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El Atlético no cierra otro partido con ventaja y el Girona empata

El equipo de Simeone concede otro empate con otro error defensivo

Ladislao J. Moñino
Los jugadores del Girona celebran el gol del empate ante el Atlético, obra de Portu
Los jugadores del Girona celebran el gol del empate ante el Atlético, obra de Portu Denis Doyle (Getty Images)

La dificultad para cerrar los partidos asoma como el nuevo problema del Atlético. Le pasó contra el Sevilla y de nuevo contra el Girona. Otra vez un despiste defensivo le costó un gol y el empate. Si cuando estaba inmerso en la dinámica negativa, cuerpo técnico y jugadores cargaban parte de sus explicaciones a no poder abrir el marcador, ahora emerge esa falta de contundencia ofensiva cuando se ponen en ventaja. Y lo que es peor, para un conjunto que presume de solidez, esa la falta de rigor también le aparece en su propia área. Fue Portu el que castigó un pelotazo mal dado al aire de Koke que se quedó corto y que Savic no estuviera rápido para trata de dejar en fuera de juego al volante. Para entonces, Simeone ya había jugado con el 1-0 para hacer los cambios. No estaban en el campo ni Griezmann, ni Diego Costa, reemplazados por Koke y Gameiro respectivamente.

En los casi 20 minutos que tuvo para volver a desequilibrar el marcador no hubo una ocasión clara del Atlético. La cuestión está en si producir no más de tres oportunidades francas es suficiente para jugar con una renta tan corta como un 1-0. Carrasco tuvo el 2-0 antes del empate en un mano a mano a con Iraizoz, sustituto tras el descanso del lesionado Bono. Después, ya no generó peligro verdadero. Y ese filo en el que juega el Atlético le cortó la victoria al mínimo error que cometió. El tanto le impidió ser ese equipo redondo que pretende su entrenador, un colectivo que sea capaz de finiquitar los partidos a la contra o de defender el 1-0. Sin contundencia en las áreas no es posible.

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De inicio, después del varapalo del Sevilla, Simeone repitió en parte la atrevida fórmula empleada dos semanas antes ante el Getafe. Correa en una banda y Carrasco en otra. De primeras, una decisión valiente. En vez de refugiarse para contrarrestar uno de los puntos fuertes del Girona, la profundidad de sus carrileros Aday y Mojica, jugó a intimidarlo con la presencia del argentino y del belga en los costados. En esa configuración del equipo incluyó la ausencia de Koke, que suele ser intocable, y Gabi, menos, pero también miembro de la guardia pretoriana del técnico. En liza quedó el doble pivote Saúl-Thomas, el más físico que puede componer Simeone y en el que conviven dos futbolistas con acentuado rasgo de llegadores.

Con ese plan inicio el Atlético el abordaje de uno de los equipos que más le sonrojaron en la primera vuelta. Aquellos primeros 45 minutos del partido en Girona aún revolotean por la memoria de Simeone y de sus futbolistas. Tiene el equipo de Machín algunas de las virtudes que más incomodan al Atlético. Tres centrales para salir jugar desde atrás, puede ser igual de intenso para tratar de recuperar la pelota arriba y cuando la tiene no tiene prisa por rifarla. El resultado es un ritmo bajo al compás de muchos pases cortos al que es alérgico el equipo de Simeone. Como el Qarabag, o el Sevilla, durante algunos tramos del partido copero, el Girona logró imponer durante un buen tamo del primer tiempo esa bajada de revoluciones que le cuesta digerir al Atlético. En esas fases, emerge la veta más industrial de los futbolistas de Simeone. El equipo replegado, eligiendo en qué momento apretar y con sus vedettes, Carrasco, Griezmann y Correa empleándose en defensa. No generó peligro el Girona con su fútbol dormidera, pero mantuvo a raya a su rival. Los rojiblancos solo empezaron romper esa clase de partido de la mejor manera que lo saben hacer, presionar arriba, robar y salir. Lucas salió ganador de la división del balón a la que había obligado al Girona al apretar a sus centrales, Thomas rompió con la cintura a su par y lanzó a Griezmann a la carrera. El francés condujo la contra hasta que le asustó el pase a Correa, que se encontró con la mano de Bono en su intento de picadita con la izquierda. De alguna manera, el Atlético empezó a crecer a partir de Thomas, que agilizó varias circulaciones, y del sacrificio de Saúl, muy activo para ayudar a Lucas y Carrasco en la defensa de Aday. El gol llegó como muestra de esa manera de relacionarse con los partidos en ataque el Atlético. Griezmann rebañó una pelota desde el suelo en la frontal del área para Thomas, que rompió a la defensa del Girona con un globo por encima que Diego Costa convirtió en una dejada de cabeza. El propio Griezmann empotró la pelota en la portería de Bono con una volea contundente.

Con ventaja salió el Atlético al segundo acto y la mantuvo hasta ese minuto 70. Pudo ampliarla en otra demostración que es su mejor versión es la de ser un equipo de mecha corta. Saúl recuperó una pelota en la frontal, abrió a Carrasco y este se encontró con una buena pierna de Gorka en su rápida salida. Luego llegaría el empate nacido de ese despeje blando y corto de Koke. El Girona se rearmó otra vez durmiendo la pelota y esperando al Atlético cuando no la tenía. Borja por dos veces, y Olunga, derribado por Oblak en la frontal, estuvieron a punto de repetir la faena del Sevilla. Por no cerrar los partidos, ni en defensa ni en ataque.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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