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MARCA REGISTRADA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Zapatos a medida

Un león alado representa al que fuera el gremio más fuerte de Barcelona

Fachada del museo del calzado de Barcelona, con su león de San Marcos, en la plaza de Sant Felip Neri de Barcelona
Fachada del museo del calzado de Barcelona, con su león de San Marcos, en la plaza de Sant Felip Neri de BarcelonaCARLES RIBAS

La publicidad es un arte de nuestros tiempos, o al menos eso nos gusta pensar. Pero lo cierto es que los anuncios, los reclamos, las letras pequeñas, las exageraciones y las técnicas para vender y prestigiar un producto son tan viejas como el propio comercio. En su antigua sabiduría, ladrones, mentirosos y mercaderes le rezaban al mismo dios, ya fuese el egipcio Thot, el griego Hermes o el latino Mercurio. Un poco de todo eso hay en esta imagen: un león, más concretamente un león alado que representa a san Marcos, uno de los cuatro evangelistas que todo el mundo veía en las paredes de la iglesia durante la misa dominical, por tanto un símbolo familiar para el posible consumidor. Está aquí porque este santo era el patrón de los zapateros barceloneses, pero también porque es el mismo león de san Marcos de la bandera de Venecia, en aquella época una de las principales potencias comerciales del orbe. Este león en concreto prestigiaba al gremio, le confería una imagen corporativa fuerte, le daba una marca registrada ciertamente competitiva. Y aprovechando el equívoco con la república serenísima, podía proyectarse más allá de sus fronteras.

Los gremios medievales fueron los primeros en regular aspectos del trabajo como la calidad del producto, la preparación técnica del artesano o la publicidad engañosa. En Barcelona, su importancia se tradujo rápido en el nomenclátor, donde muchas calles todavía recogen hoy denominaciones gremiales como Sombrerers (sombrereros), Abaixadors (mozos de cuerda), Argenters (plateros), Mirallers (fabricantes de espejos), o Tapineria (artesanos de un calzado femenino conocido como “tapines”).

En 1516, la ciudad tenía 52 panaderos, 74 carpinteros y 116 sastres frente a 186 zapateros

La más antigua y poderosa de estas cofradías fue la de zapateros. A pesar de que apenas quedan artesanos de este género en la ciudad —uno de los últimos, Norman Vilalta, en la calle Enric Granados—, este gremio gozó de una gran consideración durante la mayor parte de la Edad Media. La primera noticia que tenemos de ellos data de 1202, cuando pudieron constituirse en gremio gracias al rey Pere II el Católico. Ese mismo año financiaban una capilla dedicada a san Marcos en la catedral barcelonesa. Con mucho, eran el grupo de profesionales más numeroso de la ciudad. En 1516 había en la capital catalana 52 panaderos, 74 carpinteros, 82 albañiles y 116 sastres por 186 zapateros.

Podemos entender la importancia de este sector puntero de la industria local por la posición que ocupa la capilla de san Marcos en la catedral —entrando, la tercera a la izquierda—, con un gran retablo barroco de finales del siglo XVII adornado con zapatos flanqueados por leones alados. Fuera, por la parte que mira a la calle de los Condes, hay un gran zapato labrado en piedra. Y si entramos al claustro y miramos directamente al suelo, veremos que se trata de un cementerio gremial, una colección de lápidas donde las más numerosas corresponden precisamente a sastres con su escudo formado por unas tijeras, y zapateros representados por un zapato, estos últimos agrupados frente a la Sala Capitular (hasta el año 1936 tenían el privilegio concedido de ser despedidos en la muerte con el repicar de las campanas). Como los actuales estadios de fútbol, las catedrales garantizaban máximas audiencias para la publicidad. El gremio de zapateros desplegaba su bandera de seda granate con el león veneciano en todas las solemnidades y procesiones, sus dirigentes formaban parte del Consell de Cent que regía la ciudad, y formaba su propia compañía de fusileros en la Coronela ciudadana.

La capilla de San Marcos, su patrón, en la catedral y sus propios fusileros en la Coronela, signos de poder

Los gremios como tales desaparecieron a mediados del siglo XIX barridos por la revolución industrial, aunque algunos como el de panaderos consiguieron sobrevivir. Pero aún tienen su lugar en la catedral las cofradías de carpinteros, tejedores de alfombras, cerrajeros y electricistas (cuya patrona es la Virgen de la Luz). Junto a ellos están los zapateros, que celebran su fiesta anual el 25 de abril. Su sede gremial estaba situada justo enfrente de las escaleras de la catedral, en la calle de la Corribia. Los bombardeos aéreos de la Guerra Civil destruyeron aquella calle (hoy Avenida de la Catedral), y el edificio fue trasladado en 1950 a ese pastiche de plaza antigua que el arquitecto Adolf Florensa diseñó en Sant Felip Neri con edificios salvados de la destrucción.

Desde entonces esta casa gremial con su león de san Marcos y su fachada renacentista hacen las delicias del turista que cree estar paseando por un viejo y evocador entorno medieval, cuando en realidad fue un proyecto de maquillaje para tapar los efectos devastadores de las bombas franquistas sobre la ciudad. Al fin y al cabo, otra forma de publicidad para vender la marca Barcelona en este caso.

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