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Los soldados de Gadafi se retiran de Misrata

El Gobierno asegura que las tribus y el pueblo gestionarán la ciudad

Efímero o no, los rebeldes libios se anotaron ayer un triunfo: los soldados fieles a Muamar el Gadafi abandonaron sus posiciones en el centro de Misrata, una ciudad de 300.000 habitantes asediada y bombardeada durante casi dos meses. Imposible descifrar los planes del dictador respecto a la martirizada población, situada a 200 kilómetros de Trípoli, pero los portavoces de su Gobierno aseguraban ayer que "las tribus gestionarán la ciudad junto al pueblo de Misrata, y no el Ejército". No cabe duda, sin embargo, de que la retirada de los militares es un serio revés para el coronel que ha sometido a Libia a un régimen de terror durante 41 años, y que ahora pierde terreno, aunque muy lentamente, en todos los frentes. "Queríamos llevar a cabo una solución quirúrgica en Misrata, pero los ataques aéreos de la OTAN lo han impedido", declaró el viceministro de Exteriores, Jaled Kaim.

Los ayer victoriosos insistían, desconfiados, en que las tropas siguen en los alrededores de Misrata. Y otra incógnita: ¿a qué se refería Kaim cuando apuntaba que las tribus se harían cargo de la ciudad? Es un asunto complicadísimo porque las lealtades de los grupos tribales, algunos divididos, son cambiantes, y apostar por Gadafi en la coyuntura actual no parece el valor más seguro.

Soldados detenidos por los rebeldes afirmaban a Reuters que el viernes recibieron la orden de desalojar los edificios que ocupaban en la calle Trípoli, el corazón de la ciudad y primera línea de unos combates que durante semanas han causado la muerte a cientos de civiles y rebeldes armados, el éxodo de miles de inmigrantes y la evacuación de centenares de heridos. Pero continuaba ayer lo que Kaim denomina cirugía porque, según denunciaban algunos insurgentes, antes de abandonar sus puestos los militares sembraron la ciudad de bombas trampa colocadas en cadáveres, vehículos e incluso en las neveras de alguna casa. "Quince personas han muerto por la explosión de esas cargas y por emboscadas", comentaba un miliciano.

Resulta difícil calibrar si esta victoria de los insurrectos tendrá un efecto contagioso en otras ciudades, pero es improbable a corto plazo por el férreo control que los uniformados leales al tirano imponen en las localidades -Zauiya y Zauara- que acabaron cediendo en marzo ante la mayor potencia de fuego del Ejército libio. Se habla de redadas de miles de hombres, pero también se escucha en la oriental Bengasi que comienzan a resurgir ataques a los soldados en el occidente del país.

Los bombardeos de la OTAN, por timoratos que sean, tienen que estar haciendo mella. Por primera vez ayer, un avión no tripulado desplegado por Estados Unidos ejecutó su primer golpe. El Pentágono rehusó explicar detalles de esta operación, que se suma a decenas de ataques contra centros de comunicación, búnkeres, depósitos de armas, cuarteles, centros de mando... Una labor de desgaste que, unida a las sanciones económicas y al embargo de armas contra el régimen, puede minar la moral de la tropa. Pero como dice un portavoz del Consejo Nacional, el Gobierno de los sublevados en Bengasi: "El régimen puede resistir meses o colapsar inmediatamente".

Un rebelde libio contempla la ciudad de Misrata desde lo alto de un edificio derruido.
Un rebelde libio contempla la ciudad de Misrata desde lo alto de un edificio derruido.AP

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