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¿Literatura del yo? ¿Qué yo?

Hace unos meses salió un monográfico en este suplemento titulado: Escribo sobre mí. La autoficción marca la literatura en castellano. El primer artículo se denominaba 'El yo asalta la literatura'. Se trataba de señalar una orientación de la narrativa actual en una serie de autores, entre los que se encuentran Vila-Matas, Esther Tusquets, Cristina Grande, Julián Rodríguez, Gonzalo Hidalgo, Juan Cruz, Soledad Puértolas, Manuel Rico, etcétera.

Estoy totalmente de acuerdo con esa nueva veta, cada vez más extendida e intensiva de la literatura del yo. Sin embargo, me gustaría puntualizar sobre ese hipotético "yo", puesto que siempre hay que añadirle un adjetivo.

Hay literatura del yo a través de la ocultación -en parte- de lo que es el yo real, para crear el yo con el que uno se identifica. Por supuesto que se trata de literatura del yo, pero en este caso del yo deseado.

El yo histórico está constantemente en nuestras novelas, el tiempo pasado se presta a desvestirnos en la literatura sin problema alguno. Existe pues mucha literatura actual del yo histórico.

Otra de las formas en que se manifiesta el yo es fragmentado a través de los múltiples espejos, que son los personajes. Cada personaje porta una o varias vetas del autor. Es también literatura del yo, pero de un yo disperso.

Está el yo de las autobiografías de ficción, en donde uno mezcla el yo real y el que uno desea a través de contar y fabular sobre uno mismo, es un yo mitificado. Y este yo es el mismo de las autobiografías, puras y duras. Pues son el resultado de seleccionar los hechos que al autor le interesan para configurar el yo que le conviene. En una entrevista a Alfredo Landa en EL PAÍS, se le preguntaba acerca de la misma: "¿Es un strip-tease?". Y respondió: "No, coño, lo hago totalmente vestido. Cuento todo lo que puedo contar, lo que debo contar".

Y termino con el yo del subconsciente, cuando escribimos de forma más o menos automática. Quizá sea ése el yo más real, pues uno no controla la escritura, y por lo tanto no condiciona a ese yo con el que se identifica de cara a la galería. En este caso tengo que contar una anécdota: hace unos meses he publicado Con olor a naftalina. Es una novela-trance, en el sentido de que mi yo racional ha intervenido muy poco en el proceso de la misma. Por lo tanto, nunca creí que yo estuviera presente en esa novela llena de tabúes. Pues bien, hace poco tiempo, Enrique Vila Matas -que la ha leído- me decía de ella, entre otros temas: "Entendí más cosas de ti...". Entonces me di cuenta de que mi yo se había colado en la misma, sin yo haberlo advertido.

A lo que quería llegar: ¿existe la literatura del yo sin más...? No. Y es que siempre al escribir se selecciona, y esa selección se hace con un criterio, y es impedir que no se exhiba en cueros el yo real, pues nunca nos queremos desnudar por completo. Tapamos las partes pudendas.

Por tanto, existe, sin duda, la literatura del yo, pero del yo "adjetivado" con tanga. Obvio.

Juana Vázquez es catedrática de Lengua y Literatura, periodista y escritora. Su último y reciente libro, la novela Con olor a naftalina (Huerga & Fierro). En primavera publicará El Madrid cotidiano del siglo XVIII (Endymión).

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