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Reportaje:

Garrincha y Best, hundidos por el abuso del alcohol

Garrincha y Best, en graves dificultades por el abuso del alcohol, son dos ejemplos ilustres de la tendencia de muchos futbolistas a arruinar sus carreras deportivas -y en algunos casos hasta sus vidas- por disfrutar de una juventud excesivamente alegre. El fútbol español está lleno de casos así; de hombres cuya "mala cabeza" les ha perjudicado decisivamente en sus carreras. Desde De la Puerta a Heredia y Ayalahan sido muchos los casos. Otros hombres, como Gorostiza, Biosca, Kubala o Gentohan demostrado una especial resistencia fisica que les ha permitido rendir bien en el campo, pese a que fuera de él no se hayan cuidado como otros.

Manoel dos Santos, apodado como Garrincha, se form. ó como jugador en el Botafogo y apareció en el firmamento del fútbol en el Mundial de Suecia, en 1958, en compañía de otro jovencito llamado Edson do Nascimento, y conocido como Pelé. Garrincha tenía entonces veinte años -tres más que Pelé- y ambos llegaron a Suecia -como suplentes de la acreditada selección brasileña. En el curso del campeonato, el equipo no convenció y el seleccionador decidió probar suerte con estos dos jóvenes, que formaron en la delantera junto con Didí, Vavá y Zagalo. El éxito fue absoluto. Pelé deslumbró con goles imposibles y Garrincha destrozó la cintura de todos los defensas que le marcaron y proporcionó tantos decisivos a Vavá. A partir de la inclusión de ambos hombres, Brasil resolvió sus partidos con goleadas y ganó el título.En 1962, en el Mundial de Chile, Garrincha alcanzó la cúspide de su fama. Pelé, lesionado, no pudo contribuir a la renovación del título para Brasil, y fue Garrincha quien tomó el testigo como gran estrella del ataque, en el que aún sobre vivían Didí, Vavá y Zagalo y al que se incorporó, como digno reemplazante de Pelé, Amarildo. Garrincha puso más que nadie para e segundo título de Brasil. Pero poco después de eso comenzó a abandonarse. Se separó de su mujer -que le dio catorce hijas- y se unió a una cantante de fama, Elsa Soares. Con frecuencia abandonó los entrenamientos y se marchó a acompañarla en sus giras. En el Mundial de Inglaterra, en 1966, no recordó en nada sus actuaciones anteriores; Pelé, como en Chile, fue víctima de los «cazatobillos», y Brasil se quedó sin título. En 1970, en México, con Pelé -los treinta ya cumplidos- al frente de una nueva generación en la que destacaban Jairzinho, Gerson, Tostao y Rivelino, recuperó el título. Garrincha, con 32 años, era ya, aunque de cuando en cuando intentaba reconstruir su carrera en el Botafogo, sólo un recuerdo para la historia del fútbol.

Treinta mil pesetas en el carnaval

Desde entonces, las cosas no le han ido bien. Se ha entregado a la bebida como refugio, según explicación de los médicos, contra una «oligofrenia cultural, un desajuste afectivo y emocional resultante de la falta de estímulos». Recientemente estuvo internado, con una grave afección de cirrosis hepática que hizo incluso temer por su vida. Los carnavales le han proporcionado sus primeras ganancias en mucho tiempo: cuatrocientos dólares -algo menos de 30.000 pesetas-, que le han sido entregados como pago a su participación en el desfile del carnaval. Garrincha llamó la atención de las decenas de millares de espectadores que presenciaron el desfile, pero hizo todo el trayecto sentado en un carro alegórico de la Copa Jules Rime -nombre que antes llevaba el Mundial de Fútbol, en honor a su fundador-, cabizbajo, ausente y lloroso en determinados momentos. Fue incapaz de hacer gestos de agradecimiento a las muestras de afecto que recibió y ni siquiera reconoció a su ex compañero Pelé cuando pasó frente a él. Pelé ha anunciado que financiará en un centro especializado de Estados Unidos un tratamiento para su amigo.

Best, un caso similar

George Best, nacido en Belfast hace ya casi 34 años, es un caso similar. Alcanzó la gloria apenas pasados los veinte en el Manchester United. Su velocidad, regate y sentido del gol fueron el complemento preciso del fútbol inteligente y pausado del fenómeno Boby Charlton. El Manchester se con virtió en el mejor equipo inglés y consiguió su viejo sueño de ganar la Copa de Europa, en 1968.Pero George Best también iba a tener una gloria efímera. El veterano manager del Manchester Matt Busby, tuvo desde el principio continuos problemas para contar con el joven jugador de melena de beatle en los entrenamientos Las mujeres más espectaculares de Manchester apreciaban su compañía, y al bueno de George -que pronto se convirtió en el hombre más envidiado por sus compañías femeninas de toda Inglaterra- se la hacía muy difícil mantener la forma física sin desairar a sus muchas admiradoras. El alcohol, inseparable compañero de la noche, también contribuía a alejarle de sus mejores condiciones fisicas.

A los veinticuatro años, y poco después de haber sido nombrado como el mejor futbolista de Euro pa, ya eran pocos los que confiaban en él. Su vida en el Manchester se convirtió en una sucesión de sanciones por ausencias a los entrenamientos y épocas en las que anunciaba serios propósitos de enmienda, que pronto olvidaba. Sus ac tuaciones comenzaron a ser má decepcionantes cada vez. Repentinamente abandonó el fútbol y se presentó en Marbella. Hizo varios retornos al Manchester y varia nuevas escapadas. Cruzó a Estados Unidos, para jugar en Los Angeles Aztecas y el Fort Lauderdale. Ya el año pasado regresó a Inglaterra para enrolarse en un Segunda, el Fulham. Un buen rendimiento -incluso volvió a la selección de Irlanda del Norte- le sirvió para alcanzar de nuevo cierta cotiza ción, y el Fulhani lo vendió al Hi bernians por siete millones.

El Hibernians, equipo de Edimburgo, que marcha mal clasificado en la Liga escocesa, quiso curarse en salud y le ofreció a Best un contrato en el que sólo figuraban ganancias por partido jugado. Eso sí, ganancias importantes: 280.000 pesetas por partido. La afición del ex ídolo al alcohol ha ido a más, y su presencia en el Hibernians ha sido un fracaso. El presidente del Fulhani aún confia en él y está dispuesto a reincorporarlo al equipo, aunque ofrece menos de la mitad del dinero que el Hibernians le pagó hace pocos meses. La mujer del jugador -una modelo que conoció en su etapa en el fútbol norteamericano, Angela McDonald-James- ha sido clara a la hora de analizar las causas del fracaso deportivo de su marido: «Cada noche se bebe dos botellas de champaña con vodka, y por la mañana es imposible levantarle para que vaya a los entrenamientos.» Sus palabras originaron un gran revuelo, pero Best no negó las acusaciones de su esposa cuando fue preguntado por los periodistas: «Cada vez que entro en un sitio hay sesenta personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no.»

García la Puerta, Gorostiza y Gaspar Rubio

El fútbol español -como el de todos los países- ha conocido con frecuencia casos similares. Los más antiguos aficionados y ex jugadores hablan de un hombre que militaba en el Madrid en la época de Bernabéu, un tal García la Puerta, de cuya habilidad técnica se cuentan prodigios, pero sus excesos fuera del campo ahogaron sus posibilidades, ello a pesar de que el fútbol de aquellos tiempos no exigía las condiciones físicas de hoy. Otra estrella grandiosa de antes de la guerra, Gorostiza -que prolongó su carrera hasta los años cuarenta, en los que rindió grandes servicios en el Valencia, junto a Epi, Amadeo, Mundo e Igoa-, se caracterizó también por su afición por el alcohol. Cuentan que en alguna ocasión tuvo que ser despertado poco antes del partido y duchado rápidamente con agua fría para que saltara al campo. Sin embargo, su resistencia al alcohol y sus prodigiosas condiciones comojugador le permitieron mantenerse en activo mucho tiempo, y ha quedado en la historia del fútbol español como una de sus primeras estrellas. Otra célebre mala cabeza de la época fue Gaspar Rubio, delantero centro del Madrid y de la selección- le hizo dos goles a Inglaterra en el célebre 4-3 del Metropolitano-, que truncó su carrera al escaparse repentinamente a jugar a Cuba. Cuando regresó al fútbol español fichó por el Atlético, pero en nada recordaba sus anteriores actuaciones.

Más casos

En los años cincuenta, Kubala, César y Biosca se ganaron fama de juerguistas en Barcelona, pero ellos tres fueron, como Gorostiza, claros ejemplos de resistencia fisica contra los excesos, porque esas juergas no les impidieron completar brillantísimas carreras deportivas. Un caso contrario fue el de Coque, un fenomenal interior formado en el Valladolid y que, fichado por el Atlético, tuvo un efímero paso por el club madrileño. Unos amoríos con Lola Flores tuvieron en parte la culpa.En general, el Atlético ha sufrido con cierta frecuencia a los «malas cabezas». Sin embargo, el Madrid ha dado mucha importancia a la disciplina de sus jugadores, quizá por el escarmiento de los casos de Gaspar Rubio y García la Puerta, pero lo cierto es que difícilmente perdona un devaneo. Tan es así, que son muchos los que afirman que Vidal -aquel joven medio de ataque de la quinta Copa de Europa- vio frenada su carrera en el club porque salió retratado, bailando con Conchita Velasco, en la última página de un vespertino madrileño, el desaparecido Madrid. Con quien hizo en cierta medida la vista gorda el Madrid fue con Gento, porque se retiró del fútbol con los 37 ya cumplidos. Pasados los treinta, supo alternar como un jovencito en el equipo «ye-ye» y galopar tras los lanzamientos de Velázquez como lo había hecho diez años antes tras los de Rial.

El Atlético, por contra, ha sufrido frecuentemente por esta causa. Sin ir más lejos, ahí están los casos de Heredia y Ayala, o el de Tirapu. Heredia y Ayala, comprados por muy buen precio al San Lorenzo de Almagro, llegaron al Atlético con veintidós años y un espléndido futuro. En su primer año en el club convencieron plenamente y colaboraron a llevar al equipo a la final de la Copa de Europa. Poco a poco empezaron a abandonarse. Heredia se descuidó más que Ayala, y el Atlético tuvo que prescindir de él. Marchó al Paris Saint Germain, en el que fracasó. Regresado a Argentina, no pudo hacerse con un puesto en el Rosario Central. Ahora está sin equipo. El caso de Ayala es más reciente. Está en el Jalisco mexicano. Con los treinta por cumplir, están en declive. Tirapu -cuyo hermano juega en el Athlétic de Bilbao- era considerado hace siete años como el portero del futuro para el Atlético, que lo fichó con veinte años y lo cedió al Rayo; allí acreditó sus condiciones y saltó al Atlético. En ocasiones sentó a Reina en el banquillo, pero pronto abandonó sus entrenamientos. El Atlético le aguantó mucho para evitar encontrarse con otro caso Juanito -otro jugador que iba camino de malograrse, pero que rectificó a tiempo-, pero al final tuvo que desprenderse de él. Lo fichó el Burgos, que tampoco pudo utilizarlo. Con veintisiete años, está en libertad.

La lista, como se ve, es larga. Otro caso que merece la pena ser citado es el de Diarte, deslumbrante cuando llegó al Zaragoza. Pero las discotecas le atraían más que los entrenamientos, y su paso por el Valencia fue un fracaso. Ahora, en un club de segunda fila, el Salamanca, trata de recuperar el tiempo perdido. Lo mismo ocurre con Megido, que cerca ya de los treinta años está confirmando en el Málaga que tiene madera de fenómeno. Pero antes, ni el Spórting, ni el Granada, ni el Betis pudieron sacarle todo el partido que esperaban de él. Su indisciplina le ha robado lo que a estas alturas podía ser una espectacular carrera deportiva.

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