Los empresarios abuchean a Berlusconi por criticar a los jueces
El Consejo de la Magistratura tacha de inconstitucional la ley que congela los procesos penales contra el primer ministro italiano
La guerra abierta entre Silvio Berlusconi y los magistrados italianos se encona cada día más. Ayer, Il Cavaliere lanzó su enésima andanada verbal contra "ciertos jueces y fiscales politizados", que son "una metástasis para la democracia" y "tienen al país bajo libertad vigilada". El contraataque no tardó en llegar, y por la tarde el Consejo Superior de la Magistratura avanzó que la llamada norma salva-primer ministro, aprobada el lunes en el Senado, es inconstitucional, "una amnistía oculta".
El órgano que tutela a los jueces considera en su informe preliminar, que será definitivo en unos días, que la enmienda del Gobierno que bloqueará durante un año todos los juicios por delitos cometidos antes de junio de 2002 y penados con menos de 10 años de cárcel no sólo no se atiene al principio constitucional de la duración razonable del proceso, sino que puede violar los derechos de los imputados. Según el órgano judicial, se trata de "una amnistía encubierta, que afectará a una cantidad ingente de procesos y detendrá más de la mitad de los que están en curso".
Previendo que la normativa que debe permitir a Berlusconi escapar del caso Mills, donde está imputado por corrupción judicial, podría acabar siendo papel mojado, el Gobierno anunció ayer que en el próximo Consejo de Ministros aprobará el nuevo diseño de una ley que también fue declarada inconstitucional en 2004, destinada a evitar que los altos cargos del Estado sean procesados mientras estén en ejercicio de sus funciones.
Según ha comentado estos días Umberto Bossi, líder de la Liga Norte y ministro de Reformas, Berlusconi "tiene demasiado miedo de acabar en la cárcel". Y mientras no llegue el escudo que le garantice la inmunidad, el primer ministro sigue demostrando mucho nerviosismo. Ayer convirtió la apertura de la asamblea de la Confesercenti (la Confederación de Artesanos y Pequeños Empresarios) en un auténtico mitin.
El auditorio, formado por cientos de comerciantes que representan a 270.000 empresas, abucheó al Cavaliere varias veces, censurando sus continuas invectivas contra los magistrados. "No permitiré que los jueces subviertan el voto de los italianos", tronó Berlusconi en el Auditorio del Parque de la Música de Roma, "cambiando a un Gobierno que ha sido elegido libre y democráticamente". Berlusconi interpretó el papel del perseguido alternando gestos de indignación con momentos de ironía. En un momento dado, cruzó las muñecas como si estuviera esposado y dijo: "Muchos fiscales querrían verme así".
"Cuando era empresario, pasaba las mañanas de los sábados yendo a visitar a mis trabajadores enfermos", explicó luego. "Desde 1994, el año en que entré en política, me veo forzado a pasarlas reunido con mis abogados, preparando las dos o tres audiencias que cada semana me preparan los fiscales y jueces que quieren trampear la democracia". Ahí llegaron los primeros silbidos. "Dejadme daros dos datos", pidió entonces el magnate, y a continuación ofreció unas cifras que, a falta de ser contrastadas, impresionan bastante: "789 fiscales y jueces interesados en el peligro Berlusconi, 587 visitas de la policía y la guardia fiscal, 2.500 citaciones, 174 millones de euros gastados en abogados".
Luego, presumió de que, a pesar de todo, tiene un currículum judicial impoluto: "Siempre he sido absuelto, o por no haber cometido los hechos o porque no subsistían" [habían prescrito]. "Tengo incluso fe en la magistratura", continuó entre abucheos cada vez más sonoros, "pero después de haber vivido un calvario como ése, estoy indignado". Y más: "No aceptaré más acusaciones locas e infundadas. Vivimos bajo el tacón de unos jueces politizados que quieren impedir una verdadera democracia".
Walter Veltroni, líder de la oposición, estaba sentado en primera fila. Berlusconi atacó también al Partido Democrático, acusándolo de haberse dejado llevar por su corriente "justicialista" al decir "que el primer ministro usa la ley para su propio interés". Luego, declaró a gritos definitivamente roto el diálogo.
"Mi interés", aclaró Berlusconi entre pitos, risas y aplausos, "sería dejar la política, marcharme del país y disfrutar del dinero que he ganado merecidamente". Sorprendido por la reacción del auditorio -"¡vosotros me habéis invitado!"-, Il Cavaliere puso fin al discurso deseando éxito a los empresarios. A la salida, Veltroni declaró que Berlusconi no se había comportado como un primer ministro. "¿Qué diálogo puede haber cuando hablando ante una asociación de empresarios que trabajan por Italia se dicen cosas de ese tipo?".
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