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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Salomé Suárez

La cosa es en el teatro de la Comedia, de Madrid,y pasa así más o menos: primero llegan los unisex otoño/invierno y se sientan en un coliseo de incienso y porro bíblico a ver la función y participar. Es el bululú inglés de Lindsay Kemp quien va a poner en pie el tinglado de la antigua farsa española. Un viejo y feo asunto que empieza en las Escrituras y termina en el Congreso de UCD.Las Sagradas Escrituras ya nos las sabemos, que nos las explicaban en Pan y Catecismo cuando la postguerra, en versión adecentada para nacionalcatólicos y niños de derechas: Herodes ve bailar a Salomé, hija de Herodías, se empalma con ella, tipo Malquerida, o sea incestuosamente, y se lo ofrece todo: ella le pide la cabeza de San Juan Bautista. Tío Oscar, que, como dice Borges, era un ingenioso que casi siempre, tenía razón (o sea un genio) lee el rollo en la cárcel de Reading como s fuera una comedia de travestíes (aunque la comedia él ya la había escrito antes), y Lindsay Kemp (a quien unas noches le dejan entrar en Boccaccio y otras no, según como vaya de locaza), le quita la comedia de las manos a tío Oscar para montarse lo suyo. Asistimos, pues, entre psicodelia y homofilia, a la supresión del diálogo, salvo párrafos, del autor que mejor ha dialogado en inglés después de Shakespeare. Es lo que yo llamaría el secuestro del texto por los figurinistas, fenómeno universal en el teatro de hoy, de que han sido víctimas desde Lorca y Valle hasta Genet (a manos de Víctor García, Kemp o quien se ponga), pasando ahora por Oscar Wilde. Pero Kemp, que es un genio, se lo ha dicho en este periódico a Fernando Samaniego:

-En Salomé plasmo la celebración de estar en España. Español y bien español es lo que pasa/no pasa en escena, desde la interpretación (tan española, ay) de Mayrata O'Wissiedo hasta la canción de la paloma. Pero sobre todo la pro puesta, que antes se decía mensaje, y antes fondo, el fondo de la obra: por ejemplo, «una obra con mucho fondo». Sale Herodes, que naturalmente es la Gran Derecha española, el Gran Capital o Nueva Mayoría, vestido de naipe. y discute con su consorte, o sea Herodías, o sea Fraga Iribarne, con quien vive en concubinato o por la Biblia, da igual, que es tamos hablando de antes de San Pablo.

Lo que el Herodes empresarial le pide al Fraga concubinal (no hay equívoco en cuanto a la caracterización del actor: acudan a ver la obra) es que las cosas vayan por su sitio. Todo ocurre, según San Mateo, en un cumpleaños de Herodes, o sea el 20-N. En esto que Salomé Suárez, hija de Herodías y de Cebreros interpretada por Lindsay Kemp, baila la danza de los velos en la pequeña pantalla, echándole el desgarro de James Dean y la libido de Sandra Alberti. Herodes se empalma con Suárez, el gran capital comprende que le gusta cantidad esta Salomé abulense y televisiva, y decide dárselo y pedírselo todo: autonomías, libertades, partidos políticos, televisiones, consensos, pactos, Moncloas, cosas.

Herodías/Fraga, naturalmente, se lleva un corte y queda a verlas venir, con las grandes tetas de cartón al aire, no se sabe si cumplidos o incumplidos sus secretos designios, pero con un bufón enano a sus pies, que era el empleo que tenían entonces los minusválidos (ahora les llevan a rezar el Rosario al Retiro, que los tiempos no son mucho más justos). Wilde no explica si el minusválido es Osorio o don Licinio de la Fuente.

Lo que Salomé Suárez le pide a Herodes es la cabeza de San Juan Bautista, o sea el pueblo soberano, la masa, la gente, el personal, el proletariado, que en la sabiduría de Oscar Wilde y de San Mateo aparece ciego, hermoso y con los ojos vendados. Salomé hace como que le quita la venda al pueblo, pero se lo beneficia mediante escrutinio 15/junio, generales o constitucionales, y al final, como era de esperar, desde los Evangelistas hasta Franco, entran los de las espadas y los escudos y lo masacran todo. Kemp es un genio que ha metido la reforma democrática en un happening.

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