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Callaghan y Foot intentan unir al laborismo británico

Juan Cruz

Los laboristas británicos esperan salvar el período parlamentario que comenzó el miércoles uniendo de nuevo a las distintas facciones del partido, que sólo tiene una mayoría de un voto en la Cámara de los Comunes y que se enfrenta con una revuelta permanente en la Cámara de los Lores. En los últimos meses, la desunión del partido no se ha manifestado precisamente en la Cámara Baja, donde el Gobierno se las ha arreglado para sacar beneficio de aquella exigua mayoría. Más evidente ha sido esa división en las delegaciones locales del partido, donde crece la oposición contra diputados moderados.Ayer, un miembro del Parlamento que defiende la estrategia política y económica del Gabinete fue derrotado por su ejecutivo local en una votación de confianza y es muy posible que sea desposeído de su representación en las próximas elecciones generales. El mismo caso ocurrió con un ministro del Gobierno, Reg Prentice, a quien sus ideas socialdemócratas y su llamamiento a la moderación política y económica le ha costado también el apoyo de los que lo eligieron como portavoz de los intereses del Partido Laborista en el Parlamento.

James Callaghan, el primer ministro, teme que estos dos casos se extiendan por la base del partido. Por eso ayer mismo envió una carta a Samuelson, el diputado cuyo puesto está en peligro, expresándole su solidaridad. Para que el problema no se quedara entre moderados, el vicelíder del partido y cabeza visible de la izquierda laborista en el Gabinete, Michael Foot, ha dado a conocer sus puntos de vista sobre el asunto y ha mostrado también su apoyo al diputado cuya lealtad al Gobierno es la primera causa de la revuelta de sus representados.

Por su parte, Prentice ha pedido que se inicie un asalto contra los izquierdistas infiltrados en el seno del laborismo y una vuelta a las convicciones socialdemócrtas del partido. Prentice es ahora el portavoz de esa línea dentro del Gobierno, una vez que Roy Jenkins ha dejado la política activa para integrarse en los negocios de la Comunidad Económica Europea, de la que será presidente a partir de enero. Con la marcha de Jenkins, los socialdemócratas laboristas han perdido a su líder principal, lo que ha hecho temer por su posición de privilegio dentro de la mecánica del partido.

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