_
_
_
_
_

Veintiuna, personas muertas y dos mil millones de pérdidas, balance de la inundación de Valdepeñas

Veintiuna personas muertas, treinta heridas leves y cerca de 2.000 millones de pesetas en daños materiales ha causado un fuerte aguacero de cuatro horas y media de duración, caído el domingo, día 1 de julio, sobre el pueblo manchego de Valdepeñas (Ciudad Real). «Era el diluvio, señor; como el fin del mundo. Algo espantoso. Ya ni tenemos palabras, ni lágrimas para explicarlo», dice y gime una mujer enfangada de barro, mientras saca a cubos el agua terrosa de su casa.

Más información
Nunca la lluvia causó tantas víctimas en nuestro país

En Valdepeñas, en las gentes de Valdepeñas, se pinta en los rostros el dolor, el trajín y el cansancio. Las calles de este pueblo de 27.000 habitantes acusan un trasiego inusitado de vehículos y personas, todos sucios de barro. Barro que se amontona entre escombros y enseres destruidos por numerosas calles, anegadas de la suciedad que ha dejado la riada.

El pueblo es un hervidero de tractores y remolques, palas excavadoras, camiones, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, en un trabajo denodado por restablecer el orden en toda la franja sur de la ciudad, que ha sido devastada por el agua en una corriente en dirección este-oeste.

En el Ayuntamiento se ha centralizado el cuartel general para la organización y ayudas. En la planta baja, una gran sala sirve de punto de distribución de ropas y calzados. En la planta alta, el alcalde, Esteban López Vega; el gobernador civil, Ramón Bello Bañón; el ministro de Obras Públicas y Urbanismo, señor Sancho Rof, junto a otras personas, tratan de dar solución a la catástrofe que se le ha venido encima a este pueblo. También ellos están en mangas de camisa, sin afeitar, manchados de barro.

«Cuando vi como empezaba a llover, salí a la calle con el coche a recorrer algunos puntos que me imaginé podían peligrar», dice el alcalde. «Al poco tuve que salir del coche y agarrarme a la ventanilla. El agua me llegaba ya hasta la cintura. Me dirigí al Ayuntamiento y empecé a telefonear. »

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

«Cuatro horas y media implacables»

El agua empezó a caer hacia la una y cuarto de la tarde, «suavemente, así estuvo hasta las tres y diez. De pronto se convirtió en un aguacero impresionante, implacable, en medio de un gran aparato eléctrico. Terrorífico. Así estuvo hasta las ocho menos cuarto», describen las gentes.

La zona afectada cubre un área que se corresponde con una especie de antigua torrentera, aunque «desde 1877 no había circulado agua en cantidad por esa parte», precisa el alcalde.

Los daños en el casco urbano del pueblo no están cuantificados, pero se calculan en unos 1.500 millones de pesetas. Más de trescientas familias han perdido sus casas con todos sus enseres. Más de cien viviendas han quedado destruidas, así como varias industrias y almacenes. La mayor parte de esta población afectada corresponde a la clase obrera, que habitaba los puntos extremos de la zona inundada, y el resto, a la clase media.

Se calcula que cayeron 150 litros de agua por metro cuadrado. La extensión cubierta por la tormenta abarca 15.000 hectáreas y los daños económicos en la agricultura se estiman en unos trescientos millones de pesetas. Pero no sólo fueron víctimas del agua las personas, los inmuebles o las viñas y otros cultivos, sino también la ganadería. Las estimaciones facilitadas a través del alcalde por la comisión de agricultura desplazada al pueblo para realizar un primer informe calculan que han muerto unas 2.900 cabezas de ganado lanar y unas cien de vacuno, lo que supone, aproximadamente, otros doscientos millones de pesetas.

«Todo el mundo al rescate»

Una joven cuenta así el espanto de la riada: «Venía de trabajar hacia mi casa y me dijeron que el barrio estaba inundado. Dios mío, eché a correr hacia allí pensando en mis padres.» Sus padres se han salvado. «Mi marido», dice la madre, «estaba echando la siesta cuando llegó mi suegra llorando; gritaba que el agua le había hundido la casa. Salimos a la calle y vimos ya la tromba que venía, todos echamos a correr.»

Así hicieron todos. Unos se subieron a los tejados, otros a pisos altos, pero no todos consiguieron huir. La mayoría de las víctimas son personas de edad avanzada, salvo alguna excepción, y perecie ron ahogadas, menos una niña que se fracturó la base del cráneo.

Por las calles, el agua arrastró muros y edificios, camiones y vehículos de turismos, bidones gigantes de unos 100.000 litros de capacidad, muebles, corderos, vacas. El agua alcanzó niveles de hasta dos metros y medio de altura.

Después del rescate, los cadáveres de los animales fueron trasladados a un vertedero de las afueras y enterrados en cal.

«El rescate se organizó de forma inmediata», manifiesta el alcalde. «Guardia Civil, Policía Nacional y municipal de la localidad, así como el vecindario; todo el mundo se puso inmediatamente a la tarea.» Y añade: «Naturalmente, pedimos refuerzos a los bomberos de Puertollano, Daimiel, Manzanares, Ciudad Real. También vinieron de Albacete. Luego llegaron un helicóptero de salvamento y dos de tráfico, más tarde, barcazas de ICONA. La noticia llegó a Madrid. «Y desde Madrid llamaron al Ayunta miento el ministro del Interior, el presidente del Gobierno y también de la Casa Civil del Rey», informa el alcalde. Después han venido el ministro de Obras Públicas y el director general del Instituto Nacional de la Vivienda, señor Carreño.

«Rof Carballo ha prometido enviarnos, para las medidas más urgentes, diez millones de pesetas y otros cinco al Gobierno Civil.

Por su parte, el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo remitió ayer a Valdepeñas una ayuda de 34 viviendas prefabricadas para los vecinos más afectados por la tromba de agua y posterior inundación. Este organismo también se ha comprometido a edificar viviendas en los terrenos que el Ayuntamiento donará antes de doce meses.

A las seis y media de la tarde de ayer empezaron a llegar los féretros a la plaza de Valdepeñas transportados en furgones y un camión desde el hospital municipal y la residencia de la Seguridad Social. A hombros fueron introducidos en la parroquia de La Asunción, donde se celebró un funeral por veinte de las víctimas. La número veintiuno continúa sin identificar y no ha recibido sepultura. Posteriormente, el cortejo fúnebre se dirigió al cementerio de la localidad para enterrar a los muertos.

A media tarde de ayer, el Ayuntamiento de Valdepeñas había facilitado ya la lista de víctimas, de cuyo total tan sólo había un cadáver sin identificar. Los veinte restantes corresponden a los siguientes nombres:

Marcelino Abad Simón, 43 años; Antonio García Abad, 51; Linarejos Pedrero Muñoz, 75; Ana Gómez González, 78; Vicente Cerros de la Torre, 38; Angela Pérez Sánchez, 54; María del Rosario Escribano Felguera, 85; Victoria González Hervás, 60; Juan Pedro Bellón López, 62; Engracia Díaz Lara, 61; Gregoria Sánchez Rodríguez; Amparo Pérez de la Hoz, 73; Vicenta Pérez de la Hoz, 68; Bernardina Gallego Jiménez, 39; José García Mora, 66; Felipa Cejudo Ruiz, 70; Jerónimo González Arena; Luisa Martínez Ramón, 70, más otra persona sin identificar. Eugenia Bautista Carrasco, 3, y María del Carmen Antequera Salida, 2 años.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_