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Un techo por cinco euros al mes

El 'Proyecto Vivienda' construirá un millón de casas sociales para los habitantes más pobres de Brasil

Juan Arias

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva no quiere dejar el poder en 2010 sin cumplir una de las promesas más importantes que hizo en 2002 cuando ganó las elecciones: dar una casa a los pobres. Así, el plan para la construcción de un millón de casas antes de dicha fecha, que ya está en marcha, beneficiará a los brasileños de menor renta.

El presupuesto para dicha operación, que ya está siendo bautizada como Bolsa Vivienda -como la Bolsa Familia que ofrece ayudas a 12 millones de hogares, sobre todo a las que manden a sus hijos a la escuela-, es de 70.000 millones de reales (más de 23.000 millones de euros). Podrán beneficiarse de la ayuda del Gobierno para acceder a una casa popular los brasileños con ingresos mensuales comprendidos entre los 1.395 y los 4.650 reales (462 y 1.540 euros, respectivamente). Las hipotecas serán proporcionales al sueldo de las familias.

El proyecto ha pensado sobre todo en los más desfavorecidos, que son aproximadamente el 80% de los que no tienen casa propia. Faltan diez millones de viviendas en Brasil, razón por la cual el país se ha ido favelizando en las últimas décadas coincidiendo con la ausencia de una política de vivienda. Hay ciudades como Recife donde la mayoría de sus habitantes viven en favelas. En Río, la capital turística del país, uno de cuatro habitantes vive en una chabola ilegal levantada en una favela.

El proyecto de Lula, que acaba de ser presentado a gobernadores y alcaldes de todo el país, tiene hondo calado social. Los brasileños que deseen comprar una casa, pero estén pagando un alquiler, sólo empezarán a pagar la hipoteca de la vivienda cuando les sean entregadas las llaves, para que no les coincida con el otro desembolso.

Además, el Gobierno correrá con el seguro de vida o incapacidad del beneficiario, y se hará cargo algún mes de la mensualidad si el titular se queda sin trabajo, por ejemplo.

A pesar de todo, el presidente Lula no ha querido que ese millón de casas populares, que deberán estar construidas y entregadas a finales del 2010, sean un regalo, sino que formen parte de un programa de desarrollo económico, de ahí que sean los pobres quienes, según sus posibilidades, las paguen. "Se trata de financiar el desarrollo", dijo el presidente.

El proyecto ha sido bien recibido por la opinión pública, aunque la oposición ha querido ver en él una intención electoral que favorecería en los comicios presidenciales de 2010 a la candidata apoyada por Lula, la ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff.

"A los pobres nos da igual", dijo un peón de albañil a este diario. "Mi sueño es no morirme sin tener las llaves de mi propia casa", dijo.

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