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Reportaje:

Siete países fundan el Banco del Sur

Venezuela concreta su plan de crear una entidad suramericana de créditos al desarrollo

Fernando Gualdoni

El presidente venezolano, Hugo Chávez, ha logrado en Río de Janeiro una victoria en la batalla que libra para ganar influencia en Suramérica frente a su archirrival, Estados Unidos, e incluso frente a un aliado regional como Brasil. El próximo 3 de noviembre nacerá el Banco del Sur, el primer proyecto chavista de envergadura regional que ve la luz. Va a ser un banco de desarrollo y arrancará con un capital de 7.000 millones de dólares (5.000 millones de euros).

El Gobierno de Venezuela ha ido dibujando su plan de integración en los últimos dos años hasta identificar dos caminos clave, el financiero y el energético. El Banco del Sur es la punta de lanza de la primera vía, mientras que el Gasoducto del Sur, mucho más verde y difícil de concretar, es la segunda.

El nuevo organismo pretende minimizar la influencia del Banco Mundial en la región

Hace más de un año que Chávez puso en marcha el proyecto del Banco del Sur y los primeros en sumarse fueron el presidente argentino, Néstor Kirchner, y el boliviano, Evo Morales. Por esta razón, la entidad tendrá su sede principal en Caracas y contará con dos subsedes, una en Buenos Aires y la otra en La Paz. Además de estos tres países, serán Brasil, Ecuador, Paraguay y Uruguay los que desembolsen el dinero inicial para levantar el banco. Chile participa como observador en las reuniones, pero de momento no tiene previsto entrar en el capital de la entidad.

"El Banco del Sur nos dará una alternativa a la hora de buscar financiación frente a los organismos multilaterales de crédito tradicionales. Esto, para nuestras economías regionales, es muy importante", explica Pamela Falces, funcionaria del Ministerio de Hacienda boliviano y parte de la representación del país andino en muchas de las ocho anteriores reuniones de los técnicos que elaboraron el acta fundacional del banco, firmada en la noche del lunes (hora peninsular) en Río de Janeiro.

El banco suramericano nace como alternativa al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dos instituciones con sede en Washington, identificados por la izquierda radical latinoamericana como simples apéndices de la Casa Blanca. El nuevo banco suramericano también competirá con otros organismos regionales, como la Corporación Andina de Fomento (CAF) y Fonplata (Fondo para la Cuenca del Plata). Aparte, en el caso de Brasil, el gigante suramericano tiene su propio banco de fomento, el BNDES, que es uno de los más grandes del mundo.

La existencia del BNDES fue lo que primero echó para atrás a Brasilia a la hora de participar en el Banco del Sur. ¿Para qué iba a dar dinero Brasilia para una nueva entidad en vez de reforzar el capital de la propia? "Sólo para no quedarnos afuera", explica una fuente de Itamaraty -el Ministerio de Exteriores brasileño-. "Si Brasil quiere mantener su influencia regional, no se puede dar el lujo de no participar en una entidad donde hay otros seis países... Simplemente, ahora tendremos dos bancos de desarrollo, el BNDES y el Banco del Sur", añade.

Para Brasilia fue muy importante que la nueva entidad se definiese como de desarrollo, sin facultades como las que tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI), que cuando otorga un crédito sustancial también se convierte en un vigilante de la ortodoxia financiera del deudor. Añadido a esto, el Gobierno brasileño discutió hasta el último momento el reparto de poderes del consejo del banco.

Brasil siempre ha defendido que los votos de cada país debían ser proporcionales al capital aportado, mientras que Venezuela ha sostenido que cada país debe tener un voto, independientemente de lo que aporte. Aunque aún no está del todo cerrado, la tesis venezolana es la que se ha impuesto en el acta fundacional: un país, un voto.

El ministro de Finanzas de Venezuela, Rodrigo Cabezas, dijo a la agencia Efe que lo que se espera es que cada país haga su aporte de acuerdo con su capacidad financiera y desarrollo relativo. En lo que calificó de ejercicio democrático inédito, Cabezas explicó que lo que diferencia el banco de otros organismos de este tipo es que todos los socios tendrán equivalente poder de voto y de veto. El ministro venezolano defendió el carácter político del consenso. "No le quita nada que sea un banco que nace de una decisión y voluntad política en el marco de un esfuerzo que vivimos por la unión latinoamericana", dijo.

El Gobierno del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pudo haber cedido en la distribución del poder, pero a cambio logró una condición que le interesaba mucho: que los créditos del Banco del Sur sólo pueden concederse a países suramericanos. Al parecer, la diplomacia brasileña quería evitar que prosperara la idea de Chávez de que el banco sirviese también para ayudar a otros aliados de fuera de la región, como Cuba y Nicaragua, en programas asistencialistas de trasfondo ideológico y político que podrían haber distorsionado el papel de la futura institución.

"El banco reforzará la reducción de nuestra vulnerabilidad, ayudará a robustecer los países suramericanos, nos dará mayor autonomía financiera y nos colocará en condiciones de enfrentar mejor las crisis internacionales", afirmó a la agencia Reuters el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mántega, tras la firma del acuerdo fundacional.

"Estamos apoyando un proyecto que va a beneficiar a nuestros socios comerciales y políticos, y a empresas brasileñas que actúan en esos países", dijo Mántega, que recalcó que la posición de Brasil era la de crear una institución seria, eficiente, con clasificación financiera y rentabilidad.

Altos cargos de los siete países que impulsan el Banco del Sur (Ecuador está representado por dos ministros), el lunes.
Altos cargos de los siete países que impulsan el Banco del Sur (Ecuador está representado por dos ministros), el lunes.EFE

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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