Las universidades católicas, preocupadas por su futuro
, «Estamos todavía ante una oportunidad histórica de abordar con serenidad y acierto un problema de trascendencia histórica y social que ha producido grandes luchas en nuestro pasado y que puede ocasionar pérdidas irreparables para el país en el futuro», señaló el rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, Juan Luis Acebat, en sus palabras de salutación a los participantes en el Congreso de Universidades Católicas Europeas, que comenzó ayer, al resaltar la actualidad e interés del tema central que debatirán los congresistas: La libertad de enseñanza, garantía de la sociedad democrática.El profesor Acebal expuso ante los rectores y directores de distintas universidades y centros superiores de Holanda, Bélgica, Francia, Italia, Portugal y España la importancia del proyecto de ley sobre Autonomía universitaria remitido a las Cortes y su incidencia en la libertad de enseñanza. «Se proclama en abstracto la libertad de enseñanza», comentó, «pero no existe cobertura económica ni una distribución equitativa de los fondos presupuestarios entre los centros privados y los estatales.»
Para el rector de la Universidad Pontificia, el proyecto de ley, de no variar sustancialmente, impedirá la creación de centros universitarios promovidos por personas físicas o jurídicas ajenas al Estado. «Estamos ante un caso práctico que puede y debe estimular las reflexiones y el diálogo de nuestro congreso», dijo al término de su intervención.
Durante el día de ayer, los representantes de las distintas universidades informaron al congreso sobre la situación en que se hallan los centros universitarios no estatales en sus respectivos países. La última información a este respecto fue la presentada por los centros españoles. Tras un estudio de carácter histórico, a partir del siglo pasado se analizó la situación actual. Ninguno de los centros universitarios de la Iglesia católica tiene una situación firme y consolidada de cara al futuro. Por su parte, las escuelas universitarias presentan también una estructura económica deficitaria, aunque más suave y con mayor número de excepciones que en el caso de las universidades propiamente dichas.
«Si la Iglesia española quiere contar en el futuro con universidad propia, tiene que tomar decisiones muy enérgicas de diversos órdenes», concluía el informe, tras aconsejar el potenciamiento de las universidades ya existentes -a las que, según el mismo, se les presenta un futuro algo menos sombrío que a las que pudieran crearse en los próximos años- y poner de manifiesto que la opinión pública no está sensibilizada positivamente a favor de la universidad de la Iglesia para apoyarla y protegerla. El porvenir de las escuelas de formación del profesorado se presenta más halagüeño, pero no ocurre lo mismo con las escuelas de enfermería, que carecen de centros hospitalarios en los que puedan impartirse las enseñanzas prácticas.
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