Societat Civil lamenta que TV3 no emita gratis su documental
El ente coincide con el autor del reportaje de que el trabajo es de parte y que no se recogen todas las voces
Societat Civil ha lamentado que TV3 haya rechazado emitir de forma gratuita el documental Disidentes. El precio de la discrepancia en la Cataluña disidente, elaborado por Fran Jurado y producido por la propia entidad contraria a la secesión. El colectivo considera “grotesco” que Televisió de Catalunya niegue la voz “a los discrepantes” y que alegue que no emite documentales producidos por entidades o empresas al sostener que al ser una obra de parte interesada comporta que “no haya suficiente distancia con el rigor y el equilibrio que pide nuestro libro de estilo”.
En su análisis, Societat Civil recuerda que esa distancia o rigor no existió en documentales como “Hola Europa” o “l’endemà”, porque entonces se consideraron de tesis e inscribe el rechazo en la complicidad de TV3 de convertirse en una “herramienta” para construir un espacio catalán de comunicación orientado a la “construcción nacional de Cataluña”. El diagnóstico de la dirección de TV3 coincide, en cualquier caso, con el de Fran Jurado quien, el día de la presentación del documental, admitió que no aparecían voces contrarias a su enfoque porque era un trabajo de parte.
El documental se ha estrenado seis meses después de las elecciones del 27-S en las que con más de un 70% y convertido Ciudadanos en segunda fuerza política pareció ya conjurada la denominada espiral del silencio. Con una duración de 27 minutos, en la película desfilan políticos, lingüistas, periodistas e historiadores que dibujan el clima de opresión totalitarista que a su juicio vive Cataluña ante el silencio cómplice de instituciones, medios de comunicación y diversos agentes sociales que han alentado, dicen, “un marco mental” favorable al nacionalismo.
No aparece ningún peso pesado de Ciudadanos o del Partido Popular. Del PSC solo el exdiputado Joan Ferran. En el reportaje participan, por ejemplo, miembros de Societat Civil (su presidente Rafael Arenas o Alex Ramos, de su junta directiva); de José Domingo (Impulso Ciudadano); de Joaquim Coll, de Federalistes d’Esquerra; diputados del PP (Juan Milian, Fernando Sánchez-Costa); de Ciudadanos (Susana Beltrán y el exdiputado Jordi Cañas); el escritor Félix Ovejero; los periodistas Andrea Martínez Molina, Nacho Martín y Pablo Planas; la lingüista Mercé Vilarrubias y la experta en comunicación Montse Garcia.
El documental parte de la premisa de que es falso de que Cataluña es una nación –por mucho que la mayoría del Parlament así lo considere- y sostiene que esa ficción fue creada por Jordi Pujol especialmente después de que estallara el caso Banco Catalana. El texto juega con la frase que pronunció desde el Palau de la Generalitat tras la querella –“El Gobierno central ha hecho una jugada indigna. Y cuando alguien hable de ética y juego hablaremos nosotros. Y no ellos”- justo ahora que está imputado por fraude fiscal.
Planas sostiene que los medios compraron el “discurso oficial” y que no pueden ser críticos porque hubieran perdido las subvenciones. “Se convirtieron en el Pravda o el Gramma y traicionaron a sus lectores”, dice en el reportaje. Los testimonios reprueban cómo, en su opinión, el nacionalismo se encargó pronto de hacer invisible al “disidente” o impulsó la “contra movilización”. Domingo señala que el primer damnificado fue el Manifiesto de los 2.300, que luchaba contra la “imposición totalitaria” del y que desencadenó que “miles de profesores” se fueran de Cataluña o el Foro Babel, tachado de fascista, deplora, cuando era propio de la izquierda.
Coll considera que Convergència mudó al independentismo para tapar los recortes tras el asedio al Parlament y como desde los medios públicos se alentó la asistencia de la primera gran manifestación de la Diada de 2012. No solo eso: Montse García, experta en comunicación, avisa de la maquinaria independentista en las redes sociales –o se multiplica el mensaje o se amenaza a los que se oponen, dice- y la lingüista Vilarrubias repudia que se asocie al bilingüismo a querer ocultar una “forma de fascismo o franquismo” y que los derechos lingüísticos o de la lengua materna sean considerados “tabús”. Nadie alude a la inmersión como el mejor instrumento de cohesión social para no partir Cataluña en dos como defienden la mayoría de partidos –salvo PP y Ciudadanos- y entidades en Cataluña.
El documental ilustra la supuesta persecución con tres casos: cuando el Tripartito intentó derogar los títulos de catalán no emitidos por la Generalitat; el caso de un padre que sacó de sus hijos de un colegio de Mataró porque quiso burlar la sentencia del Supremo que obliga a dictar el 25% de las clases en castellano -“Nos dijeron si no estaríamos mejor en otro colegio”- o el Dolores Ajengo, la directora de un centro que se resistió a entregar las llaves del mismo para que fuera utilizado como colegio electoral el 9N. “Muchas personas me dijeron que por qué nadie no dijo nada y eso es por el resultado de la presión de años y años sobre los funcionarios. Si nunca nos habíamos rebelado contra la inmersión ¿Alguien iba a hacerlo ahora? A mí me dijeron: ‘Tú eres la única que queda por entregar las llaves’. Ante una insinuación de ese tipo: ¿Quién podía no claudicar?”.
Entre los testimonios figura también el de Susana Beltrán, que lamentó que desde el Parlament se intentara censurar el Premio a Ciudadano Europeo del Año que el Parlamento europeo dio a Societat Civil. “Nos quisieron asociar con la extrema derecha”, afirma mencionando a Iniciativa. El documental omite que los ecosocialistas se quejaban de que la entidad estaba entonces presidida por Josep Ramon Bosch, que había asistido a una comida de una entidad falangista. Bosch ya no es presidente y está imputado por amenazas desde su cuenta personal de facebook a independentistas.
El documental concluye con el diagnóstico de Joaquim Coll y Rafael Atenas que advierte de la escasa calidad democrática de Cataluña y con el aviso de Nacho Martín de que se debe de resolver el “problema de convivencia” que tiene Cataluña. Y con un mensaje optimista: Ovejero cree que a la gente ya no le cuesta tanto discrepar a diferencia de lo que ocurría en los “años de plomo” cuando la “resistencia estaba aislada o intimidada”. Y Cañas, concluye: “Nunca como ahora estamos tan bien. El pesimismo no es seductor y la resistencia no es suficiente. El compromiso hay que llevarlo hasta el final”.
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