GPS 'espía' vigilan a 10.000 conductores
Una aseguradora bajará la cuota si no se cometen imprudencias
Una ecuación: usar poco el coche + respetar los límites = pagar menos por el seguro. Una pregunta: ¿Por qué voy a pagar yo por los que conducen mal o por los que usan el coche todo el día exponiéndose a muchos más riesgos? La ecuación y la pregunta se traducen en 10.000 jóvenes que ya circulan por España con un coche que lleva una especie de caja negra, un dispositivo que permite controlar cuántos kilómetros recorren y cómo los recorren. En función de los resultados, pagan más o menos prima en su seguro.
Se paga en función de los kilómetros recorridos y de cómo se conduce
La experiencia piloto la ha puesto en marcha la compañía Mapfre, que reverdece así una vieja idea en el mundo del seguro, el del pago por uso: tantos kilómetros hago, tanto pago. Con la tecnología que permite la eficacia de la idea (el GPS). La iniciativa, además, enlaza con el debate que recorre Europa sobre si los coches deberían o no albergar una caja negra en su interior para poder investigar mejor los accidentes (como en los aviones).
"¿Ves que llevo el bluetooth, se nota, no?", dice David señalándolo mientras arranca su Ibiza plateado. Pues del dispositivo que le ha instalado la compañía de seguros, ni rastro. La cajita va escondida bajo el salpicadero, en el faro o en el parachoques, para que no la vean los cacos, explica Alberto, mecánico que ya lleva instalados más de 50 aparatos.
David, funcionario del extraradio madrileño, de 25 años, es uno de los 10.000 jóvenes que se han apuntado al experimento. Lleva cuatro meses con el dispositivo instalado pero todavía no ha podido comprobar si eso repercute en su póliza, lo sabrá en unos meses. "Cuando te lo instalan controlas más la velocidad, vas a lo que te indica la carretera; pero yo siempre he controlado. Esto me ha servido para pulir detalles como conductor". Espera que su buena conducción le rebaje la póliza hasta un 60%, según le han dicho en la compañía.
Un coche tiene siete veces más posibilidades de tener un accidente si circula por una vía secundaria, de noche y en fin de semana, que si va por autopista un día por la mañana. La compañía estima que el que se exponga más, debe pagar más. O sea, pólizas a medida. De ahí que el dispositivo con el que se está experimentando vaya recopilando información de la vía por la que se circula, el horario, los excesos sobre los límites de velocidad y el estilo de conducción del piloto (si es de frenazos bruscos y acelerones, también implica más riesgos). Lo explica Javier Oliveros, subdirector general de la firma: todas esas variables se meten en una coctelera y con ellas se determina la prima, añadiendo el dato crucial, el número de kilómetros.
El pago por uso ya se realiza en compañías como Norwich Union, en Reino Unido; Holland en Suráfrica; AIOI, en Japón y Aviva en Canadá. "Está claro que es disuasorio", explica Oliveros. "El aparato recopila información y te lo piensas dos veces antes de pisar el acelerador". Huye del término caja negra porque dice que se asocia a espiar -el objetivo de la empresa "no es el de una caja negra"- y prefiere hablar de un "agregador de información".
El viento sopla por el taller Norauto de Majadahonda, a las afueras de Madrid, suena un tema de Amaral en el radiocasete y Alberto instala uno de los dispositivos. Asegura que a lo que más se parece es a una caja negra como las de los aviones: "Te puede decir por dónde viene el golpe, a qué velocidad ibas y el punto kilométrico donde se ha producido el impacto". En Mapfre garantizan que la información que se recoge es "confidencial". Alberto coloca el aparato bajo el salpicadero del coche que tiene entre manos. Tiene que estar oculto para los ladrones porque, además de recopilar datos, el dispositivo sirve para avisar en caso de robo o de accidente. Si el coche sufre una deceleración grave, similar a la que desencadena el salto del airbag, se produce una llamada automática a la aseguradora (se registran 10 al mes entre los 10.000 coches que tienen instalado el dispositivo, explica Luis Peña, coordinador de este proyecto en el que Mapfre asegura haber invertido 10 millones de euros). Si el coche es robado, el localizador ayuda a encontrarlo.
"Es un proyecto vanguardista", valora Francisco Fernández Armela, directivo de la correduría de seguros Marsh. "El cálculo de la prima puede llegar a ser más justo y no ocurrirá lo de ahora, que unos pagan lo que otros conducen de más. Para el consumidor puede ser atractivo: si usa menos el coche, pagará menos". Ana Ferrer, directora del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, valora este tipo de proyectos. Fernández Armela, de Marsh, señala además las ventajas medioambientales: si la gente paga por kilómetro, como en una factura de teléfono, utilizará el coche sólo cuando sea imprescindible.
De copiloto, un 'Gran Hermano'
La polémica sobre la instalación de cajas negras en los automóviles dejó en 2004, en el Reino Unido, una frase para el recuerdo: llevar una caja negra en el coche es como llevar al Gran Hermano sentado de copiloto. Se empezaba a discutir entonces la instalación por decreto de estos artilugios en todos los coches (el experimento de Mapfre parte de la voluntariedad del interesado).
Luis Montoro, gran experto en temas de seguridad vial, reivindica la instalación de cajas negras que recopilen toda la información posible en todos los automóviles. "Saber que estás siendo chequeado modificará tu comportamiento. Habría más justicia para determinar la culpabilidad en los accidentes". Bartolomé Vargas, Fiscal de Seguridad Vial, se pronuncia en el mismo sentido: "Soy partidario de que se usen para la investigación penal".
La Unión Europea estudia la cuestión mediante el proyecto Sarac 2 y, en España, varios institutos investigadores están detrás de Cabintec, un programa que gira en torno a las cajas negras en vehículos profesionales.
Mario Arnaldo, director de Automovilistas Europeos Asociados, apoya la implantación de cajas negras para que los datos se usen sólo en caso de accidente y con orden judicial. Y señala los dos escollos a los que se enfrenta este debate: la resistencia de una parte de la industria automovilística (implantarlos encarece los coches) y la invasión de la intimidad. Mónica, una de las 10.000 jóvenes que lleva el dispositivo de Mapfre, sentencia: "Yo no tendría un problema en llevar una caja negra, de hecho, la llevo: puede ser una invasión de la intimidad pero me compensa al pensar el dinero que me ahorro en el seguro".
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