"Si te dimos una patada fue entre amigos"
Cartas inéditas entre los científicos del ADN desde 1950 reflejan su rivalidad
El hallazgo de cartas que se creían perdidas añade nuevos e importantes elementos a la famosa historia de cómo se descubrió la estructura del ADN, que completan el conocimiento de este drama personal y profesional de los años cincuenta del pasado siglo, protagonizado por el triángulo formado por la pareja Francis Crick y James Watson, Rosalind Franklin y Maurice Wilkins. Las cartas, recibidas o enviadas por Francis Crick entre 1950 y 1976, fueron descubiertas a principios de este año, en el legado que el biólogo Sydney Brenner hizo a los archivos del Laboratorio Cold Spring Harbor, en Estados Unidos.
Brenner y Crick compartieron despacho en la Universidad de Cambridge (Reino Unido) entre 1956 y 1977 y realizaron varias mudanzas, lo que explica que se traspapelara el material profesional. El propio Crick lo creyó perdido para siempre, como le dijo en 1975 a Watson, cuando este le sugirió escribir un libro sobre aquella época, según explican los historiadores Alexander Gann y Jan Witkowski en la revista Nature.
El colega de Rosalind Franklin dice que ella deja "humo de brujería"
De los protagonistas de esta historia, todos hombres menos una mujer, sobreviven Brenner y Watson. Este último publicó en 1968 el famoso libro La doble hélice, en el que contaba su versión y que dio lugar a una polémica que puso de relieve el verdadero papel en el descubrimiento de Franklin, fallecida antes de que sus rivales y su colega, con el que se llevaba mal, obtuvieran el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962.
El protagonismo que tiene Franklin en las cartas recién descubiertas escritas antes de 1953 avala la importancia de su trabajo y cuánto les obsesionaba a sus colegas. Cuando los jefes de ambos laboratorios rivales (el Cavendish en Cambridge y el King's College en Londres) se reúnen y deciden prohibir a Crick y Watson, del primero, que continúen aprovechándose del trabajo del segundo, Wilkins se siente mal y escribe a Crick: "Querido Francis, esto es solo para decir lo enormemente cabreado que estoy y lo mal que me siento sobre todo esto y lo amigo que soy (aunque posiblemente parezca lo contrario). Nos encontramos rodeados de fuerzas que nos pueden triturar en pedacitos...". Solo se dispone del borrador de la contestación de Watson y Crick, pero es muy revelador, ya que termina: "Así que anímate y créenos si te decimos que si te dimos la patada fue entre amigos. Esperamos que nuestro robo al menos produzca un frente unido en vuestro grupo".
Solo cuando Linus Pauling entra en la carrera por descubrir la estructura del material genético, pueden Crick y Watson reanudar el trabajo y este último tiene un famoso altercado con Franklin, que está a punto de dejar el laboratorio. Días antes, esta hizo una última presentación de su trabajo en King's College a la que no se permitió asistir al grupo rival. Wilkins se lo explica a Crick y le propone: "Lo discutiremos después cuando el aire esté más claro. Espero que el humo de la brujería salga pronto de nuestros ojos".
Wilkins es irónico con Crick por su falta de trabajo experimental y en una misiva llega a llamarles "granujas". También le echa la culpa a Franklin de haber perdido la carrera: "Pensar que Rosie tenía todos los datos en 3D desde hace nueve meses y no vio que era una hélice y que yo le tomé la palabra de que los datos eran anti-hélice. Dios mío".
Pero Crick, cuando llega a ver las imágenes sobre cuyo análisis se volcó Franklin, desdeñando otras en las que la hélice resultaba más clara, reconoce en una carta a Wilkins: "Esta es la primera vez que he tenido la oportunidad de estudiar en detalle la imagen de la Estructura A y debo decir que estoy contento de no haberla visto antes, porque me habría preocupado mucho".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.