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Los cambios en el callejero madrileño serán efectivos a finales de julio

El cambio de nombre de las veintisiete calles madrileñas que recuperarán la denominación que tenían con anterioridad a 1931 -véase EL PAIS del domingo- no entrará en vigor hasta finales de julio, ya que el Ayuntamiento va a dar un plazo de seis meses antes de hacer efectiva la modificación, para que los ciudadanos y organismos afectados puedan hacer la correspondiente adecuación.

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Un nomenclátor basado en el siglo XIX

Medios oficiales y empresariales, consultados por este periódico no han sabido evaluar las consecuencias económicas de esta reforma del callejero, aunque han coincidido en asegurar la necesidad de una fuerte inversión.La medida, largamente estudiada por los miembros de la Corporación, tiene unas incidencias económicas que la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM) supone muy elevadas, aunque no las cuantifica por falta de datos exactos. La modificación cargará sobre las empresas, a juicio de la CEIM, costes derivados de notarías y registros, por el cambio de domicilio social; propaganda de los comercios e industrias; nueva impresión de papel, cartas, tarjetas, sobres, etcétera; rótulos comerciales en los que se indique la dirección y sustitución de discos y señales en las paradas y estaciones de las líneas de autobús y Metro.

Para Correos, el cambio de nombres de las calles no cuesta dinero, aunque sí un esfuerzo suplementario por parte de los encargados de clasificar y repartir la correspondencia. Lo único que Correos precisa para garantizar la puntual llegada del envío es que en éste se señale el número del distrito postal del destinatario, cosa que ahora no ocurre en el 40% de los casos.

Si en cada carta se especifica el número del distrito postal, en la cabeza de éste se encargarán de remitirlo a su lugar exacto, lo que no ocurriría si el envío ha de ser clasificado desde los servicios centrales. De todas maneras, la plena normalización del servicio con respecto a esas calles no se logrará hasta pasados seis meses.

Sin embargo, para la Compañía Telefónica todo son fichas y guías de abonados. El cambio de esas fichas y guías puede suponerle según un portavoz de la misma, un gasto de mil pesetas por cada abonado afectado, lo que equivale a un desembolso muy elevado, que se cifra en millones de pesetas.

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En cuanto a la lista de calles afectadas por el cambio de denominación, diversas fuentes han señalado que no se trata, ni mucho menos, de la totalidad de las que el franquismo cambió de nombre Seguirán, de momento, llamándose igual calles con tantas reminiscencias de la guerra civil como Dieciocho de Julio, plaza de Millán Astray, Caídos de la División Azul o la avenida del General Fanjul Así hasta setenta nombres, de los que se cambian sólo veintisiete.

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