Y de ésta, ¿cómo se sale?
La innovación es la clave contra la crisis, pero no se puede improvisar - El Gobierno habla de I+D aunque favorece más el ladrillo - Los expertos recomiendan un cambio radical de patrón
La economía española se recupera. Laboratorios, subcontratas aeronáuticas, gigantes de la energía eólica y solar, pymes informáticas o multinacionales de telecomunicaciones impulsan la actividad y el empleo. ¿Hay alguna posibilidad de que España salga así de la peor crisis desde la Guerra Civil? El Gobierno ha retomado la vieja apuesta por la innovación para revolucionar el patrón de crecimiento. Pero las palabras van muy por delante de los hechos. El vacío que deja el pinchazo de la burbuja inmobiliaria es enorme y, cualquier estrategia creíble para sustituir ladrillos por chips es de maduración lenta y alérgica a la improvisación.
"No es una panacea vacua o un producto de marketing político transitorio". Las palabras que pronunció el lunes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ponen en guardia: la innovación es un conjuro que, como dice la copla, amenaza con romperse de tanto usarlo. Pero el abuso político tiene razón de ser. "El mundo se está separando, se divide entre los que quieren competir con Estados Unidos y Japón en innovación y los que basan sus ventajas en la mano de obra, como India y China. Es muy duro quedarse en medio", advierte Inés Macho-Stadler, profesora de Economía en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Las obras se llevan 8.000 millones adicionales; la investigación, 500
Hay más gasto público, pero la inversión privada sigue sin despegar
La falta de fondos golpea con dureza a los sectores con más futuro
El dinero puede volver a apostar por el ladrillo, advierte García Montalvo
Los expertos advierten de que el vuelco de la estructura productiva es más difícil cuando la crisis económica agota los recursos públicos y la presión sobre el presupuesto se multiplica. "Tanto el PP como el PSOE han malgastado años de bonanza y cuando han estado en el Gobierno no han querido tocar un modelo inviable", recalca Luis Zarapuz, del gabinete técnico de CC OO.
Que la recesión no es buena compañera de viaje para cambiar el rumbo lo atestigua el nuevo fondo de inversión pública, la iniciativa más contundente del Ejecutivo para reanimar la actividad. De los 11.000 millones previstos, 8.000 se destinan a obras menores en municipios, una idea con objetivo confeso: retirar de la lista de paro decenas de miles de trabajadores de la construcción, sin empleo tras el parón inmobiliario. El dinero adicional para actuaciones de I+D no llega a 500 millones, un gasto que ha servido para dar vida de nuevo a dos planes estatales de investigación (Cenit y Consolider) que el Ministerio de Ciencia e Innovación había cancelado.
"Desde 2004, el presupuesto en educación, investigación, desarrollo e innovación se ha triplicado", esgrimió Zapatero para defender la coherencia de su apuesta. "Ha habido avance, sobre todo en gasto público", concede Inés Macho, "pero todavía se está muy lejos de lo que se debería". El gasto en I+D ha subido al 1,27% del PIB, pero la media de los países avanzados (2,25%) es muy superior. Es dudoso que se alcance el 2% prometido para 2010 e imposible superar el listón del 3% que fijó como objetivo la UE.
"El problema es que seguimos sin conseguir que las empresas gasten en innovación, hay muy pocas en los sectores de mayor contenido tecnológico y hay menos tradición de arriesgar dinero en pequeñas iniciativas innovadoras, en los últimos años se prefirió el ladrillo o la Bolsa", resume la profesora universitaria.
El agujero de la innovación española está en el sector privado: si el objetivo de la UE es que dos terceras partes del gasto en I+D lo hagan las empresas, en España, la aportación de las compañías no llega a la mitad. Zarapuz cree que algo tiene que ver el diseño de los incentivos públicos. "Si escarbas, mucho de lo que se anuncia como ayuda directa son préstamos que las empresas tienen que devolver", dice.
Lo que deja claro esta recesión es que muchos deberes se quedaron sin hacer. En los últimos 13 años, España ha acortado la brecha económica con las potencias europeas como nunca. Pero cuando llega la crisis, el desempleo se dispara como siempre. En ningún país avanzado la tasa de paro escala a esta velocidad, del 8% al 14% en año y medio. En ningún otro se proyecta que pueda rondar el 20% en 2010.
La elevada temporalidad del mercado laboral y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria son la cara oscura de un modelo de crecimiento que ha basado en el ladrillo y empleos de baja cualificación buena parte de su hecho diferencial. "En la actual coyuntura económica reformar el patrón de crecimiento es una exigencia inaplazable", dijo Zapatero en unas jornadas gubernamentales con el gráfico título de "la innovación como solución". Una salida a la crisis que reserva el papel protagonista a "sectores de futuro", entre los que citó las energías renovables, las tecnologías de la información, la biotecnología de la salud y el sector aeroespacial. Y en la que "tienen cabida" actividades tradicionales bien posicionadas, como el turismo, el sector agroalimentario o las concesionarias de infraestructuras.
La lista no es baladí. Incluye algunas áreas de éxito indudable, en las que se ha usado bien la financiación barata de la última década, en las que se aprovecharon incentivos públicos (energías renovables, planes de infraestructuras, gestión del agua) para ganar tamaño y conocimiento técnico; en las que se respondió con más productividad y nuevos modelos de gestión a la presión competitiva internacional.
Pero sustituir al ladrillo como palanca de crecimiento es un encargo que supera las posibilidades de la innovación a medio plazo, incluso si los hechos estuvieran a la altura de las palabras. El boom inmobiliario explicó, durante varios años, una cuarta parte del crecimiento económico español. En esa etapa, la desviación sobre lo que algunos expertos consideran justificado por la demografía (entre 400.000 y 500.000 casas iniciadas al año) equivale al 4% del PIB y más de 800.000 empleos. La dimensión de esa fuerza motriz triplica de sobra el gasto total en I+D. Y la suma de empleados en actividades informáticas y de innovación y desarrollo apenas llega a la mitad del medio millón de trabajadores que se han quedado en paro en la construcción.
La restricción financiera golpea además con dureza a los "sectores de futuro". Un rápido chequeo con varias patronales deja un reguero de peticiones de intervención pública. "Lo que necesitan las empresas es liquidez, tenemos un gran potencial, pero dependemos mucho de la financiación", asevera Isabel García, de Asebio, que aglutina a firmas de biotecnología.
David Taguas, presidente de Seopan, la patronal de las constructoras de obra civil, reclamó el martes entre 5.000 y 10.000 millones al año más de inversión pública en infraestructuras. La asociación de la informática y las telecomunicaciones (Aetic) propuso el mes pasado un incremento presupuestario anual del 25% en las partidas relacionadas con el sector. "La dificultad de acceso a créditos y la falta de financiación puede hacer que se pospongan los programas de nuevos aviones, imprescindibles para el éxito de esta industria", advierte Atecma, la patronal del sector aeronáutico, que reclama de la Administración "créditos específicos como se ha hecho con el sector de la automoción" y garantías estatales para facilitar la financiación a las exportaciones, como ha ocurrido en Francia y Alemania. "Si un banquero tuviese un euro no dudo de que invertiría en energía renovable, el problema es que no lo tiene", resume José María González, de APPA, la patronal de este sector.
"No creo que el Estado pueda determinar qué sectores son más innovadores", objeta Juan José Dolado, catedrático de la Universidad Carlos III. Por lo que Dolado, como otros economistas, aboga es por reformas radicales que no requieren del auxilio de unas arcas públicas exhaustas, pero pueden ser más efectivas en darle la vuelta al modelo productivo.
"La temporalidad laboral lleva a una rotación enorme, a un paro enorme, a tener pocos incentivos para gastar en formación y subir la productividad", dice Dolado, que propone "acabar con la maraña contractual" y dejar las 17 modalidades existentes en un solo contrato, con la indemnización por despido fijada en proporción a los años trabajados. En educación, el catedrático cree que el Estado debe garantizar la igualdad, con una inversión mucho más decidida, en los primeros niveles y apostar por primar el mérito en la Universidad, con becas para los que obtengan buenos resultados y matrículas más ajustadas al coste real para el resto.
José García-Montalvo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, también reclama señales nítidas de que la ofensiva declarada contra la dependencia inmobiliaria es real. Porque no está escrito que, cuando la recuperación comience, el dinero vaya a preferir el chip al ladrillo. Eliminar la desgravación en el IRPF a la compra de viviendas (recomendación habitual de la OCDE y el FMI), destinar la vivienda de protección oficial de forma exclusiva al alquiler y ligar la concesión de las hipotecas a los precios de los registros y no a las tasaciones serían, para García-Montalvo, señales nítidas.
Más que por la innovación, la recuperación de la economía española de esta crisis pasará por la normalización del sector financiero y porque las grandes locomotoras (EE UU, Alemania) vuelvan a ponerse en marcha. Otra cosa será volver a tasas de crecimiento elevadas sin hinchar burbujas inmobiliarias. La innovación es la apuesta más fiable, pero tardará varios años en dar frutos. Y el camino, que depende más de cambios normativos que de aumentos de gasto, no es fácil. O como simplificó Jean-Claude Junker, presidente del Eurogrupo: "Sabemos qué reformas tenemos que hacer, el problema es que luego no sabemos ganar las elecciones".
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