El Hierro sufre 56 sismos en las últimas 24 horas
Desde el inicio de la crisis ha habido 11.445 terremotos de más de 1,5 de intensidad
El proceso sísmico de origen volcánico de El Hierro continúa con su ritmo de actividad. En las últimas 24 horas el Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha detectado 56 terremotos de intensidad 1,5 o superior, de los que solo un par de ellos han sido sentidos por la población. El mayor, de 3,5, ocurrió a las 18.31 al noroeste de La Frontera, a tres kilómetros de la costa y con un epicentro a 21 kilómetros de profundidad.
Este es el tipo de temblores más frecuente actualmente en la isla, desde que hace un mes se abriera la erupción fisural al sur de la isla y los sismos se localizaran al norte. La directora del IGN en Canarias, María José Blanco, ha explicado que parece ser -casi todo aquí se dice con precaución y sin cerrar la puerta a otras opciones- que puede estar habiendo nueva aportación de material magmático desde capas inferiores de la corteza terrestre. Este flujo estaría alimentando el proceso, por lo que no se ve un final al proceso.
Esta aportación de material explica que tras el terremoto de 4,6 de la madrugada del sábado no se descarte que haya otros de intensidad incluso superior. Esto justifica que se mantengan las medidas de seguridad, como el corte de carreteras y el túnel de Los Roquillos, al norte, que tanto están afectando a la vida de la isla.
Mientras, al sur, las cámaras situadas por el Cabildo de El Hierro con la ayuda técnica de Telefónica, detectan un ligero burbujeo y algo de actividad. De todas formas, el Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca) indica que la emisión de lava no se ha detenido, pese a que ayer las imágenes mostraron una superficie del mar prácticamente en calma. Por eso también se mantiene la prohibición de pasar la noche en La Restinga, la localidad que está a 1,6 kilómetros del cono submarino, según los cálculos de los expertos de Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se reunieron el jueves. Esta emisión está a unos 700 metros de profundidad (hay que procesar los últimos datos del buque científico Ramón Margalef para confirmar la topografía de la zona), lo que explica que desde la costa se vea la mancha que crea e incluso el bullir del agua.
Por cierto que los pescadores de la zona afirman que, en verdad, está mucho más alto, en una elevación submarina que ellos conocen bien porque se les enganchan los anzuelos. Claro que algunos son los mismos que vaticinaban una explosión ayer, coincidiendo con la la luna llena, y esa afirmación puede ser una muestra de las ganas que todos tienen de que el cono emerja o, al menos, quede a baja profundidad. Así esperan que haga de atracción turística en el futuro, y les recompense del daño económico que un mes sin pesca y buceo les está causando.
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