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Castigo ejemplar por torturar a Alba

Un tribunal condena a la madre de la niña y a su pareja a más de veinte años de cárcel cada uno - La pequeña ha quedado postrada en una silla de ruedas y muda

Casi tres años después de que la niña Alba sufriera una muerte cerebral por los malos tratos que padeció, la Audiencia de Barcelona condenó ayer a penas que suman 20 años y medio de cárcel a su madre, Ana María Cano, y a 22 años a su compañero sentimental, Javier Pérez Espinosa. El tribunal considera que cometieron dos delitos de lesiones, otro contra la integridad moral y un cuarto de malos tratos habituales.

El caso podría haberse zanjado con una pena mínima que hubiera comportado la pronta excarcelación de la pareja de no haber sido por la abogada de la Generalitat, que ejerció la acusación particular. Y es que durante la instrucción del caso y en el juicio, la fiscalía consideró que la agresión más violenta que sufrió Alba era un delito intentado de asesinato, por el que pedía doce años de prisión. La acusación pública, sin embargo, lo calificó como las lesiones más graves que permite el Código Penal. Ésta ha sido finalmente la tesis acogida por el tribunal de la Sección Vigésima, que además ha decidido retirar a la madre durante cinco años la patria potestad de Alba, ha prohibido que se acerque a menos de mil metros de ella durante cinco años cuando salga de prisión y ha ordenado que no se le informe de la evolución de la niña mientras cumpla condena.

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El fallo no ha sido suficiente para el padre biológico de Alba, que esperaba un castigo mayor. "Por lo menos de 25 años de cárcel", dijo. El hombre pasó tres días entre rejas porque la madre le acusó de haber sido el causante de las lesiones a la niña y la justicia la creyó inicialmente.

La resolución relata que el 18 de diciembre de 2005, cuando la niña aún no había cumplido los cinco años, ingresó en el hospital del Vall d'Hebron con una fractura de húmero provocada por el padrastro, que había iniciado la relación con su madre hacía unas semanas. No fue el único episodio violento. En una fecha no determinada de aquel diciembre "al menos en dos ocasiones y movido por la intención de atentar contra la dignidad de Alba", ató fuertemente a la niña a una silla con un cinturón de albornoz con los brazos por la espalda y la obligó a comer sus vómitos. También le tapó la boca con un esparadrapo al que hizo un pequeño orificio y le introdujo una jeringuilla para obligarla a beber agua.

Pero el capítulo más agresivo sucedió la tarde del 4 de marzo de 2006. Alba se quedó a solas con el hombre mientras la madre y la hija de aquél esperaban en la calle. Fue entonces cuando el padrastro "zarandeó brutalmente y con tal violencia" a la niña que le produjo un hematoma subdural en el hemisferio izquierdo de la cabeza. La tesis de las acusaciones durante el juicio fue que golpeó la cabeza de la pequeña contra la pared, pero ante la imposibilidad de asegurar esta actuación con total certeza, los jueces han optado por el zarandeo. La niña ingresó en estado de coma en el hospital con lesiones cerebrales, respiratorias y hematomas por todo el cuerpo y de diferente gravedad. Tal era su estado que los médicos diagnosticaron su muerte cerebral, pero la reanimación cardiorespiratoria que se le aplicó durante 40 minutos le salvó la vida. Los forenses vaticinaron en el juicio que no volvería a andar ni a hablar y que el deterioro de sus funciones cerebrales es muy grave. Alba ha quedado postrada en silla de ruedas para siempre. "Se ha quedado inútil para toda la vida", dijo su padre biológico. Pero también dejó abierta una puerta a la esperanza. "En febrero tenemos una operación, una prótesis en el cerebro. Me han comunicado que las neuronas que aún le restan pueden llegar a trabajar por alguna otra. Pero es una pequeña posibilidad".

El tribunal resalta que las estas lesiones las protagonizó el padrastro, pero que la madre era "perfectamente conocedora" de lo que ocurría y que dejó a solas a la pequeña con él "sabiendo que aprovechaba tales ocasiones para agredirla y vejarla". Durante los cuatro meses que duró la relación sentimental hasta que la niña quedó en coma, ambos crearon respecto a Alba "un clima sistemático de maltrato tanto físico como vejatorio".

Ahora la justicia condena también a la pareja a abonar a la niña un millón y medio de euros, una decisión más simbólica que otra cosa, pues carecen de medios y, si el Tribunal Supremo confirma la sentencia, pasarán muchos años en la cárcel sin poder trabajar.

Ana María Cano, madre de la niña Alba, y Francisco Javier Pérez, su compañero sentimental, durante el juicio.
Ana María Cano, madre de la niña Alba, y Francisco Javier Pérez, su compañero sentimental, durante el juicio.EFE

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