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“Los cafés ‘hipsters’ no son los culpables de que tengamos que dejar nuestros barrios”

Fredrik Gertten retrata en el documental ‘Push’ al monstruo invisible que está arrebatando las casas a los ciudadanos. Son nuestros nuevos caseros: los fondos buitre

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Héctor Llanos Martínez

“En Estados Unidos hay una expresión muy curiosa: just green enough (suficientemente verde). La usan los vecinos cuando no quieren un nuevo parque o un carril bici en su barrio. Saben que lo siguiente en llegar son los estudios de yoga y luego los bancos a quedarse con sus casas. ¿Es normal que deseemos que nuestro barrio no mejore?”, comenta el director de cine Fredrik Gertten (Malmö, 1956).

Su documental Push, proyectado en festivales como CPH:DOX de Copenhague y DocsBarcelona y que puede verse en Filmin, se encarga de que muchos espectadores de todo el mundo se pregunten qué está pasando realmente con la vivienda. Y lo que está pasando no tiene forma de cupcake.

Aunque ya había abordado en Bicis contra coches (2015) cómo el crecimiento de las ciudades se diseña para el beneficio de los lobbies inmobiliarios y financieros, Gertten sentía que había algo que se escapaba a su entendimiento. En Push decidió seguir los pasos de Leilani Farha, relatora especial de la ONU que recorre el mundo investigando si en los distintos países se cumple con el derecho a la vivienda.

La película muestra a un vecino de Harlem (Nueva York) cuyo alquiler ha pasado a valer el 90% de sus ingresos y a Ahmed y su familia, los últimos supervivientes de un edificio de Barcelona que ha quedado casi vacío. Cuando intenta mostrar las preocupantes conclusiones de su investigación antes los miembros de la ONU, Farha apenas es escuchada.

“Culpar a los cafés hipsters de que tengamos que abandonar nuestros barrios es un análisis ridículo. Son los fondos buitre, con ayuda de los políticos que están en el poder, los que nos están robando nuestras casas. De hecho, aunque ocupan las zonas caras de las ciudades, sus presas favoritas están en el sector más precario de la sociedad. Les interesa especialmente arrebatar pisos devaluados”, defiende el cineasta sueco durante la presentación de su película en Copenhague.

La realidad española le da la razón. El Tribunal de Cuentas condenó en 2018 a Ana Botella y a otros siete excargos políticos de Madrid a pagar 26 millones de euros por malvender pisos públicos a fondos buitre. Isabel y Dolores, dos víctimas de este desahucio orquestado, mostraban las consecuencias a las que se enfrentaban tras quedarse sin hogar en el documental La grieta.

Uno de los objetivos de Push es dar forma a la amenaza invisible del socio de Ana Botella y el nombre propio que Farha pronuncia en todos sus discursos de denuncia. Se trata del grupo Blackstone, fondo de inversión que este mismo lunes firmaba la mayor compra inmobiliaria de la historia. Ha desembolsado 16.725 millones de euros por almacenes industriales. Su poder económico es muy superior al de las naciones más potentes del mundo.

“Antes de la crisis financiera, Blackstone no poseía ni un solo apartamento. No empezó en este negocio hasta 2011 y ahora, ocho años después, es el más grande del planeta”, apunta el director.

Este fondo buitre es, en definitiva, el mayor casero de España. Y de muchos otros países. “Tiene formas de actuar a las que no estamos acostumbrados. Es un producto financiero, no un ser humano, que tiene fácil acceso al capital. Por eso puede reaccionar de forma tan rápida y causar tantos estragos. Los políticos no han entendido cómo funciona, y les cuesta hacerle frente incluso cuando tienen la voluntad de hacerlo”, explica el director del documental.

Entre esos ediles que han intentado ponerle freno a este monstruo virtual están Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y su homólogo de Berlín, Michael Müller. Además de encontrarse con la portavoz de la ONU Leilani Farha, buscan soluciones conjuntas.

Colau impuso multas relativamente millonarias a estos fondos por poseer pisos vacíos (En el centro de París son más del 25% las viviendas deshabitadas). Pero 2,8 millones de euros es calderilla para entidades que acumulan cientos de miles de millones de euros en propiedades.

El problema que plantea Push es todavía más grave: si los ciudadanos pueden perder sus casas a manos de estos fondos que acumulan más poder que los Estados, a pesar de que la Constitución les garantiza una vivienda digna, ¿qué sentido tiene la democracia? “Esa es una de las grandes luchas de Leilani. Esperemos que alguien la escuche”, responde Gertten.

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Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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