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Reportaje:Catástrofes ecológicas

Los vertidos envenenan el mar Negro

El naufragio de cuatro barcos cargados de aceite combustible y azufre provoca un desastre medioambiental de incalculables consecuencias y la desaparición de, al menos, 23 marineros

Pilar Bonet

El temporal y los vientos huracanados que reinaban ayer sobre los mares de Azov y Negro amenazaban con provocar un desastre ecológico en aquella zona fronteriza entre Ucrania y Rusia, donde se registraron vertidos de por lo menos 2.000 toneladas métricas de aceite combustible, formado por una mezcla de hidrocarburos, y 2.000 toneladas de azufre, a resultas de los naufragios de un petrolero y un carguero, respectivamente.

"Resolver el problema llevará varios años", dice un funcionario ruso Cuando comenzó el temporal había 50 barcos en el estrecho de Kerch
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Un mínimo de ocho buques naufragaron, encallaron o sufrieron percances graves a consecuencia de los fuertes vientos reinantes en la zona que arrastraban la contaminación, sobre todo en dirección hacia las costas de Ucrania. El empeoramiento del tiempo a lo largo de todo el día dificultó las tareas de limpieza y el rescate de los desaparecidos en la singular catástrofe marítima. Anoche los marineros desaparecidos eran 23, de ellos 15 pertenecientes a la tripulación del carguero Shaj Ismail, que transportaba metal desde Mariupol a Tartu bajo bandera georgiana. Los otros ocho desaparecidos eran tripulantes del carguero Najicheván.

Poco antes de las cinco de la mañana el petrolero Volganeft-139, que se hallaba en el puerto ruso de Kavkaz (en el estrecho de Kerch), se partió por la mitad con 13 personas a bordo. El petrolero llevaba cerca de 4.700 toneladas de aceite combustible, según el Ministerio de Situaciones de Emergencias de Rusia. Se desconoce exactamente qué parte de esta cantidad fue vertida al mar, pero los representantes rusos manejan cifras que oscilan entre las 1.000 y las 2.200 toneladas. La tripulación del Volganeft-139 quedó a la deriva en la mitad de popa y con ayuda del motor consiguió mantenerse a flote hasta encallar en la parte suroccidental de la isla de Tuzla, donde pudieron ser rescatados gracias a la intervención de un remolcador ucraniano.

"Resolver el problema llevará varios años", afirmó Oleg Mitvol, jefe del servicio de inspección del medio ambiente ruso, al canal de televisión Vesti 24. La recogida de productos petroleros vertidos como resultado del naufragio del petrolero comenzará hoy lunes "si mejoran las condiciones climáticas", dijo el funcionario, quien consideró imposible estimar ayer los daños sufridos.

"Mañana resolveremos qué medidas adoptar, pero para comparar diré que la semana pasada cuando ocurrió el vertido de productos petroleros en San Francisco y fueron a parar al agua 250 toneladas de sustancias contaminantes, el gobernador de California Arnold Schwarzneger declaró el estado de emergencia en la región", dijo Mitvol.

Ucrania no esperó a hoy para comenzar las tareas de limpieza y el Ministerio de Emergencias de aquel país ordenó el desplazamiento de buques especiales para comenzar la descontaminación. En el Ministerio de Combustibles y Energía de Kiev se formó un grupo especial presidido por el ministro Yuri Boiko, para luchar contra las consecuencias del huracán, que ha producido cortes de suministro eléctrico, derrumbe de edificios y de árboles en la península de Crimea.

"Es una catástrofe ecológica de gran envergadura", manifestó Vladimir Sliviak, dirigente de la organización Defensa Ecológica de Rusia, refiriéndose al naufrágio del Volganeft 139. Según Sliviak, el es una sustancia tóxica que va a desprender su veneno, tanto si flota como si se deposita en el fondo marino. En éste último caso, no será posible recogerlo, señaló.

"Rusia debe tener un actitud más escrupulosa y atenta a la hora de dar licencias a los buques y en lo que respecta a las condiciones de seguridad en el transporte de semejantes productos", afirmó Sliviak. Por su parte, Evgueni Svartz, el director de la sección rusa del WWF (World Wide Fund for Nature o Fondo Mundial para la Naturaleza), opinó que los riesgos de contaminación de la superficie marina y el litoral son "muy elevados".

Varias horas despues del percance del Volganeft-139, el mal tiempo provocó el naufragio del carguero ruso Volnogorsk, con más de 2.000 toneladas de azufre a bordo, en el estrecho de Kerch. Según Mitvol, el azufre no supone un peligro ecológico, pero no así el combustible de los depósitos del buque naufragado.

Cuando empezó el temporal en el estrecho había una cincuentena de buques, que tuvieron que buscar refugio en zonas más protegidas. Por la tarde, en la zona sólo quedaban 10 barcos cargados con azufre. Las olas alcanzaban la altura de cinco metros y el viento soplaba con una velocidad de más de 30 metros por segundo, es decir, más de cien kilómetros por hora. El mal tiempo dificultó la intervención de los hélicopteros del Ministerio de Defensa de Rusia y de los equipos de rescate.

La fiscalía de transportes de la ciudad rusa de Novorossisk abrió un expediente criminal por contaminación. El fiscal regional Maxim Stepanenko opinó que la razón del vertido podría ser el diseño del petrolero, de origen soviético, que había sido incapaz de resistir una tormenta de envergadura. Los fiscales rusos quieren comprobar si los capitanes tomaron las medidas oportunas cuando fueron avisados del mal tiempo que se avecinaba el sábado por la noche. También se investigará a los responsables de los puertos.

Entre los buques afectados, el Najichevan, que se hundió con 2.000 toneladas de azufre en el puerto de Kavkaz. En ese mismo puerto, el Kovel, que también llevaba 2.000 toneladas de azufre, se encontraba en una dificil situación, mientras sus tripulantes luchaban para evitar el naufragio. Una operación de rescate consiguió salvar a seis marineros del Najichevan, mientras otros ocho desaparecían sin que los equipos de rescate pudieran hacer nada.

También se vio afectado otro petrolero ruso, esta vez se trata del Volganeft-123, que sufrió golpes, pero no grietas ni fugas de hidrocarburos, según manifestaron los portavoces rusos, desmintiendo informaciones iniciales al respecto.

Cerca del puerto de Novorossisk, ya en el mar Negro, encallaron un cargero georgiano y otro turco, que transportaban metales. En Sebastopol, en el mar Negro, se hundió el Shaj Ismail, de cuya tripulación se salvaron dos marineros que llegaron nadando a la costa en medio del temporal. Los 15 tripulantes restantes han desaparecido. En la zona de Sudak, en Crimea, se hundió el carguero Vera Voloshina, que se dirigía desde Rumania a Rusia con maquinaria agrícola.

Varios barcos en medio del mar picado y con restos del vertido de combustible cerca del puerto ruso de Kavkaz, al sur de Rusia.
Varios barcos en medio del mar picado y con restos del vertido de combustible cerca del puerto ruso de Kavkaz, al sur de Rusia.REUTERS

Una frontera en litigio

El estrecho de Kerch es una vía de tráfico de mercancías muy concurrida en la red de comunicaciones que se extiende entre el mar Negro y el Caspio, por medio del sistema de canales construidos en época soviética, que unen el río Volga con el Don. El Azov, en donde desemboca el Don, es un mar poco profundo (14 metros como máximo), motivo por el que no pueden transitar por él buques de gran calado.

Los vertidos provocados por el temporal en el estrecho de Kerch volverán posiblemente a poner sobre el tapete el problema de la delimitación fronteriza entre Ucrania y Rusia en esta zona, donde ambos países mantienen un litigio que en 2003 alcanzó gran virulencia en torno a la pertenencia de la isla de Tuzla. Esta isla fue en el pasado parte de una península rusa, parcialmente anegada, y está hoy bajo control de Ucrania.

Moscú quiere que el mar de Azov y el estrecho de Kerch sean una zona de uso común sin estatus internacional, y se opone a delimitar una frontera internacional como desea Ucrania. La posición rusa está motivada en gran parte por el temor a que en el futuro esta vía pueda ser utilizada por efectivos de la OTAN. Desde su independencia tras la desintegración de la URSS, Kiev deshoja la margarita de una eventual entrada en la OTAN.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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