Amor motero
Alberto García-Alix ha reunido en ‘MOTO’ 40 años del trabajo que suma sus dos mayores pasiones
Alberto García-Alix ha fundido sus dos grandes pasiones en este fotolibro, encuadernado en color negro chupa de cuero y con 192 páginas llamado MOTO, que muestra su amor eterno por la motocicleta. La primera parte, impresa en papel mate, recopila desde las primeras fotos que hizo García-Alix, en 1975, en una carrera de motocross en la que participaba su hermano, hasta 2012. En esas páginas están los retratos de sus colegas moteros, jóvenes de mirada desafiante con su entonces rompedora estética de botas, vaqueros, tatuajes y tachuelas, y también de mujeres, ya estuvieran abrazadas a ellos o como esta joven de la foto con su Kawasaki; autorretratos de un patilludo García-Alix y del ambiente en las concentraciones a las que acudía de aficionados al bramido de las dos ruedas. Un mundo que él se resiste a describir: “Las fotos lo dicen todo”, señala el leonés nacido en 1956.
El fotógrafo llama la atención que también se incluyen las primeras imágenes “de las pandillas de moteros y roqueros que hubo en Madrid”. Todas aquellas fotografías asegura que las hacía por “pura afición, no para intentar sacar de aquello un trabajo” que no se planteaba. “Me iba de excursión y me llevaba la cámara”.
La segunda mitad del fotolibro, publicado en 2015 por Cabeza de Chorlito (“una editorial independiente y humilde”, nacida en 2012) está formada por los trabajos más recientes de García-Alix, con un renovado discurso fotográfico, más alegórico. “Es una visión distinta, en la que he buscado una ensoñación, una metáfora, un romanticisimo… yo es que soy un romántico”, ríe con su voz cascada, pero recuperada de la reciente extirpación de un tumor de las cuerdas vocales. Páginas en papel brillante en las que el autor deja paso “a primeros planos en los que no hay referencias, y a sombras que construyen unas imágenes que pueden ser animales, pero son máquinas”. El artista ha retratado "dos ruedas locas abrazadas a un cuerpo de insecto". "Un coleóptero de metal montado por una sombra en uniforme de cuero". Fotos a toda página en las que ha conseguido mostrar la belleza de unas llantas, de las luces o los tubos de escape del "centauro moderno".
Y entre ambos grupos de fotos, todas en blanco y negro, este premio Nacional de Fotografía en 1999, que sigue tirando en analógico, incluye unas notas autobiográficas con experiencias y anécdotas vividas sobre la moto. “Un vehículo que ha sido el mayor estimulante de mis neuronas. Emoción a lágrimas. Vapores de épica. Cenizas…”. García-Alix desconoce qué dejará antes en su vida de acelerones, si las motos o las fotos: “Lo que el cuerpo aguante”, responde. Mientras siga tomando instantáneas, continuará perdiéndose en cualquier lugar del mundo, dándole al mango, cabalgando en su Harley, a la que le gusta decirle “¡Tira palante, guapa!”.
Babelia
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