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Reportaje:Primer plano

Recuperación incierta

La economía española afronta un otoño plagado de riesgos y alguna ventana de oportunidad

Alicia González

"¡Ya llegará septiembre!", se decía en las pequeñas tertulias cotidianas a principio de verano, cuando el buen tiempo y las perspectivas de unos días de asueto animaban a aparcar por un tiempo los problemas. Pues bien, septiembre llegó. Y, como auguraban esas conversaciones, parece que las vacaciones no le han sentado especialmente bien a la economía española.

La incertidumbre vuelve a dominar el ambiente. Las Bolsas suben y bajan con inusitada fuerza ante resultados de escasa importancia, incapaces de separar en este momento el grano de la paja. Cierto es que las salidas de las crisis nunca son fáciles, ni lineales, pero los riesgos parecen superar con creces a las sorpresas positivas, que también las hay. Es difícil dilucidar en qué punto, de verdad, se encuentra la recuperación económica, sometida a su vez a los vaivenes de las declaraciones políticas, que lo mismo suben los impuestos un día, anuncian un recorte al siguiente y anticipan nuevas partidas de gasto al tercero, sin nada que explique semejantes giros. Pero ¿qué pasaría si todo lo que puede ir mal fuera mal? ¿Qué probabilidad hay de que eso suceda? ¿Qué sorpresas positivas pueden cambiar definitivamente el rumbo económico?

Hay unanimidad: el frenazo de la actividad no acabará en recesión
Nadie se cree la previsión de crecimiento del 1,3% para 2011
Los analistas temen una crisis política por la negociación presupuestaria
El Estado carece de instrumentos para forzar a las CC AA a cumplir el ajuste
Solo un ambicioso plan de reformas podría mitigar el ajuste fiscal
Una mayor fluidez del crédito es imprescindible para la recuperación
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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sorprendió en pleno sofoco agosteño al anticipar una recaída de la economía en el tercer trimestre. "Cabe la posibilidad de que el crecimiento del tercer trimestre del año no sea tan bueno", dijo tras su reunión con el Rey en Palma de Mallorca. Con un crecimiento mínimo en los dos primeros trimestres (del 0,1% y del 0,2%, respectivamente) no es descabellado que esa recaída signifique la vuelta a los números rojos, aunque el Gobierno lo descarta. Los datos de ventas minoristas en julio (-2,4%) y de ventas de automóviles (-23,8%) apuntalarían esa tesis. "El segundo trimestre no podía extrapolarse. El gasto de las familias creció un 5% en tasa trimestral anualizada, lo que se explica porque muchas compras se habían anticipado ante la subida del IVA en julio y el fin de las ayudas a la matriculación de vehículos", explica José Ramón Díez Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países del Instituto de Empresa.

"Eso no significa que la economía española vuelva a caer en recesión. Nuestra previsión es que el crecimiento será lento, débil; digamos que la recuperación irá a medio gas", apunta Jean-Michel Six, economista jefe para Europa de Standard & Poor's (S&P). Ninguno de los expertos consultados ni de los informes analizados para este reportaje espera que la economía española vuelva a entrar en recesión, aunque todos vaticinan que el crecimiento en el conjunto del año seguirá en zona negativa.

Ese escenario, pese a todo, cuadra con el programa de estabilidad presupuestaria remitido por el Gobierno a Bruselas, que prevé una caída del PIB del 0,3% y una reducción del déficit público hasta el 9,3% del PIB (11,4% en 2009). "Para este año si los objetivos no se cumplen nos quedaremos bastante cerca. El mercado no está preocupado por la ejecución presupuestaria de este ejercicio", señala desde Londres Antonio García Pascual, analista de Barclays Capital, que valora la rápida reacción del Ejecutivo cuando, en plena tormenta financiera griega, anunció ajustes drásticos y logró devolver la calma a los mercados.

Otra cosa muy distinta es cómo se encara el año próximo. El déficit deberá reducirse hasta el 6% y, para empezar, la previsión de crecimiento sobre la que se sostiene ese recorte, el 1,3%, solo resulta creíble para el Gobierno, porque el mercado no ve nada más allá del 0,5%. La vicepresidenta segunda, Elena Salgado, ya ha adelantado que el gasto de los ministerios se reducirá de media un 16%, pero los anuncios de gasto del ministro de Fomento han arrojado dudas sobre la verdadera voluntad del Ejecutivo.

"Es un objetivo [la previsión de crecimiento] cuando menos optimista. Las cuentas no cuadran y los inversores las van a seguir muy de cerca. Se van a quedar cortos con la reducción de gastos y van a tener que ir mucho más lejos o subir impuestos. O las dos cosas", advierte García Pascual.

Es verdad que en sus giras de promoción por Europa y EE UU -los famosos road shows-, el Gobierno, a través del secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, ha insistido en que los objetivos de déficit son "incondicionales" y que si la actividad empeora no dudarán en acometer más ajustes. Pero declaraciones como las de José Blanco -que también apuntó una posible subida de impuestos, a su vez desmentida- no ayudan a despejar las dudas. Así que habrá que esperar a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011 para que tanta incógnita se aclare. Será el verdadero momento cumbre del otoño.

Dependiendo del desenlace final del trámite presupuestario, su impacto sobre la recuperación y la actividad puede ser muy distinto. Hay quienes defienden subidas de impuestos -"el IVA en el 18% aún deja margen de subida y los tipos marginales del IRPF podrían elevarse para las rentas altas", dicen desde Barclays Capital-, pero la mayoría de los expertos cree, como señala el BBVA en su último informe sobre la situación de España, que "resulta más conveniente que los ajustes se den más por el lado del gasto corriente que sacrificando la inversión pública en infraestructuras, en educación o en I+D+i". El servicio de Estudios de la entidad apunta que también "es necesario que se discuta la posibilidad de introducir mecanismos de financiación alternativos para ciertos servicios públicos, por ejemplo mediante copagos selectivos en sanidad y educación". Una posibilidad, de momento, sin respaldo político conocido.

A priori, la fecha estrella de la vuelta del verano parecía reservada para la huelga general, convocada para el 29 de septiembre. Pero para esa fecha la reforma laboral ya habrá sido definitivamente aprobada en el Congreso y nadie cree que el Gobierno vaya a dar marcha atrás por las movilizaciones sindicales. "Los problemas laborales no afectan solo a España o a Grecia. Francia, sin ir más lejos, tendrá una huelga general el día 7, y los mercados ya descuentan que la situación es difícil para todos", apunta Jean-Michel Six, que no augura que la huelga abra una etapa de fuerte conflictividad laboral aunque sin duda las tensiones entre sindicatos y Gobierno se van a trasladar a las negociaciones sectoriales pendientes.

Más preocupación suscita la situación política. "No es nuestro escenario base, pero no resulta descabellado pensar que la falta de acuerdo en torno a los presupuestos pudiera abrir una crisis política. Ahí el principal partido de la oposición podría exhibir su mayor compromiso con el ajuste y el rigor presupuestario del pasado, pero ahora no tiene una agenda clara que dé garantías y tranquilidad a los inversores", admite abiertamente Antonio García Pascual. Otros no quieren ser citados con nombres y apellidos, pero suscriben esta tesis, para la que no faltan razones. La reforma laboral, sin ir más lejos, se ha aprobado en el Senado gracias a la abstención de todos los grupos de la oposición, que parecen no querer significarse ante un recorte de derechos laborales. Y otra reforma que los expertos citan como imprescindible, la de las pensiones, aún espera alguna propuesta concreta en fechas y años por parte del principal partido de la oposición, mientras el Gobierno apunta una cosa y su contraria en menos de 24 horas [la ampliación del periodo de cálculo de las pensiones de 15 a 20 años apuntada por el ministro de Trabajo fue calificada como apenas una "sugerencia" por la vicepresidenta Salgado].

El calendario político tampoco ayuda. Las elecciones autonómicas catalanas supondrán, sin duda, un claro examen para el partido del Gobierno, y su resultado puede modificar los apoyos del Gobierno hasta el final de la legislatura. Los comicios autonómicos y municipales previstos para la primavera de 2011 no van a ejercer, precisamente, como catalizador del ajuste imprescindible e improrrogable. Si no hay cambios antes, los Ayuntamientos no podrán endeudarse a partir del próximo 1 de enero, lo que supondrá un frenazo adicional de la actividad para muchas empresas de servicios, ya con serios problemas para cobrar las abultadas facturas que acumulan los municipios. Las comunidades autónomas se han visto este verano en serias dificultades para colocar deuda en el mercado y, para ellas, lo peor del ajuste aún está por llegar. Será en 2012 y 2013 cuando tengan que hacer el mayor esfuerzo de contención, de acuerdo con lo previsto en el Plan de Estabilidad, y no les va a quedar más remedio que recortar gastos, personal y acometer reformas de sus sectores públicos. El Estado, sin embargo, no cuenta con muchos instrumentos para hacerles cumplir con el ajuste, más allá de que debe aprobar cada año sus emisiones de deuda.

El otoño también podría sorprendernos gratamente si los factores positivos, que los hay, entran en juego. "Los riesgos y los factores favorables son muy simétricos. La mayor amenaza es una recaída de la economía estadounidense, y la gran oportunidad es el comportamiento de las principales economías europeas, que muestran mayor crecimiento del previsto, y eso significa un aumento del comercio para la eurozona", apunta Six.

Sin duda, el fuerte crecimiento exhibido por Alemania en el segundo trimestre es un soplo de optimismo bastante inesperado. Una mejora de la situación económica alemana, sin duda, se traducirá en un repunte de la actividad en la eurozona y su consiguiente impacto sobre las economías periféricas. Por ejemplo, con la vuelta de los turistas a las costas. Los datos de ejecución presupuestaria hasta julio muestran un comportamiento muy positivo de la recaudación que, una vez eliminados factores temporales, no tienen una explicación sencilla. "El aumento de la base del IVA es difícil de explicar, aunque es sin duda muy positivo. No sé si se explica porque el crecimiento está siendo mayor de lo estimado o si se trata de IVA inducido desde la economía sumergida. En todo caso, la actividad muestra un vigor inesperado", apunta Juan Ignacio Crespo, director europeo de Thomson Reuters.

A lo largo de la historia, España ha dejado atrás las recesiones gracias a una combinación de circunstancias que difícilmente podrán repetirse ahora. Fue muy fuerte el impulso que recibió la economía española con el ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986 y la consiguiente llegada de fondos estructurales. Lo mismo sucedió con la entrada en el euro y el nuevo entorno de bajos tipos de interés e ingentes flujos de inversión exterior. Entre medias, varias devaluaciones que hicieron más competitivos los productos y servicios españoles, y poco después una rápida y considerable llegada de población inmigrante que disparó la población activa y sus necesidades de consumo, viviendas incluidas. Ahora, en cambio, solo queda el camino de las reformas.

"Un plan de reformas ambicioso podría compensar en buena medida el inevitable ajuste fiscal", asegura Díez Guijarro. Eso y que el sistema financiero abra más generosamente el grifo del crédito. "Si somos ambiciosos en el plan de reformas y se hace un verdadero esfuerzo de ajuste del gasto, y no hay sorpresas negativas de otras economías periféricas de la eurozona, la prima de riesgo puede acercarse hacia los cien puntos básicos, y ese sería un factor decisivo para que fluya el crédito", apunta Díez Guijarro en su doble condición de profesor del IE y de jefe del servicio de Estudios de Caja Madrid.

En juego, el aumento del crecimiento potencial de la economía, que el FMI sitúa hasta 2015 más cerca del 1% que del 3% de antes de la crisis. De lo contrario, la economía se puede instalar en un largo e interminable verano.

El presidente y la vicepresidenta durante la reunión de la Comisión Delegada del pasado mes de agosto.
El presidente y la vicepresidenta durante la reunión de la Comisión Delegada del pasado mes de agosto.CLAUDIO ÁLVAREZ

QUÉ PUEDE IR MEJOR

- Mejora de la situación económica y del comercio en Alemania, Francia y Benelux.

- Un euro débil.

- Dar confianza a los mercados y que la prima de riesgo baje al entorno de los 100 puntos básicos.

- Estrategia del Banco de España para la reestructuración del sistema financiero.

- La aplicación de las reformas estructurales podría limitar el impacto del ajuste presupuestario.

- Las empresas podrían adelantar la inversión para aumentar su capacidad productiva, ante una previsión de repunte de la demanda en el futuro.

QUÉ PUEDE IR PEOR

- Posible recaída de la economía global en recesión, especialmente de EE UU.

- Un dólar débil.

- Sin concretar la reforma de las pensiones.

- Dificultades para que Ayuntamientos y CC AA cumplan las metas de ajuste.

- La situación en Irlanda podría provocar una nueva subida de los diferenciales de la deuda para países periféricos, como España.

- Dudas de los inversores sobre la voluntad de ajuste del Gobierno; la prima de riesgo en torno a los 200 puntos básicos.

- Dificultad en la negociación de los presupuestos que desembocara en una crisis política.

- Conflictividad laboral tras la huelga del 29-S.

- Frenazo en el crédito ante nuevos episodios de inestabilidad.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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