Madrid: un acuerdo para la discordia
«Lo mejor que podría hacer España por nosotros ahora es reconocemos», me decía hace unos días, en Árgel, un representante del Polisario. Los guerrilleros saharauis se vieron sorprendidos, en efecto, por la conclusión de los acuerdos de Madrid, y citan al respecto las seguridades que, sólo dos meses antes, dio el entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Pedro Cortina, al secretario general del Frente, Sayed El Uali, en una entrevista secreta que tuvieron en Argelia.Los «polisarios» recuerdan también la visita del Rey Juan Carlos, entonces Jefe de Estado en funciones, a El Aaiun, el 2 de noviembre, y las afirmaciones del representante suplente de España ante las Naciones Unidas, Arias Salgado, al responsable del Comité de Relaciones Exteriores del Frente Polisario, Lamin Uld Ahmed, la víspera del acuerdo, día 13 de noviembre. «Salgado -me dijo Lamin, ahora primer ministro de la República Saharaui- aseguró que las conversaciones tripartitas no llegarían a ninguna conclusión. El día siguiente se firmaba el acuerdo, El 13, como vosotros decís, da mala suerte...».
Los «polisario» no creen que su hostigamiento contra las tropas españolas, sobre todo en la primavera y verano del año pasado, tuviese una influencia real en la firma de los acuerdos de Madrid.
El punto de partida
En contrapartida, los combatientes sahar auis recuerdan todavía los incidentes de El Aaiún del 17 de junio de 1970, provocados por una manifestación en favor de la autonomía, en el barrio indígena de Casas de Piedras.Aquella fecha, considerada como una áuténtica efeméride por el Frente Polisario, fue decisiva para el desarrollo del movimiento autonomista en el Sáhara Occidental. Deshecho prácticamente el Movimiento de Liberación de Saguia, El Hamra y Río de Oro (que los españoles identificaban como partido musulmán), de Basiri, en 1971 surgió el Movimiento Embrionario de Liberación del Sáhara y, finalmente, el 10 de mayo de 1973, el actual Frente Polisario, cuya primera acción armada, contra la guarnición española de El Jaga, data de sólo diez días más tarde.
Un segundo congreso, celebrado el 25 de agosto de 1974, establecía ya claramente el objetivo final de la lucha: la consecución de la independencia frente «a todas las formas de colonialismo». El Rey de Marruecos proclamaba ese año como el de la «reintegración de las provincias expoliadas del Sáhara a la madre patria». Con el tiempo, la monarquía marroquí se convertiría en el principal enemigo del Frente Polisario. Sólo un año, después Ios guerrilleros saharauis combatían al tiempo contra las tropas españo las y contra el FLU (Frente de Liberación y Unidad), movimiento saharaui creado. por Marruecos e integrado en realidad por fuerzas regulares al rnando del coronel Dlimi, que termina ron invadiendo de facto el teirri torio a principios de mayo de 1975.
Represalias
La ocupación militar del Sáhara por las fuerzas marroquíes y mauritanas, en la secuencia de los acuerdos de noviembre, produjo el éxodo masivo de las poblaciones de las ciudades. Pero muchos no pudieron marchar. «Mi mujer y mis hijos están todavía en El Áaiún, sujetos a las represalias de Marruecos», me explicó un miembro del Frente Polisarlo. Las represalias contra la población autóctona de las ciudades controladas por Marruecos fueron comprobadas en febrero por los periodistas españoles que visitaron el territorio con el enviado especial de las Naciones Unidas, el sueco Olof Rydbeck.
Más de 40.000 refugiados
Los que huyeron organizaron sus propios campos de refugiados -unas cuantas «jaimas» y poco más- en el interior del territorio, pero más de 40.000 se instalaron al otro lado de la frontera, en canpamentos improvisados en la región argelina de Tinduf y recibiendo alguna ayuda de los organismos internacionales. Los del interior tuvieron peor suerte. Los campos de Tifariti, Termit y Birkah-Lu fueron bombardeados con napalm por la aviación marroquí entre el 17 y 19 de enero pasado. En febrero corrían la misma suerte los refugiados de la región de Guelta. Los efectos de los bombardeos fueron comprobados por Denis Payotte, quien, al frente de una delegación suiza de la Federación Internacional de Derechos del Hombre, visitó en enero los primeros campamentos citados.De acuerdo con los dirigentes del Polisario, los saharauis que quedan en el interior (según sus estimaciones, la población total del Sáhara es de unas 750.000 personas) resisten pasivamente lo que califican de «invasión». «Jatri -antiguo presidente de la Yemaa, que huyó a Marruecos en octubre del año pasado- no tiene a nadie detrás de él. El Gobierno de Rabat está trasladando contingentes de población propia para hacerla pasar como saharauis», repiten en Argel.
Para un antiguo soldado español, ahora exiliado en Suecia, que vivió los acontecimientos de junio de 1970 como miembro de la Policía Territorial de El Aaiun, Jatri Said Yuniani «pertenece a esa clase de «chiujs» (notables) que apoyaban a España por 20.000 pesetas al trimestre, prima a la que deben añadirse unos cuantos kilos de azúcar, té y trigo».
Tres hermanos de Jatri -Naama, Larabas y Salma Said Yumani- luchan actualmente con el Polisario, y una de sus mujeres, Mana Chej-Batraa, con un hijo de ambos, está alojada en un campo de refugiados de Tinduf. Jatri vuelve ahora a presidir en El Aaiun lo que quedó de la Yemaa, después de la autodisolución de la Asamblea el 28 de noviembre pasado, y vive en la capital del territorio bajo una fuerte protección militar marroquí.
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Una guerra de desgaste contra la ocupación
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