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Un casino en la reserva india

Massachusetts, referencia para Mas, obliga a celebrar referendos antes de abrir centros de juego Solo una comunidad indígena ha logrado hasta ahora el apoyo popular para impulsar su proyecto

Miquel Noguer
Manifestación a favor del 'sí' en el referçéndum para la construcción de un casino en Massachusetts.
Manifestación a favor del 'sí' en el referçéndum para la construcción de un casino en Massachusetts.AP

 Artur Mas se esforzó durante su reciente viaje a Massachusetts (EE UU) en dejar claro que, incluso un Estado que ha hecho de la industria biomédica su principal baza económica, promueve un sector tan alejado de este como es el juego. El presidente de la Generalitat aseguró haber constatado sobre el terreno que el mundo de las máquinas tragaperras y los laboratorios biomédicos “no son modelos incompatibles, sino todo lo contrario”. De esta forma, Mas buscó dar cobertura a su campaña para conseguir que Eurovegas se instale en Cataluña pese a haber repetido hasta la saciedad que el modelo económico que debe seguir Cataluña es el de la investigación y el desarrollo. Mas no predicó en un escenario neutro: lo hizo en Boston, capital de Massachusetts y ciudad natal de Sheldon Adelson, el magnate de los casinos que promueve Eurovegas.

Cedric Cromwell, jefe tribal de Taunton (Massachusetts.
Cedric Cromwell, jefe tribal de Taunton (Massachusetts.

Massachusetts, que dedica a la I+D el 5,5% de su producto interior bruto, más del triple que Cataluña, decidió el año pasado legalizar los casinos tipo resort, o sea, salas de juego dentro de hoteles con zonas de entretenimiento, servicios y centros comerciales. El gobernador del Estado, Deval Patrick, buscaba así atraer hacia las zonas más desfavorecidas de su Estado los beneficios de una industria que hasta la fecha se quedaban en exclusiva los Estados colindantes, donde el juego ya era legal.

La nueva ley de Massachusetts permite la apertura de hasta tres casinos en diferentes puntos del Estado. Se trataría de complejos que poco o nada tienen que ver con Eurovegas, básicamente por una cuestión de envergadura. Cada unos de los casinos supondría una inversión de unos 400 millones de euros, muy lejos de los 17.000 millones que Las Vegas Sands ha presupuestado para Eurovegas en España. Pero hay una segunda particularidad en el plano legal. Según la ley, cada uno de los tres proyectos deberá ser puesto a votación popular en los respectivos municipios donde se pretenda construir. La votación no es legalmente vinculante, pero los alcaldes han prometido respetar la voluntad popular. La estricta reglamentación de ese Estado ha ahuyentado al propio Sheldon Adelson, que ha decidido no optar a ninguna de las tres licencias porque no ve oportunidad de negocio. “Lo suyo son los grandes proyectos, como el que quiere construir en Cataluña o el que ha puesto en marcha en Singapur”, explica vía telefónica el profesor de la Universidad de Massachusetts y experto en industria del juego Clyde W. Barrow.

En tres de las cuatro consultas celebradas en Massachusetts ha ganado el 'no'

Hasta la fecha ya se han celebrado cuatro consultas y su resultado no puede ser más decepcionante para los intereses de la industria del juego. En tres de ellas el no al casino se ha impuesto claramente. El sí solo ha ganado en Taunton, una localidad de 33.000 habitantes al sur de Boston en la que el grupo promotor no es otro que una comunidad indígena local conocida como Mashpee Wapanoag. Este grupo, que inicialmente no poseía una reserva como sí la tienen otras tribus americanas, se ha hecho con un terreno de 54 hectáreas. Allí prevé levantar el casino.

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“Será una inyección importante de dinero para la comunidad”, asegura el profesor Barrow. “Hay que recordar que un 25% de los ingresos del juego son impuestos y que una cuarta parte de la población americana juega al menos una vez al año”, explica.

El alcalde de Tauton, junto con el líder de los indios Mashpee Wampanoag, Cedric Cromwell, ha apostado por el casino por una cuestión estrictamente económica, explica la portavoz municipal, Alyssa Gracia, vía telefónica. “El referéndum se ganó claramente con un 66% de los votos porque pudimos explicar claramente qué proyecto queríamos hacer, dónde se construiría y los beneficios que daría a la población”, dice. Los grupos contrarios al proyecto han protestado porque los terrenos se encuentran próximos a escuelas y muy cerca de zonas habitadas que, temen, se devaluarán.

"No entiendo por qué España quiere seguir un camino fracasado"

Barry Steel, activista anticasinos en la localidad de Foxborough, donde los ciudadanos han rechazado la instalación de un centro de juego, explica su experiencia: “Visitamos los casinos del vecino Estado de Connecticut, y lo que vimos es que se ha generado un tráfico rodado terrible, las propiedades han perdido valor y los visitantes de los casinos no inyectan dinero a la economía local: todo lo gastan dentro del resort”. “Además”, continúa, “los casinos han contratado a buena parte de la plantilla en países asiáticos para pagarles menos”.

La industria de los casinos ha gastado cientos de miles de dólares en los cuatro referendos celebrados hasta ahora para intentar hacerse un hueco en Massachusetts. También lo ha hecho el lobby contrario, capitaneado, entre otros, por la ONG Stop Juego Depredador. Les Bernal, su director, resume cómo ha actuado la industria del juego. “Promete muchas ventajas y luego no cumple nada”, explica en clara advertencia sobre lo que puede pasar con Eurovegas. “En Estados Unidos las principales ciudades del juego son Las Vegas y Atlantic City, y hoy son las capitales de la disfunción social”, dice refiriéndose a sus disparadas cifras de paro, fracaso escolar y criminalidad. Y lanza una pulla a las autoridades españolas: “No entiendo por qué insisten en seguir un camino que ha fracasado en Estados Unidos”.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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