Otros tres miembros de las Brigadas Rojas, acusados del asesinato de Moro
Tres nuevos presuntos miembros de las Brigadas Rojas fueron acusados ayer por la justicia italiana de haber participado en el secuestro y asesinato del líder democristiano Aldo Moro. Se trata de Flora Pirri Ardizzone, Próspero Gallinari y Corrado Alunni, todos ellos prófugos.El juez instructor que entiende en el caso Moro formalizó ayer también la acusación por asesinato múltiple contra los supuestos brigadistas Enrico Triaca, Teodoro Spadaccini, Giovanni Lugnini, Antonio Marini, Gabriella Mariani y Mario Moretti. Todos, excepto Moretti, están internados en cinco cárceles especiales desde mayo pasado.
Mientras tanto, extremistas ultraizquierdistas asesinaron ayer a un funcionario de prisiones cuando salía de su domicilio, en Udine, en el norte de Italia.
Antonio Santoro, de 52 años, fue asesinado por un hombre y una mujer de varios disparos de pistola Glisenti, de 10,5 milímetros, un arma utilizada por la policía italiana antes de la segunda guerra mundial.
Poco después, el atentado fue reivindicado mediante una llamada telefónica anónima, efectuada en nombre de un grupo autodenominado «Los proletarios armados para el comunismo». El hombre que hizo la llamada a la agencia italiana de noticias Ansa, de Venecia, dijo que Santoro era «el jefe asesino de los guardias de la prisión de Udine».
Otro interlocutor anónimo reívindicó el golpe para las Brigadas Rojas, y anunció que la organización terrorista se dispone a «ejecutar» a otros funcionarios de prisiones.
Según la policía, esta nueva muerte puede estar relacionada con los disturbios registrados hace cuatro meses en esa cárcel, a causa de las acusaciones que se hicieron contra los guardias del establecimiento en el sentido de que recibían dinero por pasar dinero y drogas a los reclusos. Los funcionarios fueron acusados también de entregar mensaje de los presos a sus compañeros en libertad.
Cartas inéditas de Moro
La revista Osservatore Político dio a conocer ayer cuatro de una serie de cartas escritas por Aldo Moro desde su «prisión», hasta ahora inéditas, en las que el ex primer ministro dirigió un llamamiento desesperado a la Democracia Cristiana para que el partido salvara su vida.
Una de las cartas, envíada a Beningrio Zaccagnini, ya era parcialmente conocida; de las demás se tenía noticia, pero se desconocía su texto íntegro. En un mensaje a su esposa, Moro señaló que era necesario romper la unidad de la DC como único medio de inducir a sus dirigentes a salvar su vida. En otra carta criticó la actitud de la Iglesia. «Con su no al chantaje -escribió- desmiente toda su tradición humanitaria y me condena.»
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