Los 10 objetos más raros del ‘top manta’
Calzoncillos, perritos luminosos, trenzas y fruteros plegables todo en el zoco de la Barceloneta
Le llaman top manta, fue un bautizo popular de hace más de una década. Entonces, los vendedores ambulantes ilegales tostaban cds y fotocopiaban carátulas para vender álbumes de música pirata. Fue el comienzo de los que algunos llamaron el fin de la industria de la música. Había clientes que acudían a la compra con otro aparato en desuso que se denominaba Discman. Probaban primero el cd no fuese que el vendedor, que normalmente eran personas procedentes de diferentes países de África, hubiera errado ensobrando el plástico quemado y en vez del Canto del Loco hubiera traspapelado un álbum de Camela. El pirateo musical empezó a estar al alcance de todo internauta y dejó de ser negocio, ilegal, vender música pirata. Entonces los manteros se reconvirtieron, aparecieron los primeros bolsos, hubo una fiebre de corbatas y así hasta hoy donde el top manta sigue conservando el nombre de lista de éxitos musicales.
Los comerciantes aseguran que en Barcelona hay más de 800 manteros vendiendo sus mercancías, muchas veces falsificadas, en la zona del Port Vell. Los Mossos cada vez limitan más la zona. Tras las expulsiones del Palau de Mar o el Moll de la Fusta, los ambulantes ilegales se encuentran apiñados en una parte del paseo Joan de Borbón.
No hay ni rastro de cds, tampoco de corbatas. Ahora saben que hay mercancías mucho más rentables. La joya de la corona la tienen las camisetas de equipos de fútbol seguidos de los bolsos donde se observa en letra muy grande el nombre de firmas de lujo. También el calzado deportivo ocupa un gran nicho de mercado. Aun así, se puede encontrar casi de todo en el Top Manta. Objeto insospechados que alguien, normalmente turistas de compra compulsiva, adquieren después de regatear con el vendedor ilegal.
Basta un pequeño estudio entre los manteros del Port Vell para localizar una multitud de objetos insospechados:
1. El perrito de peluche con ojos luminosos. Sólo acto para niños muy valientes. “Cuesta sólo cinco euros”, asegura una mantera de origen asiático. Hay de colores diversos, normalmente con tonalidades fantasía. Camina sólo, sus ojos son dos pequeños led rojos. Un verdadero horror “que va con las pilas incluidas”.
2. Quién no ha hecho alguna vez el equipaje y al llegar al lugar de destino ha detectado que la memoria le ha jugado una mala pasada. El top manta es consciente de ello. Tres calzoncillos tipo bóxer por 12 euros. Son de aquellos que llevan la marca Calvin Klein o Ralph Lauren para verse por encima del cinturón. El mantero sostiene que son originales y muestra que están etiquetados por casi 40 euros. Una lástima no hay modelo Slip.
3. Lo que es un verdadero furor son los palos selfies. Un joven guineano vende “por que eres español y no guiri” el palo simple por siete euros. Hay una nueva modalidad que lleva trípode incorporado. Una verdadera ingeniería plástica que sale por 15 euros.
4. No todas las ventas van a ser para los turistas. Algunos de los manteros quieren abarcar también al turista nacional. Y aquí llega cuando venden una especie de tabla cuarteada que es algo así como un frutero plegable. En el fondo grabado la palabra mágica para el turista: “Barcelona”. “El pequeño vale 10 euros y el grande 15”, asegura una joven chilena.
5. Los abanicos es territorio de los vendedores paquistaníes. Enfrentarse al calor sacudiendo un abanico brillante y con lentejuelas está al alcance de todos los bolsillos. Algunos tienen representaciones de la Sagrada Familia. Un suvenir para todos los gustos. Nosotros hemos elegido uno hecho con una especie de plumas con textura de peluche. Un verdadero castigo para las pupilas al precio de tres euros.
6. El suvenir en sí es patrimonio de los vendedores paquistaníes. Por sólo un euro se puede adquirir imanes para amontonar papelajos en la puerta de la nevera. Eso sí con grandes motivos como el toro o el elefante de corte chino pero con acabados que intentan imitar al trencadís de Gaudí.
7. En la misma línea está la catalanísima castañuela. Por dos euros todo turista que lo desee puede adquirir este sonoro instrumento que los vendedores tocan con gracia insuficiente.
8. Un joven nacional se ha abierto hueco en el top manta con sus pipas para fumar “ves a saber qué”. Pipas con representaciones africanas hechas a mano y cuyo precio oscila entre los 10 y los 25 euros.
9. Desde hace unas temporadas y pensando en el público infantil se puede adquirir una especie de tren de madera con locomotora y vagón de cola. Entre punta y punta todas las letras que queramos formando nombres, frases o el mismísimo Quijote. “Cada pieza 70 céntimos”. Un verdadero Pongo solo acto para los bolsillos más compulsivos.
10. Una vendedora de origen africano sospecha cuando el periodista de frente amplia pregunta cuánto cuesta convertir su cabeza en un mar de trenzas. Aun así, no quiere perder la venta. Media melena al puro estilo Lucrecia significa cerca de media hora de mano de obra y 15 euros de coste.
El resto, lo de siempre, polos de supuestamente Lacoste a 25 euros (hay una etiqueta que marca 79) y la novedad de este año biquinis de ganchillo. “Los hace mi mujer y los vendo a 25 euros”, sonríe un tipo de origen chileno. “El mío también es artesano, abro la bolsa artesanalmente y te ofrezco este biquini por tres euros”, sonríe al lado una competencia amiga.
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