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Carter lanza una campaña nacional a favor del SALT II

La preparación de la entrevista que mantendrá el mes que viene con el lider soviético, Leónidas Brejnev, y el lanzamiento de una campaña nacional a favor del tratado SALT II y de su ratificación por el Senado serán las principales ocupaciones del presidente Jimmy Carter en las próximas semanas, tras el anuncio hecho el miércoles de que existe un acuerdo completo con Moscú sobre limitación de armas estratégicas.

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Los norteamericanos pretenden que la tan esperada reunión en la cumbre entre Carter y Brejnev sea algo más que una mera ceremonia de firma de un tratado. Pero el estado de salud del dirigente soviético plantea serias dudas sobre el alcance y la profundidad real que podrá tener la entrevista.La fecha y el lugar de celebración de esta cumbre serán anunciados a finales de la semana, pero se sabe ya que el escenario será una capital europea considerada neutral. El hecho de que Brejnev no viaje a Washington, después de que Nixon y Ford visitaran la URSS durante sus mandatos, parece debido exclusivamente al delicado estado de salud del líder soviético. Durante la reciente estancia del presidente francés, Giscard d'Estaing, en Moscú se avivaron los rumores sobre las precarias condiciones físicas de Brejnev

Carter parece dispuesto no sólo a esbozar los grandes rasgos de la tercera ronda de negociaciones sobre armamento estratégico (SALT III), sino a discutir con Brejnev la situación en Africa austral, el problema de Oriente Próximo, la presencia de tropas cubanas en África o inclusive las relaciones comerciales entre Norteamérica y la URSS.

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Poco después de llegar a la Casa Blanca, Jimmy Carter declaró que tenía intención de reunirse una vez por año con los dirigentes del Kremlin si éstos aceptaban tal idea.

Ahora parece que Carter volverá a insistir en esta proposición de las cumbres regulares anuales en las que se discutiría no sólo la limitación y reducción de los arsenales nucleares, sino todos los problemas que enfrentan, a escala mundial, a las dos superpotencias,

Es dudoso que los soviéticos vayan a recibir favorablemente estas propuestas, aunque recientemente se mostraron dispuestos a discutir más rápidamente la reducción mutua y equilibrada de fuerzas en Europa. Este tema y quizá las relaciones comerciales y Africa austral aparecen como los más probables para ser incluidos en la agenda de la cumbre, que se negocia desde hace semanas.

Los esfuerzos de la Administración Carter serán superiores en el campo interno. La campaña en pro de las SALT II se lanzó el mismo miércoles con gran resonancia y con las principales figuras del Gobierno, incluido el presidente, colaborando en la ardua tarea de vender el acuerdo sobre limitación de armas estratégicas a la opinión pública y al Senado.

La reacción en el Congreso ha sido mucho menos entusiasta que el anuncio hecho por la Administración. Si hubiera que votar en este momento la ratificación de las SALT II, unos cuarenta senadores darían su voto favorable, mien tras que una veintena de ellos se opondría rotundamente y los cuarenta restantes permanecerían indecisos.

Ello supone que el Gobierno debe conseguir unos veintisiete votos de aquí al momento en que finalice el previsiblemente largo y acalorado debate en la Cámara alta. El líder de la minoría republicana, Howard Baker, dijo ayer que lo más probable es que el tratado sea devuelto al ejecutivo para que lo renegocie.

Otros influyentes legisladores, como Edward Kennedy, anunciaron su apoyo al acuerdo y se extendieron en elogios para el presidente Carter. Entre los más escépticos figura el ex astronauta John Glenn, demócrata por Ohio, que dijo no estar convencido de la posibilidad de verificar el cumplimiento del tratado por parte soviética. Para el también demócrata Heriry Jack son, el Senado puede «mejorar» el acuerdo.

Pesadilla legislativa

Esta posibilidad de introducli enmiendas en el texto de las SALT II aparece como una pesadilla para la Administración Carter, que deberá, en los próximos meses, librar una batalla legislativa mucho más dura que la entablada el año pasado sobre el canal de Panamá, y de la que salió victoriosa, pero maltrecha. El presidente Carter envio ayer una carta personal a cada uno de los cien senadores, pidiéndoles su apoyo para el tratado, y se entrevistó con el líder de la mayoría demócrata, Robert Byrd, una de las figuras decisivas para conseguir la ratificación.

En el caso hipotético de que el Senado norteamericano rechazara las SALT II, las relaciones entre Washington y Moscú sufrirían un grave deterioro y, lo que preocupa especialmente a la Administración Carter, los soviéticos aparecerían ante la opinión pública mundial como los verdaderamente interesados en la detente y en la paz.

Pero si el Senado no llega a rechazar el tratado, aunque sí a introducir enmiendas y modificaclones, el proceso de negociación, que duró siete años, podría volver a prolongarse. Porque, como ponía un diario norteamericano en labios de un diplomático soviético, «en Moscú estamos dispuestos a aceptar antes los Diez Mandamientos que una enmienda a las SALT II ya negociada».

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