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Constituido el Consejo General Vasco

Ramón Rubial, presidente del Consejo General Vasco

La fumata blanca exigió ocho votaciones: el voto en blanco del ucedista vizcaíno Juan Echevarría convirtió al fin en presidente del Consejo General Vasco al socialista Ramón Rubial al deshacer así el empate a siete votos que en otras tantas ocasiones mantuvo con el candidato nacionalista Juan Ajuriaguerra. De creer todos los rumores que a lo largo del día circularon por la Diputación de Alava, escenario nervioso del acontecimiento, la votación de ayer habría sido en realidad una partida de póker en la que uno de los jugadores guardaba una carta marcada que no sacó hasta el final.

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El equilibrio de fuerzas estaba previsto de antemano: Rubial tenía asegurados los votos del PSOE y los dos de UCD de Alava, mientras que Ajuriaguerra contaba con los cinco del PNV y el de Euskadiko Ezkerra. La incógnita estaba en el voto de UCD de Vizcaya, y ya desde el día anterior circulaba con insistencia el rumor de que iba a inclinarse hacia el PNV. Juan Echevarría tuvo, sin embargo, que rendirse al final a las instancias superiores: «He actuado como independiente hasta donde he podido. »La larga tensión que ha presidido la batalla de los dos partidos mayoritarios en Euskadi por conseguir una mejor presencia en el Consejo General se mantuvo también ayer a lo largo de toda la sesión constituyente. Que la negociación no había quedado cerrada el día anterior lo demostró el anuncio de que el acto se retrasaba de las once de la mañana a la una de la tarde. PNV y PSOE seguían reunidos para elegir al candidato independiente por Alava.

El designado sería, en último término, a propuesta del PNV, José Manuel López de Juan Abad, de 34 años, natural de Vitoria, licenciado en Políticas y Sociología, director de Planificación de la Diputación de Alava. El fue el primer sorprendido cuando le fueron a comunicar en su despacho de la Diputación que había sido elegido consejero por Alava. Antes de decir que sí pidió tiempo para llamar al menos a su mujer.

Resuelta esta incógnita y decidida también la representación de Euskadiko Ezkerra en favor de Juan María Bandrés, por acuerdo de los parlamentarios sin el respaldo de los partidos de la coalición, el Consejo General Vasco quedaba constituido definitivamente así: por Vizcaya, Juan Ajuriaguerra y Mikel Isasi, del PNV; Ramón Rubial y Juan Iglesias, del PSOE; Juan Echevarría, de UCD; por Guipúzcoa, Andoni Monforte y Carlos Santamaría del PNV, José María Benegas y José Antonio Maturana del PSOE, Juan María Bandrés de Euskadiko Ezkerra; por Alava, Pedro Morales y Jesús María Viana, de UCD; José Antonio Aguiriano del PSOE, Juan María Ollora, del PNV, y José Manuel López de Juan Abad, en calidad de independiente.

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Ramón Rubial: "Aquí no hay ningún Tarradellas"

(Viene de la página primera)

Resuelta la composición del Consejo, el reparto de carteras pasaba a segundo término ante la lucha por la presidencia. La relación que dábamos ayer parece todavía la más probable, si bien son seguros algunos cambios.

En este clima de tensiones no resueltas comenzaba, a la una de la tarde, la sesión constituyente del Consejo en medio de una sala de juntas en la que empezaban ya a sudar las paredes por la presencia de más de doscientas personas que se apretaron hasta el punto de romper el escudo del señor de Alava don Vela Jiménez.

Después de las palabras de bienvenida del presidente de la Diputación, que no perdió la oportunidad de recordar al Consejo el respeto que debe a los territorios que lo integran, Juan Ajuriaguerra ocupó transitoriamente la presidencia por razón de edad, mientras que José Antonio Maturana, el más joven, actuaba de secretario. La parte ritual de la sesión se inició con la lectura del decreto-ley preautonómíco de 4 de enero y del procedimiento de elección del presidente, además de la designación oficial de los consejeros por cada provincia y unas palabras del señor Ajuriaguerra, quien señaló que el Consejo era tan sólo una puerta abierta para la autonomía futura.

La elección de presidente exigía en la primera votación una mayoría de dos tercios, para dejar luego el nombramiento en manos de la mayoría simple. A lo largo de las ocho votaciones se abstuvieron los dos candidatos a la presidencia y el representante independiente por Alava, con lo cual eran doce los votos en liza. La primera votación puso ya una nota de suspense: Rubial conseguía sólo cinco votos por seis de Ajuriaguerra. La numerosa claque del PNV entendió que el cargo era ya suyo, y los aplausos ni siquiera dejaron escuchar que era necesaria una segunda votación. Uno de los ucedistas alaveses había votado en blanco, pero ya no volvería a ocurrir.

Suárez habló con Echevarría

A partir de ahí se sucedieron los empates a seis. La incógnita era hasta dónde mantendría Juan Echevarría su apoyo al candidato nacionalista. En los corrillos se aseguró que el propio Suárez le había llamado por teléfono en un descanso. No coment, fue su contestación a los periodistas cuando se le preguntó sobre el particular. El nacionalista Marcos Vizcaya aseguraba tajantemente que esta conversación había tenido lugar. La mañana se cerró a las tres de la tarde después del cuarto empate.

Rubial: "Gora Euskadi Askatuta"

Ante un público mayoritariamente nacionalista, al que hubo que pedir serenidad en varias ocasiones, se reanudaba la sesión a las cinco. Nuevos empates hicieron necesario un descanso de media hora antes de la votación número ocho. En esta ocasión el voto en blanco de Juan Echevarría hizo que a la octava fuera la vencida. Una mujer de media edad lloraba ante el público la derrota del PNV. Algunos abucheos acompañaron la intervención final de Ramón Rubial, que finalizó sus palabras con el grito de Gora Euskadi Askatuta. Su intervención fue en todo momento conciliadora e insistió en el trabajo unitario que por encima de ideologías de partido debe emprender el Consejo General con vistas al estatuto de autonomía.

El veterano socialista apenas si pudo hablar después de la tensa jornada. «Es como si a usted le hicieran director de gran diario: el concepto de responsabilidad le hubiera empañado la alegría. Eso me pasa a mí. De todas maneras no estamos en un órgano presidencialista -aquí no hay ningún Tarradellas-, y mi misión va a ser la de dirigir un equipo, que es el que va a tener que trabajar. No creo quelas tensiones de estos días influyan en el trabajo que tenemos por delante: no se tratg de un órgano de partido, y todos tenemos la misión de luchar juntos.»

Ramón Rubial (71 años) nació en el pueblo vizcaíno de Erandio, en 1906. A los dieciséis años se afilió al PSOE y desde entonces ha repartido su militancia entre el partido y la UGT. Tornero de profesión, conoció la cárcel en 1934, al haber participado de forma activa en el levantamiento armado de su pueblo, que trataba de apoyar la revolución de Asturias. Durante la dictadura, vivió también otros diecinueve años entre rejas. En la actualidad es presidente de su partido y vicepresidente del Senado, para el cual se presentó como candidato por Vizcaya, formando parte del Frente Autonómico. El señor Rubial entiende que su presencia al frente del Consejo General es en la práctica la presencia de «todos los que han vestidornono, como yo».

El otro candidato, Juan Ajuriaguerra, no estaba en absoluto sorprendido por su derrota: «Era el resultado que esperaba, porque conocíamos de antemano las actitudes. Ha habido un voto tácito. Personalmente, Rubial tiene todos mis respetos y la jornada de hoy ha sido importante, porque supone un paso adelante, aunque pequeño, hacia la autonomía.»

En su opinión, la jornada de ayer en nada se pareció a aquel 7 de octubre del 36, en que quedó constituido el primer Gobierno vasco: «Las circunstancias eran otras, mucho más trágicas, y todo estaba prácticamente resuelto de antemano. Aguirre fue elegido presidente con el voto de todos los asistentes menos uno, que seguramente era el suyo. Pero también entonces había un equilibrio entre las fuerzas nacionalistas y el conglomerado republicano, lo que ocurría era que por razones de imagen exterior nosotros le interesábamos a la República.»

Sin poder ocultar la decepción por la derrota, no por esperada menos amarga, el nacionalista Marcos Vizcaya insistía después a quien quisiera oírle que el propio Echevarría le había manifestado el día anterior, después de una cena con Abril Martorell, que iba a votar por Ajuriaguerra en las primeras rondas, para abstenerse luego en el caso de que no se pudiera deshacer el empate. «Ya sabíamos lo que iba a ocurrir, lo que no entendemos es por qué ha mantenido su voto hasta la octava votación.»

Aunque ningún partido lo reconozca de forma abierta, más de uno manifestaba ayer que la lucha presidencial del Consejo General había supuesto un regreso de un año en el intento de superar la vieja oposición nacionalismo españolismo, como lo demuestra el grito «Españolistas, kamporá», que se oyó en la sala. Ese foso abierto entre unos y otros tardará mucho en llenarse de nuevo.

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