Enloquecer por un anticuerpo
Una joven de 20 años sufre crisis que transforman su personalidad por una enfermedad autoinmune - Un médico español describió la dolencia en 2007
El primer síntoma de que algo extraño ocurría en el cerebro de Marta, de 20 años, apareció a mediados de julio de 2010, cuando le dijo a sus padres: "No sé qué me ocurre, pero me cuesta hablar". Año y medio más tarde, la propia Marta Moragas explica: "Simplemente, estaba esperando a una amiga, y, cuando llegó, no podía coordinar mis pensamientos con las palabras; me costaba vocalizar. Nunca había notado nada parecido".
A los pocos días, la chica empezó a tener comportamientos más preocupantes. "Había momentos en que se quedaba ausente y otros en que se movía de manera descoordinada, decía frases sin sentido, y mostraba mucha ansiedad. Enseguida la llevamos al hospital", explica Emili, el padre de Marta.
"No podía coordinar. Me costaba vocalizar", dice Marta Moragas
Los neurólogos le diagnosticaron ansiedad y le dieron el alta
El ataque al sistema nervioso produce brotes psicóticos y convulsiones
El equipo médico ha estudiado ya más de 600 casos con esta patología
Los neurólogos del hospital Vall d'Hebrón de Barcelona le hicieron varias pruebas. Todo parecía normal. Le diagnosticaron crisis de ansiedad y le dieron el alta. Sin embargo, la situación empeoró dramáticamente. Marta alternaba momentos de bloqueo absoluto con crisis en que agredía a sus familiares, gritaba como poseída, se quitaba la ropa, se revolcaba por el suelo... "Era espantoso", recuerda afligido Emili, "estábamos aterrados y la llevamos a psiquiatría del hospital de Sant Pau". Marta ingresó en el centro el 29 de julio de 2010, y no salió hasta diciembre de ese año. Al principio, los médicos seguían desorientados.
No encontraban el mínimo indicio de por qué la conducta de Marta se había transformado radicalmente en solo dos semanas. Internada en su habitación, insultaba a las enfermeras, escupía a sus visitantes, tenía movimientos opistótonos (espalda extremadamente arqueada hacia atrás), desarrolló hipersexualidad, tenía alucinaciones paranoides, y sufría crisis epilépticas, taquicardias y pérdida de reflejos básicos. Los médicos se vieron forzados a ingresarla en la unidad de cuidados intensivos, inducirle el coma, y mantenerla con respiración artificial y un marcapasos externo.
"No recuerdo absolutamente nada", cuenta Marta, ya recuperada. La situación de desconcierto era absoluta. Pero, al enterarse, el neurólogo Luis Antonio Querol tuvo una intuición: "Siempre que hay casos insólitos los comentamos entre colegas, y cuando me explicaron los síntomas de Marta, enseguida pensé en la encefalitis de origen autoinmune descrita en 2007 por Josep Dalmau".
Querol visitó a Marta y comprobó que todos sus síntomas encajaban. Estaba tan convencido que empezó inmediatamente una terapia inmunosupresora, encargó una punción lumbar y envió la muestra a la Universidad de Pensilvania donde investigaba Dalmau. Al cabo de dos semanas llegaron los resultados confirmando que Marta tenía anticuerpos que estaban atacando los receptores NMDA de sus neuronas. "Este trastorno es absolutamente nuevo para la ciencia", explica Dalmau. "Lo describimos en 2007, pero seguro que estuvo involucrado en muchos casos que a lo largo de la historia fueron descritos como locura. Y seguro que en la actualidad debe haber muchos pacientes sin diagnosticar".
El neuroncólogo Josep Dalmau es un profesor de la red de investigación ICREA en la Universidad de Barcelona y de Neurología en la Universidad de Pensilvania. Empezó su carrera científica en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York. "Allí se desarrolló mi interés por los procesos autoinmunes y su relación con los síntomas neurológicos y cambios conductuales en pacientes de cáncer", recuerda. Años después, identificaría una coincidencia muy peculiar: cuatro mujeres jóvenes que sufrían síntomas idénticos de alteraciones psiquiátricas, pérdida de memoria, ataques epilépticos, disminución de conciencia y además, todas tenían teratomas en sus ovarios. Los teratomas son pequeños tumores benignos presentes en muchas mujeres. No representan una amenaza, y tienen una singularidad: por su origen embrionario algunas células del interior del tumor se pueden diferenciar en tejidos óseos, de pelo, de órganos internos, dientes, músculo, e incluso células nerviosas.
La hipótesis que barajó Dalmau es que cuando aparecían células del sistema nervioso, el sistema inmunológico las podría considerar extrañas y generar anticuerpos contra ellas. Si estos anticuerpos cruzaban la barrera hematoencefálica y llegaban al cerebro, podrían atacar a las células nerviosas y provocar los brotes psicóticos y trastornos radicales observados en las pacientes. Josep Dalmau realizó varios análisis a las cuatro mujeres, y descubrió anomalías inflamatorias en el líquido cerebroespinal de todas ellas. Tres mejoraron tras una terapia inmunosupresora, y en 2005 publicó un artículo en Annals of Neurology con su hipótesis. Resultó ser correcta.
Dalmau continuó investigando, identificó 12 nuevos casos, hizo más pruebas, y en 2007 publicó un trabajo describiendo el mecanismo de acción de esta nueva enfermedad: un anticuerpo generado por el propio sistema inmunológico que actúa específicamente contra los receptores NMDA de las neuronas, implicados en la transmisión sináptica, creación de conexiones neuronales y plasticidad cerebral. Sus descubrimientos le han valido premios como el Jacoby Award de la Sociedad Neurológica Americana, y el de mejor artículo científico del año por la revista Annals of Neurology.
Según Querol, "Dalmau ha revolucionado el campo de la neuroinmunología". "Lo bonito es que todo encaja", dice el médico. "En psiquiatría, la hipofunción de estos receptores por otras causas ya se había asociado a cuadros psicóticos y esquizofrenia. Y cuando bloqueamos estos receptores en animales de laboratorio, o creamos ratones knock-out que expresan menos receptores en sus neuronas, se ven movimientos repetitivos y alteraciones conductuales de naturaleza parecida. Además, las pacientes mejoraban al extirpar el teratoma". Fue el caso de Annalisa Meier, que, a diferencia de Marta, tenía los mismos síntomas, con teratomas en sus ovarios. La primera intervención fue extirparle estos quistes. Dos años después, Annalisa regresó a la Universidad de Columbia.
Pero Dalmau matiza: "Los teratomas fueron la pista inicial que nos permitió caracterizar los síntomas comunes de esta encefalitis, pero desde entonces estamos encontrando muchos casos donde hay respuesta autoinmune contra NMDA sin necesidad de teratoma". Es el caso de Marta Moragas y de aproximadamente la mitad de los 600 pacientes estudiados por el equipo de Dalmau; una cifra de diagnosticados que va creciendo en todo el mundo. La mayoría de ellos corresponde a mujeres jóvenes, pero según la última revisión publicada en The Lancet Neurology, la enfermedad también ha sido diagnosticada en mujeres adultas y en hombres. "No conocemos todavía todas las causas que pueden generar la respuesta autoinmune, pero lo que sí vemos es la presencia de anticuerpos específicos contra el receptor NMDA y mejora radical con tratamiento inmunosupresor" dice Dalmau, quien añade: "Lo verdaderamente impactante de esta enfermedad es constatar que hay procesos autoinmunes que generan cuadros psiquiátricos engañosos y profundas alteraciones neurológicas. Esto lo sospechábamos pero no estaba descrito todavía".
Querol agrega: "Además, no son casos de poca importancia. Aparte de los brotes psicóticos hay pérdida de conciencia y estado de coma. Seguro que en el pasado muchos pacientes han fallecido por esta encefalitis sin saber que el tratamiento es tan sencillo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.