, la imagen, la fantasía, la metáfora y el signo lingüístico de las creaciones literarias y artísticas.La nueva escuela crítica, como se la denominó, se apoyaba también en el psicoanálisis y la lingüística estructural para descifrar la textura de los textos. Por ello se le incorporó un poco frívolamente dentro de la filosofía del estructuralismo. Pero en este amor al texto por el texto literario mismo fue precedido por Lucien Goldmann, creador del estructuralismo genético y discípulo de Luckas. Texto, dice Barthes en unas declaraciones a EL PAIS (28-1-1979), procede de textus, participio pasivo de texo, que quiere decir tejer, el texto es un tejido de sentidos enmarañados; luego se trata de descubrir los sentidos múltiples de ese sentido único que constituye una obra literaria Después de publicar Michelet por él mismo (1954), alcanza con Mitologías (1957) -libro en que se ocupa de los mitos de la modernidad- una dimensión universal. La obra sobre Racine (1963) y sus Ensayos críticos (1964) suscitan en Francia vivas y ásperas polémicas entre los críticos literarios y los profesores de literatura, negándose a aceptar muchos de ellos una interpretación absoluta y literalmente formalista de la literatura. La querella de la nueva crítica ha sido el primer acto público de una vasta conmoción en las ideas sobre el cual se ha pegado, sin duda abusivamente, la etiqueta de estructuralismo, cuya moda, al menos hoy, ha pasado.
Raymond Picard, en un panfleto contra Barthes, Nueva crítica o nueva impostura, ataca el argot lingüístico que emplea Barthes en su Racine, a lo que responde este último con Crítica y verdad, donde defiende el sentido subjetivo de su crítica literaria. Más tarde publica L'Empire des Signes (1970), donde prosigue la investigación semiológica iniciada en sus Elementos de semiología (1965). Luego fue designado profesor de esta asignatura en el Colegio de Francia. Esta inquisición de las significaciones adquiere en Le Plaisir du Texte (1973) su cima señera. En Sade, Fourier, Loyola (1970) parece abandonar la crítica literaria y comienza una interesante indagación sobre sí mismo.
Roland Barthes por Roland Barthes (1975) y Fragmentos de un discurso amoroso (1977), tentativa incompleta de describir el amor como objeto supremo de la reflexión humana, completan, con su reciente ensayo sobre la fotografía, su producción bibliográfica.
Fragmentos de un álbum
En uno de sus libros más recientes, ese colláge de opiniones, textos, apuntes de lecturas y juegos que es Roland Barthes por Roland Barthes, decía el escritor:
«Del pasado, mi infancia es lo que más me fascina: lo único que al mirar no me hace lamentar el tiempo abolido. Pues no es lo irreversible lo que en ella descubro sino lo irreductible: lo que sigue en mí aún, de cuando en cuando. En el niño leo, a cuerpo descubierto, el reverso negro de mí mismo, el tedio, la vulnerabilidad, la aptitud para las desesperaciones (afortunadamente plurales), la conmoción interna cercenada, para su desdicha, de toda expresión. »
La estructura del espacio
«Tengo dos espacios de trabajo, uno en París y otro en el campo Entre uno y otro, ningún objeto en común, pues no se traslada nunca nada. Sin embargo, los dos son idénticos: ¿por qué? Porque la dis posición de los útiles (papel, plumas, pupitres, relojes, ceniceros) es la misma: la estructura del espacio es lo que configura su identidad Este fenómeno privado bastaría para esclarecer el estructuralismo: el sistema prevalece sobre el ser de los objetos. »
«El uso desenfrenado de la paradoja corre el riesgo de implicar (o implica simplemente) una posición individualista, y podría decirse, una suerte de dandysmo. Sin embargo, aunque solitario, el dandy no está solo: (...) toda la clase intelectual, si no milita, es virtualmente dandy. »
«Al recordar las pequeñas cosas de las que había tenido que privarse en su infancia descubrió las cosas que le gustan actualmente: por ejemplo, las bebidas heladas (la cerveza muy fría), porque en aquella época no había todavía refrigeradores (el agua del grifo, en B., durante los veranos muy pesados, estaba siempre tibia).»
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