El presidente de Birmania recibe a la Nobel Suu Kyi
La reunión con la líder opositora se une a otros gestos aperturistas del régimen
La activista Aung San Suu Kyi fue recibida ayer a puerta cerrada por el primer presidente civil de Myanmar (Birmania), Thein Sein, gesto que se une a los esfuerzos del nuevo Gobierno por suavizar su imagen. Sein, general retirado, llegó al poder tras las controvertidas elecciones de noviembre de 2010, que sustituyeron a la Junta Militar por un Ejecutivo civil con respaldo castrense.
La reunión se celebró en Naypytaw, la capital del país, adonde la premio Nobel de la Paz había acudido para participar en un foro. Suu Kyi y el presidente birmano mantuvieron "conversaciones sinceras y cordiales" para "encontrar vías de cooperación", aseguró la televisión estatal, que mostró unos minutos del encuentro.
Los críticos temen que sea una farsa el diálogo con la antigua presa política
Suu Kyi, que estaba sometida a arresto domiciliario desde hacía siete años, fue puesta en libertad el pasado noviembre, justo después de las elecciones -las primeras en dos décadas-. En total, Suu Kyi ha vivido 15 años encerrada. Su partido, la Liga Nacional por la Democracia, boicoteó los comicios por considerar que no había garantías y que eran una estrategia de los militares para perpetuarse en el poder.
Desde entonces, la Nobel de la Paz había reclamado repetidamente el diálogo con el Gobierno. El pasado mes de julio, el Gobierno retomó los contactos oficiales con la opositora, después de que Estados Unidos señalase que Myanmar necesita probar a la comunidad internacional que avanza hacia la democracia antes de poder levantar las sanciones a las que está sometido.
El encuentro "puede ser el primer paso hacia una reconciliación nacional", explicó Nyan Win, portavoz de la Liga Nacional para la Democracia. Un eventual acuerdo entre el Gobierno y el partido opositor facilitaría una aproximación del país con Occidente. Los críticos sospechan por ello que el acercamiento a la opositora no es más que una estrategia para lograr el levantamiento del embargo económico internacional y poner así fin a la dependencia de la vecina China. Aún no ha trascendido, sin embargo, si el Gobierno tiene intención de dialogar con la popular líder de la oposición, ni si discutirá con Suu Kyi las reformas necesarias para restaurar la confianza de la comunidad internacional.
El nuevo Gobierno, aún indirectamente bajo control militar, ha demostrado un talante más moderado que sus predecesores. El presidente ha invitado incluso al enviado especial de la ONU para los derechos humanos a Myanmar. La próxima semana volverá al país asiático después de que su visado le fuera denegado durante más de un año. Además, el Gobierno birmano ha hecho otros pequeños gestos aperturistas, como conversar con otros grupos disidentes y algunas reformas económicas limitadas. Occidente, no obstante, insiste en mantener el embargo hasta la liberación de unos 2.100 prisioneros políticos.
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