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La "catedral del tango", amenazada de derribo

Mientras las autoridades y los urbanistas están enfrascados en una aguda polémica, la picota del progreso está acabando con uno de los barrios más tradicionales de esta ciudad, como lo es San Telmo, y tal amenaza se cierne ya sobre la catedral del tango, el «Viejo Almacén». Viajeros de todas las nacionalidades, color y clase han visitado dicho local.El vetusto edificio, que data del siglo XVIII, no es precisamente una belleza estética. Por el contrario.

Sin embargo, en su interior hay todo un santuario al que muchos porteños (bonaerenses) concurren devotamente para sobrecogerse cuando Edmundo (Feo) Rivero les hace escuchar: «Sur/ una luz de almacén/ ya nunca me verás como vieras/ recostado en la vidriera/ y esperándote ... »

Las mesas y las sillas no son las más cómodas, ni las más elegantes. Su decoración tampoco es digna de mención. El escenario parece como improvisado.

Pero basta que las guitarras dejen sentir sus acordes para que los habituales y eventuales devotos guarden religioso silencio cuando escuchan: «Uno, busca lleno de esperanzas ... »

A este lenguaje, que los porteños llaman «filosofía de la vida», se suma uno no menos fácil: el lunfardo, del que Rivero ha hecho un verdadero apostolado.

«Cuando llegue al final, si la de blanco/ me lleva con el cura antes que al hoyo,/ que el responso sea en lunfa, así lo manco/ yo no aprendí el latín, de puro criollo. »

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Allí, donde Buenos Aires vio sus dos nacimientos, en el mismo lugar que en el siglo XVII funcionó el primer hospital británico del país y donde se realizó la primera operación con anestesia del continente.

«El tango no morirá, porque es como si muriera un país, y porque el tango es la forma real y acabada de pintar al argentino», dijo hace algún tiempo Rivero, mientras contrito observa que en torno a su «Viejo Almacén» van cayendo, uno tras otros, balcones y portones que guardaron celosamente la historia de una ciudad.

Buenos Aires se quedó hace cuatro años sin el Bandoneón Mayor Aníbal Troilo. Hoy se está a punto de presenciar otra irreparable desaparición: el «Viejo Almacén».

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