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Reportaje:

El silencio cubre las desapariciones en México

Las madres de jóvenes estadounidenses secuestrados en Nuevo Laredo intentan alzar su voz para denunciar la falta de implicación de las autoridades locales

En enero, las familias Cisneros y Slemaker de la ciudad de Laredo (Tejas, EE UU), crearon una página de Internet para dar a conocer el drama que vivían desde el 17 de septiembre, cuando sus hijas Brenda e Ivette desaparecieron sin dejar rastro en Nuevo Laredo, al otro lado de la frontera, en el Estado mexicano de Tamaulipas. "Queríamos gritar, hacerle saber al mundo que estábamos buscando a nuestras hijas, que estábamos desesperadas porque tocábamos puertas y chocábamos con un muro de silencio por parte de las autoridades", explica María Slemaker, madre de Ivette. Desde agosto del año pasado, 44 ciudadanos estadounidenses han desaparecido en Nuevo Laredo, según las cifras que maneja el FBI y el Consulado de Estados Unidos. Más de 400 mexicanos corrieron igual suerte en el mismo periodo.

Una mujer afirma que el coche de su hija desaparecida estaba en manos de la policía

Aquella noche, Brenda Cisneros, de 23 años, estudiante de Negocios, y su amiga Ivette Martínez, de 27 años, madre de dos niñas y estudiante en el Laredo Community College, cruzaron la frontera para asistir a un concierto. Iban a celebrar en Nuevo Laredo el cumpleaños de Brenda. Nunca regresaron. A los pocos días, William Slemaker, padrastro de Ivette, recibió una llamada: "Tenemos a tu hija. Espera que volvamos a comunicarnos contigo en tres días". No hubo más señales de los secuestradores.

"La primera sorpresa en la búsqueda de mi hija fue la misteriosa reacción de la policía mexicana", recuerda Priscilla Cisneros, madre de Brenda. "Pasamos más de un mes buscando el coche de mi hija. Hasta que un día lo encontramos en poder de la Policía Municipal de Nuevo Laredo. Sabían que habíamos puesto la denuncia y que buscábamos el coche desesperadamente. Siempre negaron haberlo visto y resulta que lo tenían ellos". Para la familia Cisneros, el hallazgo del vehículo es una pista muy importante sobre los autores del secuestro de Brenda, aunque de nada ha servido hasta ahora.

Tres meses después de la desaparición de Brenda e Ivette se produjo el caso de los hermanos Gerardo y Samuel González, de 25 y 19 años, respectivamente, que trabajaban en un almacén de Laredo (Tejas). El 5 de diciembre regresaban de un viaje a Monterrey. El último contacto que tuvieron con su familia fue a través de una llamada telefónica efectuada desde un control policial en la carretera. Nunca llegaron a su casa. Rosita González, madre de los jóvenes, asegura que a pesar de todas las gestiones realizadas "ninguna autoridad de México o de aquí [Estados Unidos] ha hecho nada hasta ahora. No nos han dado ninguna respuesta".

Hemos reunido a las tres madres —Priscilla Cisneros, María Slemaker y Rosita González— en el taller mecánico de Pablo Cisneros, padre de Brenda, para hablar de los desaparecidos en Nuevo Laredo. Las tres familias pusieron en marcha la página web www.laredosmissing.com, sin ayuda de nadie. Posteriormente, hubo más incorporaciones y actualmente son 17 familias las que "dejaron el miedo a un lado y decidieron unirse a nosotros", dice María Slemaker. "El mes pasado hicimos una manifestación en el puente para exigir una respuesta sobre el paradero de nuestros hijos".

La decepción por lo que califican de inoperancia de las autoridades de los dos países es unánime entre los familiares. Critican la falta de comunicación y coordinación, lo que daña no sólo a Nuevo Laredo y a Laredo-Tejas, sino a toda la franja fronteriza que separa a las dos naciones. "Es un problema nacional e internacional", señala Priscilla Cisneros. La movilización de los familiares ha obligado finalmente a las autoridades a tomar cartas en el asunto. Henry Cuéllar, congresista del Partido Demócrata por Tejas, ha llevado el caso hasta Washington.

El cónsul estadounidense en Nuevo Laredo, Michael Yoder, admite la responsabilidad compartida de EE UU y México, y asegura que la cooperación entre las autoridades federales en la frontera ha mejorado, para evitar que los criminales puedan escapar a Estados Unidos después de cometer sus fechorías en México. Así ha ocurrido en numerosas ocasiones, según señalan varias fuentes en Nuevo Laredo que prefieren guardar el anonimato. El FBI y la Procuradoría (Fiscalía) General de la República (PGR) empiezan a intercambiar información sobre personas buscadas por la justicia. Funcionarios estadounidenses han expresado su preocupación por el hecho de que en Nuevo Laredo 100 personas han perdido la vida en lo que va de año y sólo ha habido seis detenciones. Esta misma fuente señala que los familiares de secuestrados no quieren verse involucradas con las autoridades de México, y prefieren acudir al FBI o, en todo caso, al cónsul mexicano en Laredo Tejas.

Algunos familiares de desaparecidos recriminan la negativa del Gobierno de Vicente Fox a permitir la actuación de fuerzas de seguridad estadounidenses en territorio mexicano. "¿Por qué no les permiten cruzar la frontera con perros adiestrados, material y equipos de alta tecnología, helicópteros para rastrear y buscar a las personas desaparecidas?", pregunta Pablo Cisneros. "Si México impide la entrada de la policía de Estados Unidos, queremos que el presidente Fox tome cartas en el asunto y nos brinde la ayuda que le pedimos desde hace 10 meses".

El argumento más contundente a la hora de criticar a las autoridades mexicanas es la violencia imparable que padece Nuevo Laredo. "No hemos visto resultados. La delincuencia sigue, y cada día se producen nuevos asesinatos, a pesar de las fuerzas del Ejército y de la AFI (Policía Judicial) que han sido enviadas desde Ciudad de México. Los delincuentes siguen actuando con absoluta impunidad. Nuestros hijos fueron secuestrados en México. Aunque sean ciudadanos de Estados Unidos, el problema está allá, y el Gobierno tiene la obligación de actuar", reclama Pablo Cisneros. Los familiares enviaron una carta firmada por todos los padres de desaparecidos a Marta Sahagún, esposa del presidente mexicano, pero hasta la fecha no han recibido respuesta.

La desaparición de 44 ciudadanos estadounidenses y de más de 400 mexicanos da pie a todo tipo de especulaciones. Las autoridades de Tamaulipas y de Nuevo Laredo han dejado entrever que las víctimas algo tenían que ver con el entramado delictivo. Fuentes del Consulado estadounidense apuntan que entre los desaparecidos "hay una variedad de casos"; es decir, puede que algunos fueran inocentes y otros no tanto.

Los familiares rechazan estas apreciaciones. "Cuando hemos escuchado al gobernador y al presidente del gobierno municipal de Nuevo Laredo decir que la mayoría de las personas desaparecidas andaban mal, pensamos que son tan culpables los que han hecho semejante afirmación como los que cometen el crimen", subraya María Slemaker. "No pueden etiquetar así a todo el mundo, no pueden lavarse las manos tan suciamente".

Pablo Cisneros no descarta que entre las víctimas pueda haber algunas "que andaban mal", pero asegura que su hija Brenda "sólo estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada".

Todos los estadounidenses desaparecidos en Nuevo Laredo son de origen hispano. Los familiares responden con un tajante "de ninguna manera" a la pregunta de si el interés de las autoridades de EE UU en esclarecer los casos habría sido el mismo si las víctimas fueran blancos y de origen anglosajón. "No negamos nuestros orígenes mexicanos. Si usted me mira puede ver que tengo el nopal en la frente", exclama con un gesto elocuente María Slemaker. "Y a mucha honra. No puedo negar que soy mexicana. Amo México".

El día de la conversación con las madres en Laredo Tejas, al otro lado de la frontera la policía encontró el cuerpo de una muchacha calcinado por el fuego de tres llantas. Es un método utilizado habitualmente por los sicarios del crimen organizado cuando quieren que la víctima quede irreconocible. "Imagínese cómo nos sentimos cuando leemos una noticia así", dice María Slemaker. "Nos invaden los peores presentimientos. Vivimos un infierno por culpa de estos malditos secuestradores".

Laredosmissing pretende agitar las conciencias de los padres de otros desaparecidos que todavía no se atreven a hablar. Las estadísticas de Nuevo Laredo indican que de 400 personas desaparecidas sólo se hicieron siete denuncias. "Si la gente hubiera denunciado, aunque fuera de forma anónima, esto habría tenido mejores resultados hace mucho tiempo", dice convencida Priscilla Cisneros. "Ahora empezamos a ver algunos cambios. La llegada del Ejército, la purga en la Policía Municipal, son pequeños pasos. Nosotros pusimos nuestro grano de arena para ello y también tenemos miedo. Aunque ya hemos probado la parte más terrible del miedo: la desaparición de nuestros seres queridos".

La madre de Brenda Cisneros se manifiesta en Laredo (Tejas).
La madre de Brenda Cisneros se manifiesta en Laredo (Tejas).FRANCISCO DÍAZ

Dos naciones, dos fronteras

"Vivimos dos fronteras. La que separa a dos naciones -México y Estados Unidos-, y la que enfrenta a dos poderosos carteles de narcotraficantes, que luchan por el control de Nuevo Laredo", dice un funcionario estadounidense destacado en la ciudad mexicana. El comercio internacional es su principal fuente de vida, al igual que sucede en su vecina del otro lado de la frontera -Laredo Tejas-. El tráfico de droga es, sin duda, el otro gran recurso de unos cuantos tamaulipeños y la condena a muerte de muchos más.

Laredo Tejas es la cuarta ciudad de Estados Unidos en ingresos por los impuestos al comercio exterior, detrás de Los Ángeles, Nueva York y Detroit. El tráfico comercial a través de Laredo supuso un flujo económico de 130.800 millones de dólares (unos 108.450 millones de euros) en bienes y mercancías durante el año fiscal de 2004 (de julio a julio), según la oficina de censos y estadística de Estados Unidos.

La importancia comercial de esta ciudad fronteriza queda demostrada por el dato revelador de la Laredo Development Foundation, que indica que de las 1.000 principales empresas del mundo consideradas por la revista Fortune, 700 realizan operaciones de comercio exterior a través de Laredo. Además, es la primera ciudad en crecimiento del Estado de Tejas y la séptima de todo Estados Unidos.

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