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Herri Batasuna desaprueba el atentado contra el militante del PSOE

Herri Batasuna «desaprueba, por considerarlo un grave error político», el atentado que costó la vida al trabajador socialista Germán González. La coalición abertzale denuncia, paralelamente, lo que considera «sucio oportunismo » del PSOE y PCE por sus «insinuaciones» en tomo a la afiliación de los autores del atentado. Aunque en el comunicado no se nombra a ETA, el pronunciamiento de Herri Batasuna coincide con el hecho público la víspera por esta última organización -y que incluimos en nuestras últimas ediciones de ayer- negando toda relación con los «comandos autónomos» que reivindicaron el asesinato de Germán González. Desde hace al menos dieciocho meses se conoce, en efecto, la existencia de un grupo -o varios grupos, más o menos coordinados que utilizan la firma «comandos autónomos» al reivindicar sus acciones. Tanto ETA como los propios comandos han negado en varias ocasiones cualquier relación orgánica entre sí. Así, el 3 de abril de este año, al reivindicar el atentado realizado dos días antes contra el club Kal Eder, de Plencia (Vizcaya), los comandos aclaraban en un comunicado que, «pese a lo comentado en algunas ocasiones por medios informativos, los comandos autónomos no mantienen vínculos organizativos con ETA militar».El hecho de que, según todos los indicios, ETA militar actúe últimamente en base a una estructura de grupos autónomos entre sí y coordinados directamente con la dirección ha favorecido probablemente el confusionismo, al identificar dicha estructura autónoma con la sigla «comandos autónomos». Tal sería el caso, por ejemplo, de la declaración del portavoz gubernamental, Josep Meliá, al afirmar el lunes, a la vista de la reivindicación firmada por «comandos autónomos», que no había duda de la paternidad de ETA, dado que precisamente «la dificultad para vencer a ETA radica básicamente en el funcionamiento autónomo de los comandos».

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Sin embargo, en los medios políticos vascos relacionados con la izquierda abertzale se da por descontado que la única relación entre «comandos autónomos» y ETA es el hecho de que ambas organizaciones practiquen la actividad armada, incluso si, ocasionalmente, alguno de los militantes de los primeros haya podido pertenecer en el pasado a la segunda. Tal sería el caso, por ejemplo, de Francisco Aldanondo, Ondarru, detenido a comienzos de 1977 como presunto miembro de ETA y muerto el pasado día 17 por la Guardia Civil en un caserío próximo a Tolosa. Ondarru había abandonado ETA al salir de la cárcel, en diciembre de 1977, integrándose poco después en los «comandos autónomos».

La primera vez que se tuvo noticia de estos últimos fue con ocasión del atentado producido el 15 de abril de 1978 contra la sede de la patronal guipuzcoana Adegui. A consecuencia de aquel atentado se produjo la espectacular fuga de Vicente Aldalur, que logró atravesar las barreras de la frontera de Hendaya en un coche lanzado a gran velocidad, entregándose a la gendarmería francesa. Aldalur sería poco después devuelto a las autoridades españolas. Anteriormente, otras acciones menores -quemas de coches, pequeños petardos- habían sido ya reivindicados por unos «organismos de autodefensa asamblearia». En las escasas referencias ideológicas incluidas en los comunicados de los comandos han sido habituales, posteriormente, las referencias, al «asambleísmo» «autogestión» y términos similares. De hecho, en algunos de los más recientes comunicados, las firmas utilizadas han sido «Comandos Autónomos Anticapitalistas 21 de Septiembre», «Comandos Anticapitalistas y Autogestionarios» («23 de Octubre») o, simplemente «Comandos Autónomos».

El 15 de noviembre de 1978, Roberto Aramburu y José María Iturrioz, Zapa, eran muertos por la Guardia Civil en un tiroteo registrado en Mondragón. En adelante, varias acciones de los «autónomos» serían reivindicadas como «Comando zapa-Roberto». La primera de estas acciones se produjo el 21 de noviembre, contra la sede en Vitoria del Sindicato Unitario. Al reivindicar ésta -así como otro atentado anterior contra la sede de CCOO de Mondragón-, se incluía ya una mención al papel «traidor e integrador de los sindicatos», cuya función consiste en «impedir el control y gobierno de la sociedad por la clase obrera en su totalidad

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