Open Británico en los tiempos del Brexit
El tercer Grande del año arranca hoy en un Royal Troon históricamente propicio para los golfistas estadounidenses
Tam arte quam marte, tanta habilidad como fuerza. Pocas veces un lema en latín en el escudo de un club de golf escocés de 1878 encierra tantas claves sobre el Open Británico de 2016. La potencia no es suficiente. Y sin embargo, los tradicionalmente poderosos golfistas estadounidenses se han hecho con las seis últimas ediciones disputadas en el temible links de Ayrshire. Seis de los ocho campeones en Troon habían cruzado el charco la semana anterior, pero sobre todo, habían jugado el mejor golf de sus vidas. Arnold Palmer en 1962; un sorprendente Tom Weiskopf en 1973; Tom Watson en 1982; los efectivos Justin Leonard y Todd Hamilton en 1997 y 2004… Y la recordada victoria en el play off de Mark Calcavecchia en 1989, templando los nervios ante el descalabro de Greg Norman en el 18 para hacerse con su primer (y único) Grande.
Me he pasado siete días sin tocar un palo y me ha venido muy bien" John Rahm
Un extraordinario final que mantuvo a cientos de miles de espectadores frente al televisor… y una cinta VHS que un jovencísimo Scott Fernández devoraba una y otra vez en el salón de su casa. Fernández, granadino del 92, no se explica la procedencia de aquella película, que alternaba con las lecciones audiovisuales de Jack Nicklaus: "Sólo tenía esas dos cintas. Aprendí muy pronto a manejar el vídeo, así que me levantaba antes que mis padres para verlas". Fernández juega su primer Grande tras clasificarse en las rondas previas. Hace un año, formaba pareja con Jon Rahm en el Europeo Amateur. Esta semana, comparten vueltas de prácticas con el resto de participantes españoles: Sergio García, Rafael Cabrera-Bello y Miguel Ángel Jiménez. "Me he pasado siete días sin tocar un palo y me ha venido muy bien", explicaba Rahm horas antes del comienzo del Open. El joven de Barrika cuenta con la ventaja de la distancia en el primer sector del campo, cuatro pares 4 alcanzables desde la salida para un pegador como él. El castellonense, que afronta su vigésimo Open desde su debut como amateur, llega en un gran momento de juego, pero sobre todo de actitud ante un verano despejado para el desafío olímpico.
Más allá, los precedentes obligan a buscar favoritos entre la expedición americana. El ganador del US Open, Dustin Johnson, añade a su mastodóntica pegada una mayor efectividad en el approach y una excelente estadística en los putts de media distancia. Una combinación ganadora siempre que la cabeza esté en su sitio. Jason Day y Jordan Spieth, números 1 y 3 del Mundo, se quedaron a un solo golpe de jugar el playoff el año pasado en Saint Andrews, pero su estado de forma pasa por ser una pequeña incógnita. Una vez más, conviene refugiarse en la Historia para recordar que cuatro de esos seis últimos ganadores del Open en Royal Troon eran primerizos, antes de apuntar a Rickie Fowler, el mejor golfista que aún no ha ganado un Grande con permiso de Sergio García, o los talentosos Lee Westwood y Shane Lowry.
El campo, protagonista
Todos ellos se miden a un recorrido de Royal Troon capaz de demostrar que en esto del golf no hacen falta kilómetros para defenderse. El hoyo 7, denominado Tel-El-Kebir en honor a la cruenta batalla librada por los británicos para defender el canal de Suez el año de su construcción, pasa de par 4 asequible a trampa mortal. El temido 11, llamado Vía Férrea tanto por lo estrecho de su calle como por la cercanía del ferrocarril, es uno de esos pares 5 que ganan y pierden torneos. Y por supuesto, el hoyo 8, el Sello de Correos, un par 3 de 115 metros, el más corto de todos los campos que acogen el Open Británico, pero con un green mínimo y rectangular para hacer honor a su nombre y cinco bunkers profundos que prometen grandes dramas desde esta primera jornada del jueves. Empieza el espectáculo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.