Control de natalidad
Hoy se dan cuenta nuestros legisladores que se necesita en España un «control de la natalidad».La nueva legislación ya no considerará delito que la pareja española interponga medios anticonceptivos, usados de modo racional, para que, sin faltar a la mutua prestación del «debitum coniugale», no grave, más allá de sus posibilidades, el número de la prole.
Hay que reconocer que, sin ser ninguna novedad, el control racíonal y voluntario de la natalidad es un paso adelante, tal vez tímido, pero positivo. ¡Ya era hora!
El complemento lógico del control de la natalidad tal vez sea suprimir el fomento incontrolado de la misma, estimando, en cambio, como bienhechor de la sociedad la pareja que demora su casamiento y no so bre pasa la parejita.
El deseo unánime de todos los padres españoles, que son los dueños de canalizar y controlar su familia, ya desde el momento de la «sementera», queda así legitimado.
Pero hay algo más importante que el «control de la natalidad», que debe ser también tema de debate: la «planificación familiar».
La población actual española arroja un largo superávit de mano de obra y la escolarización es privilegio de los más afortunados; con la planificación familiar, además de liberar a la mujer de las penosas cargas familiares y domésticas y de beneficiar a su salud, se aseguraría una buena crianza y mejor educación de los niños y daría puestos de trabajo a toda la población activa.
