Santos Juliá: un historiador examinado
No es habitual que el volumen dedicado por sus colegas y discípulos a un catedrático sometido a la guadaña de la edad administrativa de jubilación aparezca en una editorial comercial y dé cabida casi exclusivamente a trabajos dedicados al análisis, la glosa o la crítica de la obra del homenajeado. Tal es el caso, sin embargo, de la compilación de 25 trabajos dedicada a Santos Juliá que han planificado, organizado y dirigido José Álvarez Junco y Mercedes Cabrera a fin no solo de reconocer su "papel central en la renovación de la historiografía española" sino también de subrayar su coraje cívico como polemista y crítico, "claro ejemplo de lo engañosa que resulta la metáfora de la torre de marfil a la hora de hablar del mundo académico".
Ambos enfoques se articulan de forma indisociable. Si las intervenciones de Santos Juliá en la vida pública española llevan la marca de la visión del presente como historia, sus reconstrucciones del pasado descansan sobre el supuesto weberiano de que la historia es la interacción conflictiva de acciones humanas intencionales cargadas de sentido. La mirada del historiador es una atractiva invitación a emprender -como reza el subtítulo del libro- 'Un viaje por la obra de Santos Juliá' con parada en las principales estaciones de su recorrido historiográfico: la crisis de la Monarquía, la Segunda República, la Guerra Civil, el franquismo y la Transición. Como explica Juan Pablo Fusi, los libros, monografías y artículos publicados por Santos Juliá desde los setenta expresan a la perfección el giro historiográfico producido -no sólo en España- desde mediados del siglo XX, inseparable de los desarrollos experimentados por las ciencias sociales y causante de un profundo cambio conceptual y temático en la disciplina.
De añadidura, su talento como escritor le ha valido el reconocimiento de lectores y colegas. Tiene razón Fernando del Rey cuando elogia el trazo fílmico y la riqueza expresiva de Madrid 1931-1934. De la fiesta popular a la lucha de clases al reconstruir la llegada de los habitantes de los barrios al centro de la capital para celebrar la proclamación de la República, estampa solo comparable -a su juicio- con algunas páginas de La rosa de fuego, de Joaquín Romero Maura, o de Máter Dolorosa, de José Álvarez Junco.
Por lo demás, esta guía resultará imprescindible para los frecuentadores de librerías generales que no están en condiciones de acceder a la literatura historiográfica refugiada en las revistas especializadas o en las ediciones universitarias. Santos Juliá es conocido hoy sobre todo por su biografía de Azaña (y su escrupulosa edición de las obras completas del último presidente de la República), así como por Historias de las dos Españas. Sin embargo, su flota bibliográfica incluye importantes libros agotados (como Madrid 1931-1934, La izquierda del PSOE 1935-1936 y Los socialistas en la política española 1879-1982) y valiosas obras colectivas bajo su dirección.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la información bibliográfica permiten hoy día pocas bromas con el olvido de cualquier brizna de papel impreso encabezado por el nombre. Aunque la dedicación académica al oficio de historiador de Santos Juliá fue tardía, el inventario de sus publicaciones es voluminoso. Según Enrique Moradiellos, el rastreo llevado a cabo en noviembre de 2010 por un portal de difusión de la producción científica española le atribuye la autoría de 233 textos de carácter histórico -excluidas las intervenciones y columnas periodísticas- de diferente formato o extensión. Y un apéndice de La mirada del historiador relaciona 141 libros de los que Santos Juliá ha sido autor, coautor, coordinador, editor, director, prologuista o colaborador y 132 artículos, reseñas y ensayos bibliográficos. A esa intimidatoria cifra había que añadir las abundantes conferencias no publicadas y los artículos del periódico -numerosos en EL PAÍS- sobre acontecimientos relacionados con la actualidad o ilustradores de su sentido.
Aunque la moraleja pudiera producir cierta ansiedad al interesado, esa acumulación de textos sugiere que Santos Juliá debe a sus lectores una síntesis realizada con las manos libres -sin la preocupación ya de documentar afirmaciones suficientemente probadas por sus investigaciones- sobre un amplio periodo articulado tanto por las continuidades como por las rupturas. Si el comienzo de esa etapa sería la crisis de finales del siglo XIX, su conclusión se correspondería con el probable final del ciclo de hegemonía socialista del próximo otoño
En cualquier caso, el rasgo dominante de la obra de Santos Juliá no es el brinco hegeliano de la cantidad a la calidad sino sus decisivas contribuciones tanto al mejor conocimiento de la historia de la España contemporánea como al afinamiento de los instrumentos conceptuales de la disciplina. Las áreas preferentes de su trabajo son un semillero de interpretaciones ideológicas contrapuestas que continúan resistiéndose a rendir las armas al rigor de los conceptos y la terquedad de los hechos. Santos Juliá ha subido siempre a la red para seguir peleando un tanto reñido, tal y como ha ocurrido con la resurrección de la fábula de las dos Españas o la disputa sobre la memoria histórica ("aquí todo el mundo tiene memoria histórica en vez de recuerdos", comenta Jorge Martínez Reverte) al comenzar el siglo XXI. El ridículo e infausto ejemplo del Diccionario biográfico español editado por la Academia de la Historia prueba que no cabe hacerse demasiadas ilusiones sobre una versión mínimamente consensuada de nuestro reciente pasado de acuerdo con criterios científicos.
La mirada del historiador. Un viaje por la obra de Santos Juliá. Mercedes Cabrera y José Álvarez Junco, editores. Autores: Miguel Ángel Aguilar, Andrés de Blas, Joaquín Estefanía, Giuliana di Febo, Juan Pablo Fusi, José Luis García Delgado, Pedro Carlos González Cuevas, Marisa González de Oleaga, José Manuel Macarro, José-Carlos Mainer, Edward Malefakis, Pablo Martín Aceña, Jorge Martínez Reverte, Miguel Martorell Linares, Enrique Moradiellos, Javier Moreno Luzón, Ludolfo Paramio, Sisinio Pérez Garzón, Manuel Pérez Ledesma, Fernando del Rey, Francisco Rubio Llorente, Francisco Sánchez-Blanco y Enric Ucelay-da Cal. Taurus. Madrid, 2011. 416 páginas. 20 euros (electrónico: 11,99).
Instantáneas de una larga y brillante trayectoria
La llegada de la República
Al observar lo sucedido durante 1930 y los primeros meses de 1931, Santos Juliá levanta acta de una mutación, de una veloz metamorfosis. Las metáforas que emplea acentúan esa naturaleza repentina: una marea, un inmenso e incontenible caudal, una explosión: "De pronto, todo eso comienza a cambiar y [...] ese cambio se extiende como un reguero de pólvora". Lo que se extendía era un republicanismo difuso, que tenía a la monarquía por un régimen caduco, con sus políticos cada día más decrépitos; y la república por algo nuevo y joven, aquel horizonte que "traía prendida de sus canciones la expectativa de transformación del Estado y de la vida entera". (Javier Moreno Luzón).
El fracaso del golpe militar
El cambio de enfoque asociado a la obra del profesor Juliá parte de una constatación evidente (...): el fracaso del golpe militar en la mitad de España llamada "gubernamental" o "republicana" significó un colapso casi completo de las instituciones estatales ("el Estado, si no se esfuma, se derrumba") y la apertura de un proceso revolucionario de enorme amplitud y débil articulación política. No en vano, el Gobierno republicano, "sin instrumentos para garantizar el orden público e imponer su autoridad", asistió impotente ante la emergencia de un "poder sindical y local" que llevó adelante transformaciones políticas y económicas radicales. (Enrique Moradiellos).
Azaña en la Transición
En otras palabras, Juliá proyectaba sobre los debates de la transición la figura de Azaña -su experiencia vital, sus ideas, su moral, su biografía política- como instrumento esencial para la reflexión necesaria e imprescindible, en torno a la construcción y estabilización de la nueva democracia en España. Esta debía ser ante todo, en palabras de Santos Juliá, "una nueva era de concordia" que, desde la memoria de la guerra, fundamentase lo que otros hemos llamado "un nuevo comienzo" para el país. (...) "Echar al olvido", escribía Santos Juliá, "es enfrentarse al pasado para llegar a la conclusión de que no determinará el futuro". (Juan Pablo Fusi).
La ficción de las "dos Españas"
Lo que hace Santos Juliá en este caso es, pues, una metahistoria, un repaso de las historias o construcciones culturales que idearon los intelectuales de este rincón del mundo entre los siglos XIX y el XX para entender unos conflictos que les parecían eternos e insuperables, pero que en realidad correspondían a una sociedad que estaba viviendo un proceso de cambio y modernización de manera muy conflictiva. Es decir, que el gran relato de las "dos Españas" no es sino una construcción literaria, de ficción (...), concebida por una serie de mentes ingeniosas que lograron elevar a categoría de eterno o esencial lo que era un problema histórico transitorio y superable. (José Álvarez Junco)
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