Los islamistas amenazan con matar a las periodistas de la televisión palestina
El grupo Espadas de la Verdad advierte que decapitará a las que no lleven velo
Son aún relativamente escasos, pero los brotes del islamismo más radical afloran en Gaza a ritmo creciente. Es el lugar más propicio para que arraiguen grupos de esta naturaleza. El último episodio, la macabra amenaza de Las Espadas de la Verdad, un grupo que ha prometido decapitar a las presentadoras de la televisión pública palestina "por actuar sin vergüenza ni moral". Es decir, por maquillarse, vestir al estilo occidental y no adecuarse al precepto musulmán de cubrirse la cabeza.
En la sociedad palestina, la islamización arraiga desde hace más de dos décadas. Y la llegada al poder de Hamás, en marzo de 2006, no ha supuesto un acelerón en ese proceso. Es una incógnita lo que habría promovido el Gobierno de Ismail Haniya si hubiera podido gobernar. Pero es notorio que el Ejecutivo ha estado concentrado en lidiar con el bloqueo económico y con la lucha por el poder con Al Fatah. Habrá que esperar para conocer sus propuestas en materia religiosa, educativa, etcétera. Pero el apego a las versiones más extremistas del islam camina por otros derroteros. Y la mísera Gaza es campo abonado para que surjan grupos radicales con un discurso similar al de Al Qaeda.
"Cortaremos las gargantas, vena a vena, para proteger el espíritu y la moral de esta nación", advertía el correo electrónico recibido a comienzos de este mes por varias de las 15 periodistas de la televisión, que ayer convocaron una manifestación por segunda vez en la ciudad de Gaza. Las mujeres amenazadas no se doblegan, pero la amenaza se toma en serio porque Las Espadas de la Verdad ya se han hecho responsables de varios asaltos y destrozos en locales comerciales a lo largo del territorio palestino.
Amparados por la anarquía y el vacío de poder en Gaza, los ataques de estos grupos radicales han proliferado durante los últimos meses. Varias mujeres han sido asesinadas a balazos en lo que va de año. Sus cuerpos son hallados acribillados en las puertas de sus casas. Son los llamados crímenes de honor, ejecutados con frecuencia por parientes de la mujer acusada de adúltera, prostituta o simplemente por mantener relaciones previas al matrimonio.
Al menos una treintena de cafés-Internet y videoclubes han sido arrasados por el fuego, en un intento de cortar de raíz cualquier intención de ver material erótico o pornográfico. Al menos una librería cristiana también ha sido incendiada. Incluso se ha atacado un colegio financiado por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos durante la celebración del Día del Deporte en la ciudad de Rafah, junto a la frontera egipcia.
Otra organización, autodenominada Ejército del Islam, de intenciones más confusas, secuestró el pasado 12 de marzo al corresponsal de la BBC en Gaza, Alan Johnston, que todavía permanece cautivo. Este tipo de agresiones y amenazas y los secuestros de larga duración son recientes y está por ver si los partidos hegemónicos, Hamás y Al Fatah, son capaces de frenar esta tendencia. A ninguno de los dos le conviene que la situación se torne incontrolable.
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