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Con las conversaciones sobre desarme, se activa la carrera armamentista

Paradójicamente, las negociaciones entre el Este y el Oeste para una reducción de armamentos, ya sea a través de las negociaciones Salt II, en Ginebra (para una limitación de armas nucleares estratégicas) o de la MBFR, en Viena (para una reducción mutua y equilibrada de fuerzas en Europa central) contribuyen, por sus escasos resultados prácticos, a una carrera de armamentos entre los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia.

Tanto los norteamericanos como los soviéticos refuerzan sus dispositivos de defensa en Europa para asegurarse el sostén del statu quo sobre el que se basa la actual distensión.En medios atlánticos de la capital belga se destaca que por parte occidental, el Pentágono estudia actualmente un plan destinado a aumentar el número de cazabombarderos F-111 estacionados en Gran Bretaña, que vería doblar su número actual de 72 aparatos.

Por su parte, los soviéticos están instalando plataformas de lanzamiento de un nuevo misil de alcance medio, el SS-20. Por su radio de acción, de 4.800 kilómetros, el nuevo misil soviético no entraría en la categoría de misil intercontinental, de 8.800 kilómetros de alcance, cuya limitación es tema de discusiones, en las conversaciones Salt II de Ginebra.

Los medios militares de la OTAN temen que el nuevo misil soviético no esté destinado a objetivos de medio alcance, corno pueden ser Europa occidental, China o los propios Estados Unidos, a partir de las rampas de lanzamiento montadas por los rusos en dirección a América del Norte por la ruta del Polo Norte.

Otro punto de inquietud para los occidentales es la presencia creciente de la flota soviética en el Mediterráneo.

El portaaviones soviético Kiev se encuentra en aguas mediterráneas desde el pasado mes de julio. Aunque en círculos militares se argumenta que su capacidad de acción es inferior a los dos portaviones estadounidense en el Mediterráneo, el Entreprise y el Nimitz pilares de la VI Flota.

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El almirante Stanfield Turner, comandante de las fuerzas aliadas en el sur de Europa, se inquieta también por el papel que juega Yugoslavia como base de estacionamiento para los buques rusos en el Mediterráneo. Belgrado, bajo ciertas condiciones, permite la reparación de navíos de guerra soviéticos en sus astilleros y concede ciertas facilidades portuarias. Los medios políticos de la OTAN temen que con la desaparición del mariscal Tito los rusos aumenten su presencia en Yugoslavia, reforzando su posición en el Mediterráneo.

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