_
_
_
_
Francia: la crisis de la mayoría

Raymond Barre seguirá al frente del Gobierno

A la gravísima crisis que vivió el mundo político francés los últimos tres días, el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, respondió anoche con una serenidad que produjo asombro y perplejidad. Cortó los rumores sobre la dimisión del primer ministro, Raymond-Barre, anunciando que conduciría el Gobierno hasta el final de la legislatura. Ratificó su estrategia, fundada en el saneamiento económico del país y en la unión necesaria de la mayoría gubernamental. Y repitió que, llegado el momento, saltará a la arena política del país para decirles a los franceses cuál será la «elección buena». El mundo de la política y la prensa analizaban ayer, de manera distinta, la situación de Francia. El presidente, como anunció anteayer después de haber oído declamar a los gaullistas, en la Asamblea, «no creemos ni en el primer ministro, ni en el presidente de la República», se dirigió a sus conciudadanos a través de la televisión. Fiel a su táctica de los momentos difíciles, anoche también empleó la terapéutica de la desdramatización. Como si en el Parlamento no hubiese ocurrido nada los tres últimos días, analizó tranquilamente el panorama de la mayoría, recordando que su primer ministro había obtenido el voto de confianza. Por lo demás, en lo sucesivo, si los gaullistas desean derribar el Gobierno, tendrán que unirse a la oposición «y esto no puede producirse», aseguró el señor Giscard. Por lo dicho, el primer ministro actual seguirá al frente del Gobierno hasta el final de la legislatura.

Más información
Los sindicatos, estimulados por los resultados de la huelga nacional de servicios públicos

Un análisis tranquilo

El análisis del presidente, relativo a los once meses que faltan para las legislativas «históricas», no fue menos tranquilizante. La mayoría gubernamental «puede y debe ganar», pues, aunque en el momento actual sea inferior, en un 4 o 6%, respecto a la oposición, el presidente consideró que este retraso no era importante. Para superarlo preconizó dos líneas: insistir en el saneamiento de la economía y en la unión de la coalición gubernamental. Para que esto último se produzca, solicitó de nuevo un «entendimiento» de los líderes de los partidos que sostienen al Gobierno, para designar los candidatos, a las elecciones y para formular un programa basado en las cuestiones esenciales.

Por fin, contestando a quienes le critican su falta de «soplo» político (los gaullistas), reiteró que intervendría en su momento, es decir, a la hora de las legislativas, para indicarles a los franceses cual será el voto que deberán depositar en las urnas. El presidente terminó aludiendo al gaullismo: «Durante las dos últimas semanas el gaullismo lo he visto en Africa, ayudando a los africanos, y no en París ».

En su alocución de trece minutos, Giscard aludió al apoyo de los neogaullistas del RPR, del que aceptó la calificación de «partido mayoritario de la actual mayoría», recordando los votos a favor de la mayoría de sus miembros en la jornada de ayer; dijo que «era también el partido mayoritario de la coalición en el momento de las presidenciales de 1974.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Comentando el posible «retroceso de popularidad» del Gobierno en los últimos tres años, el presidente se refirió a la crisis económica internacional «que afecta a todos los países por igual a nivel político» y se centró en el ejemplo de Gran Bretaña.

La prensa no opina igual

La prensa francesa de ayer analizó el clima del país a partir de las mismas coordenadas que el presidente, es decir, teniendo en cuenta los efectos de la batalla, giscardismo-chiraquismo, que desarrollo en el Parlamento con motivo del voto de confianza solicitado por el señor Barre. El conservador Le Figaro, en un editorial de su director, Jean d'Ormesson, decía: «Se abrió la crisis. Es una crisis política, moral, y lo que más falta es la confianza». El independiente Le Monde, en un artículo que causó impresión en todos los medios políticos, firmado por Raymond Barrillon, sentenció: «Es el fin de las ilusiones, el crepúsculo de un reino; y esto se produce en un clima de desbandada y en el que también es difícil imaginar que se puedan vivir once meses».

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_